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Bejaranos volantes
Desde Las Pampas
Enviado por bejar-biz el Sáb, 14/04/2012 - 23:55.De: Inés Ruiz Quiroga
Para: Reynaldo Lugo
Enviado: Viernes 13 de abril de 2012 22:36
Asunto: Desde las pampas
Estimado Sr. Lugo, no me canso de agradecerle a usted y a bejar.biz, la publicación de las memorias de Nemesio. Tampoco dejo de pensar en la "causalidad" que me puso en contacto con todos vosotros, mi afición a los árboles. Y también, ¿porqué no? de felicitarme por animarme al "misterioso" Internet. Todo ha resultado de maravillas. Para no extrañar ese contacto tan ameno, seguiré visitando vuestra revista. Será una manera de soñar que, junto a mi esposo recorremos el lugar añorado por Nemesio.
A decir verdad, estaba en nuestros planes visitar el terruño de nuestros padres, pero las circunstancias nos dejaron "de a pie". En Marzo del año pasado, mi esposo tuvo un A.C.V., Las secuelas no han sido tan malas como hemos visto en otras personas, pero recién ahora está mejorando bastante. "La vida es sueño" nos dice Calderón, seguiremos soñando...
Dejamos en sus manos los queridos recuerdos de Nemesio, para que sigan en su tierra amada, hasta cualquier momento, un saludo afectuoso a usted y a bejar.biz,
Inés
Nemesio Sánchez: la vuelta a casa
Enviado por Reynaldo Lugo el Sáb, 07/04/2012 - 23:23.Capítulo final de las memorias de D. Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
Un día me dice mi abuelo, “vas a ir mañana por unos días, a cuidar las cerezas a la sierra que has visto en la fotografía, ésa que está cerca del pueblo”. Al otro día, me instalé en dicha propiedad, la que era mitad bosque de robles y en la otra parte estaban las cerezas.
El primer día maté a pedradas una víbora en la propiedad vecina. Ya he dicho que estas víboras son lentas, lo que hace posible matarlas. Por la noche, decidí dormir en la propiedad vecina porque era un prado y habían cortado el heno amontonándolo en varias partes. Me acosté encima de uno de esos montones y me tapé con una manta porque hacía mucho frío. Al día siguiente, me incorporo y sale corriendo una víbora. Imposible matarla porque en un prado no hay piedras, ¿cómo iba yo a saber que dormiría sobre una serpiente?, tenía entonces, 11 años. En ese lugar había muchísimas víboras, más que en ningún otro lugar. Estuve allí una semana hasta que sacamos todas las cerezas y volvimos a casa.
Nemesio Sánchez: para siempre en San Martín
Enviado por Reynaldo Lugo el Sáb, 31/03/2012 - 19:44.Undécimo capítulo de las memorias de D. Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
A la mañana del día siguiente, salimos en tren hacia el puerto, llegamos al mediodía y tuvimos que esperar hasta la tarde. En esa época el puerto era de poca importancia. Había un puente de acero de un extremo a otro del puerto con un coche carril eléctrico parecido a un ascensor, que iba y venía de un lado a otro del muelle. Hoy en día ese puerto es muy importante. Lo han agrandado mucho porque en Bilbao hay una gran industria metalúrgica.
A las tres de esa tarde, una lancha nos llevó hasta el barco, no recuerdo el nombre pero sí que era de la compañía Mala Real Inglesa. Subimos por la escalera de la lancha. Arriba había un funcionario revisando la documentación, el corazón me latía fuerte y me preguntaba si nos atraparían al final.
Felizmente, todo estaba en orden y nos quedamos tranquilos, pero yo seguía cuestionándome, ¿nos harán problemas al llegar a Buenos Aires? Confieso que eso me tenía intranquilo. Entre los pasajeros, algunos eran de Galicia, otros de Bilbao y otros habían estado en España de paseo, a visitar su terruño y volvían a Argentina. Uno de esos pasajeros me preguntó si tenía parientes en Argentina. Le contesté que no, que sólo llevaba una carta para el jefe de policía de Buenos Aires, lo que le pareció una buena recomendación.
Nemesio Sánchez: adiós mi España querida
Enviado por Reynaldo Lugo el Sáb, 24/03/2012 - 09:55.Décimo capítulo de las memorias de D. Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
En el año 1911 concebí la idea de irme a Argentina. Me costaba mucho separarme de la familia, pero la ambición pudo más que esos sentimientos. Conocía a varios que ya estaban en Buenos Aires, todos mandaban dinero a su familia en España, por eso me surgió lo que yo llamo ambición.
Fui a casa del secretario de una empresa naviera de Santander y le pregunté si sabía el precio del pasaje a Buenos Aires. Me dijo que le daban comisión por cada pasajero que les enviara, unas 25 pesetas, y que el pasaje costaba 125 pesetas. De inmediato le pedí que me preparara la documentación. A la semana siguiente ya estaba en mis manos la documentación requerida.
Me dijo que tenía cuatro días para tomar el barco, ya que saldría del puerto el próximo martes. Le dije que me iría antes del pueblo porque quería bajar del tren en Salamanca, para saludar a un amigo comerciante que solía venir al pueblo todos los años a la feria y pasaba por casa a saludar. Entonces, este señor me invitó a su casa para el día siguiente, que haría un cabrito para despedirme. Fui a comer y cuando salía me dijo “yo te debo 25 pesetas”.
Nemesio Sánchez: un médico francés en Béjar
Enviado por Reynaldo Lugo el Dom, 18/03/2012 - 00:23.Noveno capítulo de las memorias de D. Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
Esta es otra historia. Un día, en verano, llegó al pueblo un hombre negro, tan negro como las plumas del águila. La gente en el pueblo estaba agitada, parecía una revolución. Conversaban en grupos, extrañados, nunca habían visto una persona de ese color. El hombre iba muy bien vestido, cuello duro y corbata, los dientes blanquísimos como el marfil, de sombrero y perfumado. Hablaba perfectamente el castellano, esto nos extrañaba aún más, parecía bajado del cielo. Se hospedó en una posada, una casa de familia que albergaba a los forasteros, allí no había hoteles.
Estuvo allí unos cuantos días haciendo propaganda para un médico francés que estaba en Béjar, alojado en un hotel frente a una gran plaza que se llama Alameda. El negro decía que tenía un aparato para curar. Yo fui allá para consultarlo por lo de mi pierna. Me atendió un ordenanza del hotel y me introdujo al consultorio. Me preguntó qué me pasaba, claro, aparentemente yo lucía muy bien, salvo mi pierna. Me recetó algo que yo no compré. Yo me hice la siguiente pregunta, ¿no me revisó, ni he visto el aparato para curar y me manda a comprar un medicamento?...
Nemesio Sánchez: las curas milagrosas
Enviado por Reynaldo Lugo el Sáb, 10/03/2012 - 22:23.Octavo capítulo de las memorias de D.Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
Estando en mi sandial, yo iba a beber agua todos los días a un arroyo que corre en la misma dirección del camino. Ese arroyo pasa a unos diez metros del sandial. Un día, al saltar la pared para ir a beber agua fresca, sentí un dolorcito en la cadera izquierda, pero no le di importancia. Así, pasaron unos días y al volver a cruzar otra vez la pared, el dolor se había intensificado, al punto de que al regresar, lo hice arrastrando la pierna.
Esa noche, cuando vino mi tío Nicolás, le conté lo sucedido y al otro día me montó en el mulo rumbo a casa. Mi madre llamó al médico y al día siguiente vino a verme. Me revisó y le dijo a mi madre que era reumatismo. Recetó unos remedios que mi madre compró, y empecé el tratamiento.
Pasaron días, meses; pero yo no tenía ninguna mejoría. El doctor hizo un certificado para que mi madre me llevara a los baños termales, ubicados a un kilómetro de El Cerro. Y allá fui con mi madre al establecimiento que pertenece al pueblo de Montemayor.
Nemesio Sánchez: ladrones de mulos y de cabras
Enviado por Reynaldo Lugo el Dom, 04/03/2012 - 23:28.Séptimo capítulo de las memorias de D.Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
Un día me dice mi abuelo: “vamos a ir a mi sandial, te quedarás a dormir allí. Tío Nicolás ha de venir todas las noches a traerte comida y a dormir contigo”. ¿Qué más podía pedir? Estaba mejor que un rey. Esta propiedad estaba en el valle que cité anteriormente. Yo me echaba de espaldas en el prado, debajo de un peral, dejando pasar los días en el mejor de los mundos.
En la propiedad aledaña había dos niñas cuidando sandías y melones. Una era hija del dueño y la otra una amiga, tendrían unos diez años, más o menos. En esa fecha yo aún no había cumplido los doce. Corría el año 1902. El padre de una de ellas, o sea el dueño, venía todas las noches a dormir con ellas.
Una de esas tardes llegó alguien completamente desconocido para mí, bajó del mulo, lo ató en un roble, entró a mi sandial y me dice, “Buenas tardes”, yo contesté el saludo desde el lugar en que me hallaba sentado, cerca de la pared del vecino. “¿Me quiere vender una sandía?”, me preguntó y respondo que yo no sabía distinguir cuál estaba madura. “No te preocupes, yo las conozco” y diciendo esto se puso a revisar las sandías, hasta que encontró una de su gusto y la cortó.
Nemesio Sánchez: el regreso de tío Bartolo y la piel de la culebra
Enviado por Reynaldo Lugo el Dom, 26/02/2012 - 19:14.Sexto capítulo de las memorias de D.Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
Entre 1900, o 1901, no recuerdo bien, me dice mi madre de ir a casa de tío Andrés. Ya sabéis que allá a todos les dicen de tío ó tía. Este “tío” era vecino nuestro y hacía poco había llegado un hijo suyo de regreso de la guerra de Cuba. Se llamaba Nicolás, estaba en el patio y había dos mujeres más. Mi madre lo saludó y le preguntó cómo era que estaba tan desmejorado. Él contestó que habían sufrido muchas penurias. “Hubo momentos que tuve que beber mi propia orina porque me moría de sed”. Mi madre lloraba al escucharlo.
A la semana siguiente, vino un tío mío que se llamaba Bartolo, también había estado en la guerra de Cuba, pero nunca se había visto con Nicolás. Venía vestido de civil, con un traje nuevo, con la chaqueta sin abrochar, ¡gordo! Llevaba una camisa blanca con pechera de seda y rayas amarillas y azules como de un centímetro de ancho. Yo quedé enamorado de esa camisa hasta el extremo de comprarme una parecida, once años después, cuando la vi en una vidriera, en una tienda en San Miguel, cerca de Campo de Mayo. Entré sin vacilar y compré una a mi medida, la cuidaba como a una mascota hasta que se gastó de tanto uso.
Nemesio Sánchez: adiós al colegio
Enviado por Reynaldo Lugo el Sáb, 18/02/2012 - 22:55.Quinto capítulo de las memorias de D.Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
En el año 1899, a mi padre lo citaron las autoridades del pueblo y le dijeron que iban a subastar el corretaje. Así llaman allá a un impuesto que se les cobra al que compra o vende y que tenían interés en que se encargara él del corretaje y no otra persona, y que después le rebajarían a una suma razonable, para que mi padre también tuviera una ganancia. Mi padre estuvo conforme. No sé si esto fue de palabra o escrito, lo que sí sé es que, cuando llegó el momento de cobrar, le exigieron el pago subastado.
Mi padre se puso nervioso y se negó a pagar. Entonces las autoridades le hicieron juicio por cobro de deuda y le embargaron las vacas y el mulo que tenía y se lo remataron. Entonces mi padre fue a la ciudad de Béjar y buscó un abogado. Recuerdo haber oído el nombre del abogado, un tal Casimiro Gómez. Pasado un tiempo, mi padre fue a ver cómo seguía el trámite y le dijeron que el abogado había fallecido.
Nemesio Sánchez: sandías con lobos
Enviado por Reynaldo Lugo el Sáb, 11/02/2012 - 23:29.Cuarto capítulo de las memorias de D.Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
Así me pasaba el tiempo hasta quedar dormido. Una noche oigo que alguien estaba junto a mí. De inmediato me incorporo bruscamente y veo que sale corriendo un animal parecido a un perro. Me volví a acostar y no le di importancia. A esa edad de siete años yo no conocía ninguna fiera; por lo tanto, no tenía miedo. Cuando a la noche siguiente vino mi padre, le comenté lo del animal que creí un perro. Él me dijo que seguramente era un lobo o zorro, porque perros hay solamente tres en el pueblo y van siempre tras sus dueños.
Así pasaban los días y las noches, yo me sentía mejor que un rey. Estaba tan feliz que todo me parecía mío. Cuando despertaba, por las mañanas, lo primero que hacía era ver si faltaba alguna sandía. Una vez hecho esto, me sentaba en mi silla de piedra, abría mi morrala, cortaba un trozo de pan y otro de chorizo o de queso, porque mi padre me traía, una vez chorizo y otra vez queso. Hecho esto, me iba al arroyo que está en el prado vecino, a saciar mi sed.
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