Bajo licencia de Creative Commons.
El balcón de la literatura
Aquellos besos
Enviado por Administrador el Dom, 11/04/2021 - 11:18.Hortensia Mañasa
Todos los días soy el primero en desayunar y vestirme para ir al colegio. Estoy listo antes que mi madre y que mi hermana mayor.
–¿Qué prisa tienes? Tenemos tiempo, dicen ellas, pero es que voy acelerado porque sé que allí está Blanca y me espera para subir juntos a nuestra clase.
Mi amiga se ha incorporado este año a mi curso y no vive en mi barrio, pero desde que la vi reír y mirarme con esos ojos azules, no puedo estar sin ella y me gusta notar cómo se me acelera el corazón. A ella le gusto también y nos hemos organizado para quedar en la biblioteca en los ratos libres. Antes de conocerla no había entrado ni una sola vez allí, pero a ella le encanta leer, contar historias y a veces escribe algún cuento.
En la clase hay un grupo de abusones que siempre están armando jaleo, se burlan del profesor a sus espaldas y se meten con los pequeños en el patio. Luego está el grupo de las empollonas, con Blanca a la cabeza y algunos compañeros más normales, como Fernando o Lucas. Yo siempre voy con este grupo y todo el tiempo que puedo, estoy con Blanca. Hablamos mucho, nos reímos y jugamos en el recreo. También vamos a clase de informática y nos sentamos juntos para compartir el ordenador.
11 La Cometa: Método y ritmo
Enviado por Administrador el Vie, 02/04/2021 - 23:08.Relato incluido en el libro INQUIETUDES, de próxima publicación.
Mis peleas con Nina iban en aumento hasta un punto, que eran ya intolerables, por lo que solía huir de mi casa en plena noche y vagaba sin rumbo por la ciudad; terminaba recalando en algún bar de copas. Así fue como descubrí a la chica: ella tocaba las maracas en un club del centro.
Inimitables, se llamaba el cuarteto de señoritas y, por supuesto, podían serlo. A pesar de que apenas puedo decir nada de las otras tres: contrabajo, teclado y batería porque, en cuanto me fijé en la maraquera, el resto desapareció de mi vista. Acababa de sucumbir a uno de mis «ataques de fascinación», como Nina los denominaba y el principal motivo de nuestras peleas conyugales. Me pasaba con frecuencia, era percibir el método y el ritmo de cualquier mujer y me dejaba llevar por una obsesión extrema, y la chica de las maracas encajaba perfectamente en este patrón obsesivo.
El cuarteto interpretaba música caribeña, le estaban dando a la salsa, cuando entré en el local. Me senté en el rincón más oscuro que encontré e, inmediatamente, no tuve ojos más que para ella. La chica no era ninguna belleza, incluso, su cara resultaba un poco insulsa; aunque eso sí, lucía una sonrisa contagiosa, ideal para anunciar dentífricos. En cambio, tenía un cuerpo esbelto y turgente que el vestidito de niña, que uniformaba al cuarteto, ponía más de relieve; el vestido sin mangas, tenía un corpiño ajustado, un escote pronunciado en uve y terminaba en una breve falda plisada que ni siquiera le tapaba los muslos.
El mejor vecino es el que vive a 500 metros
Enviado por Administrador el Vie, 12/03/2021 - 22:34.Cinco de abril
Un ruido fuera de lugar me ha levantado de la cama para mirar por la ventana. Eran las dos de la madrugada y tuve la precaución de no encender la luz. Gracias a la farola de la calle y una luna llena en lo alto del cielo, he podido observar que mi vecino estaba mirando hacia todas partes mientras sujetaba la verja del jardín de la entrada. En la acera estaba aparcado un camión de mudanzas con el motor apagado.
Observé que otros dos hombres salían de su casa cargando muebles. Los había comprado en El Corte Inglés hacía apenas seis meses, lo recuerdo porque era mi cumpleaños y aquel día vino una furgoneta y empezó a descargar sillas, mesas, colchones y sofás. Se lo comenté a mi marido con la idea de que pasáramos un día a saludar a los recién llegados. El me dijo sonriendo que ya habría tiempo para las presentaciones.
9 La Cometa: Edificios reconvertidos
Enviado por Administrador el Vie, 29/01/2021 - 11:27.Matadero de MadridAmalia Hoya
Hoy empiezo una trilogía que reseña antiguos edificios construidos a partir de la revolución industrial, desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX. Los nuevos materiales utilizados en ellos fueron el hierro forjado, acero laminado, hormigón, ladrillo y vidrio, lo que daría paso a nuevos estilos arquitectónicos en Europa y América.
Estos inmuebles albergaron fábricas, estaciones de ferrocarril, bancos, mataderos, cuarteles, hospitales y un sinfín de actividades todas ellas más afines al mundo empresarial y fabril que al de la cultura. Con los años y los avances tecnológicos, algunos de ellos desaparecieron al ser demolidos y otros muchos quedaron abandonados, en ruinas y pasaron a denominarse arqueología industrial. Afortunadamente, y sobre todo desde finales del siglo XX, los gobiernos, ayuntamientos, instituciones de todo tipo y particulares han sido sensibles a la belleza de estas obras y las han recuperado y restaurado para un uso totalmente distinto al que tuvieron en su día.
Lo importante, a la hora de llevar a cabo estas rehabilitaciones, es que se ha respetado la arquitectura y características originales, así como las antiguas instalaciones de uso original que han sido integradas, como una parte más, en su nuevo destino; ya que, los arquitectos actuales, han sabido realizar una fusión perfecta entre el diseño antiguo y el nuevo requerido para completarlos. Y, de esta manera, han pasado a ser museos, centros culturales y comerciales, salas de exposiciones y conciertos, talleres infantiles y juveniles, hoteles, restaurantes y, en algunos países extranjeros, viviendas. Además, al recuperarlos, se ha conseguido revitalizar, poblar y dar un nuevo impulso a las zonas de la ciudad donde estaban ubicados, casi siempre periféricas, a veces despobladas, degradadas y con escasa o nula oferta cultural.
Imaginando la felicidad
Enviado por Administrador el Vie, 25/12/2020 - 20:38.Hortensia Mañas
Por fin estoy logrando dibujar mi propia felicidad. No es que antes no lo hubiera intentado, pero cada vez que estaba acostada en la cama con los ojos cerrados y quería vislumbrar el futuro, algo salía mal.
Si trataba de imaginarme a mis hijos siendo unos seres privilegiados y figuras destacadas en un país con más recursos, como Alemania o Reino Unido, podía verlos con absoluta claridad terminando sus estudios y graduándose con honores, pero ahí me quedaba atascada y ya no avanzaba en mi película de éxitos y popularidad. En consecuencia, nadie me hacía entrevistas para conocer realmente cómo había influido en ellos tener una madre como yo.
Entonces un sentimiento de decepción se instalaba en mi ánimo derribando de una patada todas mis fantasías. Mis dos hijos no parecían unos cerebritos y solo querían mimos y abrazos. En eso acababa el sueño, en que venían a mi cama a besarme, a abrazarme y a pedirme que los acogiera a mi lado, esas cosas de la infancia que se curan con el tiempo.
8 La Cometa: El hijo del viento (Cuento de Navidad)
Enviado por bejar-biz el Jue, 17/12/2020 - 10:07.Los bosquesAmalia Hoya
Cuenta una leyenda que Aysha, la sacerdotisa consagrada al sol, ansiaba tener un hijo contra toda lógica, puesto que le estaba vetado conocer a ningún hombre. Impulsada por la necesidad urgente que la llamaba, suplicaba a su señor, el astro poderoso que dominaba el cielo, que el mismo le engendrara el hijo que tanto deseaba y, cada día, esperaba con impaciencia un milagro imposible.
Apiadado de su locura y enamorado de su belleza, Eolo, el Señor de los Vientos, recogía los gemidos de la sacerdotisa y los guardaba en el Santuario de los Suspiros, dentro de una urna de alabastro. Una noche, Eolo reunió a cuatro de sus hijos: Bóreas, Noto, Euro y Céfiro y destapó ante ellos el recipiente. Los lamentos exhalados por Aysha volaron por el templo, hasta fundirse con Céfiro, el viento del oeste, templado y húmedo que sopla siempre en la primavera. El viento enamorado poseyó a la sacerdotisa dejándola encinta y, poco tiempo después, Aysha dio a luz a un niño hermoso y ligero como la brisa.
La última oportunidad
Enviado por bejar-biz el Dom, 13/12/2020 - 22:49.Por Hortensia Mañas
Sonó el teléfono a primera hora de la mañana. Elena corrió desde la cocina, dejando su tostada sobre la mesa sin probarla.
–¿Doctor Maicas?, sí, dígame. –Escuchó con atención; después, fríamente, contestó,
–Bueno, me lo imaginaba. Lo voy a dejar, doctor. No vale la pena… Sí, desde luego que podría seguir intentándolo, pero de momento voy a descansar. Todo esto me está alterando demasiado. Gracias por todo y no se preocupe, ya sé que puedo contar con usted si cambio de opinión.
Cortó y regresó a la cocina refunfuñando, para terminar de preparar su desayuno, a pesar de que se le habían ido las ganas de disfrutar su momento preferido del día. Se tomó su tostada, unos frutos secos y un té negro mientras llamaba a su amiga Lola, que tanto había insistido en que siguiera un tratamiento de fertilidad con un médico de su confianza.
Fundas
Enviado por bejar-biz el Lun, 16/11/2020 - 12:00.FundasHortensia Mañas
Estoy deprimida. Me siento frágil y excesivamente vulnerable mientras observo la funda bien armada de mis gafas de lectura sobre el escritorio. De pronto acaparan mi atencion. Son unas gafas graduadas con las que me siento bien y el envoltorio te deja ver con claridad la marca.
En la playa me compré unas gafas baratas en el mercadillo de los sábados. La funda era de plástico, débil y útil tan solo para transportar el objeto, no para evitarle el dolor o la rotura. Creo que me acerco mas a esta versión del objeto y me deprime todavia mas pensar que no merezco una funda mejor.
El destino de las fundas es proteger los sofás, las sillas, los libros, los dientes, los móviles, los bolígrafos, los zapatos en los hospitales, los instrumentos musicales, las tijeras de costura, las armas, las cámaras de fotos o los ordenadores, los abrigos de pieles, las mesas de jardín, el dinero, los colchones y las almohadas, las tablas de planchar, las mascarillas o distintas partes de los cuerpos.
7 La Cometa: Muros
Enviado por Administrador el Sáb, 14/11/2020 - 16:00.Muro de BerlínAmalia Hoya
Leía en el jardín, cuando mi padre llegó con una carretilla llena de ladrillos y de cemento, al parecer dispuesto a levantar un muro, y deduje que consideraba a los nuevos vecinos personas no gratas o, tal vez, escasamente fiables.
Porque, ¿para qué sirve un muro? Pensaba yo con el libro que leía, olvidado en mi regazo. ¿Acaso un muro no es un elemento disuasorio de doble significado? Por un lado, defiende, protege, cerca, define el territorio; por otro, detiene, aleja, evita, elimina al intruso. Desgraciadamente, en ambos casos, comparte el mismo objetivo: un muro aísla, da igual en qué lado estés.
Mientras mi padre trabajaba a toda prisa, además de lamentar su decisión, me entretenía pasando revista mentalmente, a muros célebres: el de Adriano que, además de acotar territorios conquistados, protegía a sus legiones del ataque salvaje de los Pictos.
¡Ah mi Norah Jones!
Enviado por bejar-biz el Mié, 28/10/2020 - 11:43.Hortensia Mañas
Nora Jones no va al hipermercado los sábados por la mañana. Debe comprar alimentos orgánicos en tiendas selectas y ecológicas, tiendas de precios elevados por su calidad y especialización, que ella no tiene en cuenta. Seguramente tiene una cocina más grande que mi casa, donde las puertas de los armarios, de madera noble neoyorkina se cierran en dos fases, sin necesidad de empujar con la mano para que encajen y con esos cajones en los que se pueden colocar las conservas ordenadas, sin confundirlas, para poderlas seleccionar a primera vista.
Seguro que tiene la fruta organizada por colores y las verduras las guarda en espacios suficientemente amplios para que puedan respirar hasta ser cocinadas.
–¿Todo va bien, cariño? El niño se revuelve.
–Si. Ya falta poco para llegar. Es temprano y podremos coger un número bajito en la pescadería. Yo voy allí mientras tú te acercas a la sección de droguería, le digo a mi marido mientras ya veo el aparcamiento.
hace 15 mins 37 segs
hace 20 mins 4 segs
hace 2 horas 2 mins
hace 10 horas 50 mins
hace 1 día 58 mins
hace 1 día 18 horas
hace 2 días 14 horas
hace 3 días 27 mins
hace 3 días 2 horas
hace 3 días 20 horas