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El balcón de la literatura
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 22
Enviado por bejar-biz el Lun, 25/01/2016 - 09:20.Castañas
Autora: María de Jesús Sánchez García
Todo estaba en suspenso, todo tranquilo, todo inmóvil, todo apacible, todo silencioso, todo vacío. En el cielo y en la tierra.
Llegaron a la cima de una montaña. Allí se reunieron. Sus corazones estaban afligidos; grandes eran sus sufrimientos allá por donde pasaban. No había comestibles, no había subsistencias. Olía a campo, alimento sutil que florece entre las montañas en tierra abierta. Con un placer tan inmenso por alcanzar, se sentían cada vez más niños recordando viejas anécdotas… Sucumbían y se embriagaban todos los días que les quedaba de vida, quizás la mejor manera de sentirla….
—¡Vamos a coger castañas! —dijo Clotilde, multiplicando sus sentidos, en este caso de un gusto muy otoñal, con aromas de calbotes.
—En el llano blanco las hay muy gordas…. —contestó Ernesto, que tenía muchas maneras de poder sobrevivir sin que las ranas cantasen.
En nuestros bosques existen formas naturales que protegen la tierra, cuenta la leyenda, como todos sabemos. Aquí y allá son los mismos espacios, pero lo que importa son las vivencias de sentidos o sentimientos sentidos. Y me perdonan por esta inconclusa información en un inverosímil cuento de una naturaleza, por así decir, casi de ficción en el que las castañas tenían un poder mágico, pequeños frutos que, por supuesto, engendraban vida.
—Ahora que habéis cesado de ser hombres, probaréis nuestras fuerzas —dijeron las castañas aburridas de un lecho húmedo y frío sin nada más que esperar. Pretendían ser inmortales como dioses menores y se acurrucaron en una bolsa de vuelta a un destino cruzado.
—¡Qué ricas! —dijo Clotilde y volvieron a su humilde pero no miserable vida ancestral.
No Concurso “La Cuesta de los Perros” II. Cuentos recibidos 20
Enviado por bejar-biz el Mar, 19/01/2016 - 20:52.El viaje de la vida
Autora: María Belén Conde Durán
La vida no ofrece sino la posibilidad de seguir caminando, sin mirar atrás. No importa cuán penosa sea la senda que desafía a nuestros sentidos: como dijo el poeta, el camino no lo es por sí mismo, sino que se convierte en tal al ser recorrido. Al otear la infinitud tenemos la ilusión de que no seremos capaces de lograrlo, mas a medida que transcurren los metros vamos sorteando dificultades, las convertimos en compañeras de viaje y las llamamos “experiencias”. Del mismo modo que no es aconsejable mirar demasiado lejos cuando nos encontramos en mitad de la excursión de la vida, tampoco lo es echar la vista atrás e intentar abarcar lo que ya atravesamos. Y cuando por fin lleguemos a la cima de nuestra travesía, no podremos evitar sentir una punzada de pena al pensar que tal vez la habríamos transitado de forma diferente, o que nos habríamos parado a descansar menos, de haber tenido entonces el conocimiento que ahora poseemos. Pero también se alegrará nuestro corazón al comprobar que el viaje ha merecido la pena, y que, independientemente de que ya no podamos desandar lo andado, nos llevamos los recuerdos.
No Concurso “La Cuesta de los Perros” II. Cuentos recibidos 19
Enviado por bejar-biz el Sáb, 16/01/2016 - 13:34.Cruz y pelotas de maná
Autor: José Aristóbulo
Belisario, reacio a acometer aventuras mucho más si las susodichas se hacen a pie y son tan agoreras, pero incapaz de vivir un segundo sin su vieja, hace de tripas corazón, se deja tomar del copete y emprende el camino al vecino pueblo de La Dorada dizque a presenciar el prodigio en vivo y en directo, el embeleco que tiene a toda la región alborotada: en el pináculo de El Alto De La Mona emergió un Cristo crucificado más imponente que la Estatua De La Libertad cuyo palo horizontal vomita a placer y sin parar unas bolas algodonosas que los lugareños han identificado como maná.
Si es cierto aquello, la mujer de Belisario hipotecará el rancho para construir, a su vera, una pensión que acoja a los peregrinos que vengan a ver La Cruz.
A pesar de las vacas gordas que avizora su vieja, Belisario va rogando al cielo que todo eso sea filfa de la buena. Con la pensión, vendrán los estacionamientos, los supermercados y los bares, echarán abajo su huerto, su solar y su árbol de dormir la siesta, y no faltará el canijo, lambón local o empleado oficial foráneo, que lo conmine a encerrar a los perros ya que con sus ladridos y sus pulgas asustan y hostigan a los clientes... «Y de paso, enciérrese usted también, don Belisario, que los turistas vienen hasta aquí para ver cosas bonitas y su cara...».
« ¿No serán esas que se ven a lo lejos, las tales pelotas de maná?», «Nones, mujer, son pájaros», masculla nuestro héroe, vencido en todas sus líneas. Es por demás, gústele o no le guste, más allá de las benditas pelotas, justo en el pináculo de El Alto De La Mona, se divida el palo horizontal de La Cruz.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 18
Enviado por bejar-biz el Vie, 08/01/2016 - 18:24.Sacado de la lista
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 17
Enviado por bejar-biz el Jue, 07/01/2016 - 12:26.Hilachas deshechas
Autora: Carmen Cascón Matas
El silencio alzaba un muro entre ambos. Los pasos, sonoros los de él, renqueantes los de ella, se entremezclaban con los trinos de los pájaros. El cielo, azulenco, caía cual moría la tarde, una más de sus ajadas vidas. No había palabras. Todo estaba dicho tras tantos años, a ratos felices, otros tristes pero ¡tan fijados a la memoria!
Resejo quedaba allá. Iban a la era, a deslomarse trajinando. A recoger el ganado y llevarlo a la cuadra evitando que un chaparrón dejara a la intemperie a chotos y recién paridas. A acopiar el fruto no arremetiera una helada negra y les dejara en ayunas.
Ambos sumidos en sus pensamientos y la mente platicando de los benditos tiempos en los que Resejo era un hervidero de bailes y romerías a cada poco. Ahora sólo moraban cuatro ancianos esperando La Parca. Hasta la torre de la iglesia habíase consumido hendida por un rayo que osó quebrar sus muros seculares. Después no habría futuro para un pueblo aplastado por el olvido.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 16
Enviado por bejar-biz el Dom, 03/01/2016 - 13:45.El camino de la Ermita
Autor: Raúl Guardián Delgado
Pues resulta que Don Matías (ya sabes, ese cura al que le gustaba más el vino que la misa, y que terminó --dicen las malas lenguas que por asuntos de faldas-- destinado en un pueblo del norte) soltó aquel año que no salía la Virgen en procesión; Que el parte daba agua y que si se estropeaba la talla no había cuartos para restaurarla.
Entonces la Fidela dijo que nanay… que la Virgen salía “punto y se acabó”; Que una cosa era llegar tarde a dar la misa y otra muy distinta prohibirnos sacar a “nuestra Madre”; Y que si hacía falta se encargaba ella, faltaría más.
Don Matías alegó que el parte anunciaba un día de perros y que, de hecho, las lluvias anteriores ya había dejado el camino embarrado, pero la Fidela le contestó que de agua nada, que a ella no la dolía la pierna y eso era síntoma de día soleado (como no podía ser menos en fecha tan especial) y que si quería perros no tenía más que subir a la ermita por el camino de atrás, que allí tenía el Eusebio sus mastines, siempre protegiendo la entrada a la finca familiar.
…Anda, toma la fotografía por si acaso no me crees: Ahí la tienes, ascendiendo pausadamente (muy digna ella junto a su primo y con los perros del Eusebio vigilantes) camino de la ermita. Y no dejes de fijarte en el detalle del Nicolás, su primo, cargando al hombro la azadilla. Ellos dijeron que era por si acaso había que limpiar la senda, pero en el pueblo nadie se olvida de cómo el propio Nicolás resolvía años atrás (al menos eso contaban los paisanos de mayor edad) las diferencias habidas a cuenta de las lindes que delimitaban sus tierras.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 15
Enviado por bejar-biz el Dom, 27/12/2015 - 19:06.Autor: Álvaro Morales Collazo
Detrás de la cuesta hay un arroyo. Se abre como una cicatriz en el fondo verde del valle. Sus incoloras aguas lamen un puente de piedra y luego se pierden en el espesor del bosque, que como a su amante lo abraza. Su continuo batir de cristales y la brisa fresca que desciende desde las colinas no atentan contra esa especie de embrujo que hace que el tiempo se detenga. Un suspiro puede parecer durar mil años; posar la vista más de un rato en el paisaje puede alterar todo el resto del mundo conocido; un simple pensamiento puede entreverarse en laberínticos caminos hasta perderse y regresar transformado en algo extraño. El silencio parece estar hecho de la suma de pequeñas excepciones. Por eso subo la cuesta despacito, disfrutando con cuidado cada paso. No vaya a ser que justo ahora, en lo más empinado del trayecto, se le dé al tiempo por deshacer el preciado encanto.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 14
Enviado por bejar-biz el Sáb, 26/12/2015 - 13:13.
El camino de la ermita
Autor: Raúl Guardián Delgado
Pues resulta que Don Matías (ya sabes, ese cura al que le gustaba más el vino que la misa, y que terminó —dicen las malas lenguas que por asuntos de faldas— destinado a un pueblo del norte) soltó aquel año que no salía la Virgen en procesión, que el parte daba agua y que si se estropeaba la talla no había cuartos para restaurarla.
Entonces la Fidela dijo que nanay… que la Virgen salía “punto y se acabó”, que una cosa era llegar tarde a dar la misa y otra muy distinta prohibirnos sacar a “nuestra Madre”. Y que si hacía falta se encargaba ella, faltaría más
Don Matías alegó que el parte anunciaba un día de perros y que, de hecho, las lluvias anteriores ya había dejado el camino embarrado, pero la Fidela le contestó que de agua nada, que a ella no la dolía la pierna y eso era síntoma de día soleado (como no podía ser menos en fecha tan especial) y que si quería perros no tenía más que subir a la ermita por el camino de atrás, que allí tenía el Eusebio sus mastines, siempre protegiendo la entrada a la finca familiar.
Anda, toma la fotografía por si acaso no me crees. Ahí la tienes, ascendiendo pausadamente (muy digna ella junto a su primo y con los perros del Eusebio vigilantes) camino de la ermita. Y no dejes de fijarte en el detalle del Nicolás, su primo, cargando al hombro la azadilla. Ellos dijeron que era por si acaso había que limpiar la senda, pero en el pueblo nadie se olvida de cómo el propio Nicolás resolvía años atrás (al menos eso contaban los paisanos de mayor edad) las diferencias habidas a cuenta de las lindes que delimitaban sus tierras.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 13
Enviado por bejar-biz el Mié, 23/12/2015 - 19:30.Autora: Claudia Suárez Herrera
Y cada vez que la miro me siento distinto. Huíamos. No estoy seguro si de nosotros mismos o de la oscuridad que nos tenía atrapados. Atravesábamos praderas y caminos y no parecía tener fin. Solamente éramos nosotros dos contra el mundo, no existía nadie más, no había más vida que la de nosotros. O quizás estábamos muertos. Muertos de miedo, de angustia y recelo. Sentíamos desconfianza hasta entre nosotros. No recuerdo quién de los dos desvió su dirección hacia estos montes verdes. Tal vez fuera yo, con mis ideales de un destino más próspero y verdadero, con mis ansias de estar solo con ella y no compartirla con nadie más. Acaso fuera ella, con su desnuda transparencia que hace elevar las dudas hasta caer en la desesperación, con su deseo de aferrarse a lo imposible y no ahogarse en mares de sufrimiento. Tal vez fuimos ambos. Y ahora nos encontramos caminando sin rumbo pero teniendo la meta en nuestras mentes conectadas. Porque aunque somos unos desconocidos, siempre la amé y ella siempre me echó de menos. Lo mejor era el paisaje. Colores amarillentos y verdosos que se fundían en el horizonte quitando protagonismo al radiante sol que a veces nos obligaba a cobijarnos bajo nuestras reflexiones. ¿Para qué? ¿Por qué? Y cada vez que intentábamos adivinarlo, nuestras miradas se cruzaban y dilataban las pupilas del otro, porque no hay razones para dudar. Pero dudábamos. No hay motivos para caer, pero seguíamos tropezando. Pero juntos. Juntos, pero en soledad. Y sigo mirándola y sintiéndome distinto.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 12
Enviado por bejar-biz el Mié, 16/12/2015 - 21:00.Autor: Marc Horneros Prunés
—“Se hace camino al andar”.
—Es un verso del gran poeta Antonio Machado. ¿Hermoso verdad?
—No sé, lógico y tonto diría yo.
—No lo entiendes. No es literal sino metafórico. El andar, el hacer camino, es mucho más que la simple acción que realizamos en este preciso momento hasta el pueblo. Ese andar significa avanzar por el sendero de la vida, por el sendero que tú quieras. ¿Entiendes?
—Sí, vamos, eso creo.
—Una vez un escritor e intelectual uruguayo llamado Eduardo Galeano dijo: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. Por tanto, ese caminar o andar, ese camino, no sólo es el sendero por el cual andas. Es el sendero por el que diriges tu vida o tus sueños, el sendero del amor, de las utopías y las mejores sociedades.
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