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El balcón de la literatura
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 15
Enviado por bejar-biz el Dom, 27/12/2015 - 19:06.Autor: Álvaro Morales Collazo
Detrás de la cuesta hay un arroyo. Se abre como una cicatriz en el fondo verde del valle. Sus incoloras aguas lamen un puente de piedra y luego se pierden en el espesor del bosque, que como a su amante lo abraza. Su continuo batir de cristales y la brisa fresca que desciende desde las colinas no atentan contra esa especie de embrujo que hace que el tiempo se detenga. Un suspiro puede parecer durar mil años; posar la vista más de un rato en el paisaje puede alterar todo el resto del mundo conocido; un simple pensamiento puede entreverarse en laberínticos caminos hasta perderse y regresar transformado en algo extraño. El silencio parece estar hecho de la suma de pequeñas excepciones. Por eso subo la cuesta despacito, disfrutando con cuidado cada paso. No vaya a ser que justo ahora, en lo más empinado del trayecto, se le dé al tiempo por deshacer el preciado encanto.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 14
Enviado por bejar-biz el Sáb, 26/12/2015 - 13:13.
El camino de la ermita
Autor: Raúl Guardián Delgado
Pues resulta que Don Matías (ya sabes, ese cura al que le gustaba más el vino que la misa, y que terminó —dicen las malas lenguas que por asuntos de faldas— destinado a un pueblo del norte) soltó aquel año que no salía la Virgen en procesión, que el parte daba agua y que si se estropeaba la talla no había cuartos para restaurarla.
Entonces la Fidela dijo que nanay… que la Virgen salía “punto y se acabó”, que una cosa era llegar tarde a dar la misa y otra muy distinta prohibirnos sacar a “nuestra Madre”. Y que si hacía falta se encargaba ella, faltaría más
Don Matías alegó que el parte anunciaba un día de perros y que, de hecho, las lluvias anteriores ya había dejado el camino embarrado, pero la Fidela le contestó que de agua nada, que a ella no la dolía la pierna y eso era síntoma de día soleado (como no podía ser menos en fecha tan especial) y que si quería perros no tenía más que subir a la ermita por el camino de atrás, que allí tenía el Eusebio sus mastines, siempre protegiendo la entrada a la finca familiar.
Anda, toma la fotografía por si acaso no me crees. Ahí la tienes, ascendiendo pausadamente (muy digna ella junto a su primo y con los perros del Eusebio vigilantes) camino de la ermita. Y no dejes de fijarte en el detalle del Nicolás, su primo, cargando al hombro la azadilla. Ellos dijeron que era por si acaso había que limpiar la senda, pero en el pueblo nadie se olvida de cómo el propio Nicolás resolvía años atrás (al menos eso contaban los paisanos de mayor edad) las diferencias habidas a cuenta de las lindes que delimitaban sus tierras.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 13
Enviado por bejar-biz el Mié, 23/12/2015 - 19:30.Autora: Claudia Suárez Herrera
Y cada vez que la miro me siento distinto. Huíamos. No estoy seguro si de nosotros mismos o de la oscuridad que nos tenía atrapados. Atravesábamos praderas y caminos y no parecía tener fin. Solamente éramos nosotros dos contra el mundo, no existía nadie más, no había más vida que la de nosotros. O quizás estábamos muertos. Muertos de miedo, de angustia y recelo. Sentíamos desconfianza hasta entre nosotros. No recuerdo quién de los dos desvió su dirección hacia estos montes verdes. Tal vez fuera yo, con mis ideales de un destino más próspero y verdadero, con mis ansias de estar solo con ella y no compartirla con nadie más. Acaso fuera ella, con su desnuda transparencia que hace elevar las dudas hasta caer en la desesperación, con su deseo de aferrarse a lo imposible y no ahogarse en mares de sufrimiento. Tal vez fuimos ambos. Y ahora nos encontramos caminando sin rumbo pero teniendo la meta en nuestras mentes conectadas. Porque aunque somos unos desconocidos, siempre la amé y ella siempre me echó de menos. Lo mejor era el paisaje. Colores amarillentos y verdosos que se fundían en el horizonte quitando protagonismo al radiante sol que a veces nos obligaba a cobijarnos bajo nuestras reflexiones. ¿Para qué? ¿Por qué? Y cada vez que intentábamos adivinarlo, nuestras miradas se cruzaban y dilataban las pupilas del otro, porque no hay razones para dudar. Pero dudábamos. No hay motivos para caer, pero seguíamos tropezando. Pero juntos. Juntos, pero en soledad. Y sigo mirándola y sintiéndome distinto.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 12
Enviado por bejar-biz el Mié, 16/12/2015 - 21:00.Autor: Marc Horneros Prunés
—“Se hace camino al andar”.
—Es un verso del gran poeta Antonio Machado. ¿Hermoso verdad?
—No sé, lógico y tonto diría yo.
—No lo entiendes. No es literal sino metafórico. El andar, el hacer camino, es mucho más que la simple acción que realizamos en este preciso momento hasta el pueblo. Ese andar significa avanzar por el sendero de la vida, por el sendero que tú quieras. ¿Entiendes?
—Sí, vamos, eso creo.
—Una vez un escritor e intelectual uruguayo llamado Eduardo Galeano dijo: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. Por tanto, ese caminar o andar, ese camino, no sólo es el sendero por el cual andas. Es el sendero por el que diriges tu vida o tus sueños, el sendero del amor, de las utopías y las mejores sociedades.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 11
Enviado por bejar-biz el Dom, 13/12/2015 - 20:01.In memoriam de A.M.
Autor: Juan Santos Curto
“Se hace camino al andar”… y veo, ¿bucólica visión? Puede por su sencillez campestre ser. O no ser, por extemporánea a aquellas lejanas composiciones idílicas de Teócrito o Virgilio, tanto en su espacio, tiempo y lugar, pero, una realidad si es: es el duro trabajo agrario.
Una pareja anónima que, con la azada al hombro van o vienen de su diario y digno trabajo, como cualquier otro día, en cualquier otro lugar. Y que si a la fronda del fondo están, acostumbrados sus ojos como el recodo al camino, acostumbrados también están a su labor; aunque se trate de tierras poco feraces como, por estos parajes son.
El camino del devenir, como cambio continuo de la realidad, se confunde con el camino real y, este con el infinito camino. ¿Adónde el camino irá? La tarde cayendo está, y el camino que serpea y débilmente blanquea se enturbia y desaparece.
Y al igual que machadianamente he comenzado, termino, sin música de Serrat, esta canción: ….en todas partes he visto gentes que danza o juegan cuando pueden, y laboran sus cuatro palmos de tierra. Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos descansan bajo la tierra.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 10
Enviado por bejar-biz el Jue, 10/12/2015 - 19:52.Nueva oportunidad
Autor: Iván Parro
La emoción me embargaba. Unas tímidas lágrimas de felicidad resbalaban por mi piel arrugada y castigada por los años. Nunca había experimentado nada parecido y todo me era nuevo, quizá demasiado nuevo para mí. Después de mi accidente nada volvió a ser lo mismo. La verdad es que no recuerdo mucho lo que pasó. Nada más que se hizo la oscuridad. Lo siguiente fue despertarme en esa habitación de hospital en Salamanca y sentir a mi querida mujer junto a mí, siempre a mi lado, pero sólo sentirla: había perdido la visión.
Mis ojos se apagaron para siempre, fueron presa de la maldita oscuridad y la negritud, el vacío, el infinito color negro era lo único que podía percibir, aunque al menos seguía vivito y coleando (bueno eso un poco menos). Luego fueron meses difíciles de recuperación. El accidente me había dejado casi sin movilidad y recuperarla sería todo un reto. Y yo, aún tan joven, con toda la vida por delante, no quería venirme abajo sino luchar por mí, por mi mujer y por todos aquellos a quienes respetaba y quería. En esa habitación aprendí el valor del esfuerzo, de la constancia, de la paciencia, de la libertad como principios rectores de mi vida, pero también de cualquier vida, y que todo es posible con un poco de perseverancia y dedicación. En esa habitación volví a nacer, me dieron una segunda oportunidad y tenía claro que no iba a desaprovecharla.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 9
Enviado por bejar-biz el Dom, 06/12/2015 - 13:26.
La gravedad es lo que tiene
Autor: Juan José Tapia Urbano
Habían dejado siete kilómetros de carretera tras ellos. El silencio que los había acompañado durante la caminata había hecho de ella algo monótono y sin nada digno de reseñar.
—Y bien, Marcelo, ¿te parece que estamos ya lo suficientemente lejos del pueblo? Sabes que estoy vieja, y aunque podría caminar un poco más, no me apetece ver lo que nos espera al otro lado de la subida que tenemos delante.
La voz de la mujer de negro no dejaba traslucir ningún tipo de sentimiento, haciendo imposible intuir el pacto sellado con aquel hombre, que la miraba con gesto severo. Tras unos instantes meditando la respuesta, el hombre embutido en el mono azul rompió el silencio que había mantenido por más de una hora.
—Está bien, Dolores. Te diré lo que vamos a hacer. ¿Ves aquel árbol de allí, ese que parece haberse echado a un lado para permitir el paso de la carretera? Allí nos detendremos y haremos lo que nos ha traído hasta aquí.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 8
Enviado por bejar-biz el Mar, 01/12/2015 - 20:35.
Tiempo esperado
Autora: Cala Nevado Cerro
Erase una vez un inmenso horizonte, antes de hacer su brindis de guerra la luz y sol. Una mañana se mostraron su tropel de fuerza, el uno al otro. Ella lo observaba en silencio, mientras él, tercamente, se propuso derribarla hasta el suelo. Lo esquivó, evitando que su reflejo saliera dañado. No deseaba ser sombra, quería asomarse melancólicamente al día.
Se defendió una y otra vez de sus rayos ultravioletas. La luz descubrió que él carecía de perspectiva, noche y estrellas. Y a sus doradas puertas les goteaba demasiada claridad por los dinteles.
Pero esa luminosidad, amiga de la luz y cómplice fiel, aprovecharía los momentos de sueño del sol, para organizarse. Invitó a grandes nubes, formadas con tonos verdosos esperanza, y así, interponiéndolas, podrían eclipsarlo en su fulgor; reconvertido en día sombreado.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 7
Enviado por bejar-biz el Mié, 25/11/2015 - 18:30.
Y la vida sigue
Autor: Antolín Velasco
El día avanza hacia su ocaso, pero aún quedan a su haber algunas horas de luz, un tiempo en el que las personas hablan y se comunican, construyen sus relaciones con palabras y gestos apenas esbozados y mil veces repetidos.
Sara y Alfonso se dirigen a su casa, una casa de piedra que Sara había heredado de sus padres y que Alfonso restauró y arregló con sus propias manos. Atrás quedaba la faena del día: un rebaño de vacas que hay que pasear, alimentar y cuidar
—Pues sí, Alfonso, Juana me ha confirmado que ha empezado a trabajar en Embutidos Pérez. Es un contrato temporal, pero tal y como están las cosas….Parece que está muy ilusionada, sobre todo porque con ese sueldo y con el de su novio podrán alquilar algo e irse a vivir juntos —dijo ella.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 6
Enviado por bejar-biz el Sáb, 14/11/2015 - 10:55.Adiós de paloma
Autor: Juan Vicente Burniego
Nada que objetar. Vete cuando quieras. Detrás de la curva está el mar.
Las palabras de despedida suenan escuetas, afiladas, con dientes de granito. Una mano en el hombro, una presión leve, adiós de paloma.
En cualquier sitio estarás mejor, encontrarás horizontes, tendrás oportunidades. Por aquí no hay aliento, bien lo sabes. Y lleva lentamente la mirada desde mis ojos azorados hasta el oleaje verde de los castaños.
La bata negra de viuda antigua abrazada al cuerpo, los brazos poderosos, tercos. No permitirá que se quede, ni los grajos sobrevivirán en esta tierra, musita entre dientes, aire, sólo aire, eso es lo que resta.
El amplio trazo del camino de tierra se ofrece a la marcha. El mar detrás de la curva, por qué lo habrá dicho. El mar, aquí, si todo es montaña. Pensamientos cruzados, miradas atadas. Si hay mar habrá un puerto. Y si hay puerto habrá barcos. Me enrolaré en el primero que pase.
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