Bajo licencia de Creative Commons.
Nemesio Sánchez: sandías con lobos
Cuarto capítulo de las memorias de D.Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
Así me pasaba el tiempo hasta quedar dormido. Una noche oigo que alguien estaba junto a mí. De inmediato me incorporo bruscamente y veo que sale corriendo un animal parecido a un perro. Me volví a acostar y no le di importancia. A esa edad de siete años yo no conocía ninguna fiera; por lo tanto, no tenía miedo. Cuando a la noche siguiente vino mi padre, le comenté lo del animal que creí un perro. Él me dijo que seguramente era un lobo o zorro, porque perros hay solamente tres en el pueblo y van siempre tras sus dueños.
Así pasaban los días y las noches, yo me sentía mejor que un rey. Estaba tan feliz que todo me parecía mío. Cuando despertaba, por las mañanas, lo primero que hacía era ver si faltaba alguna sandía. Una vez hecho esto, me sentaba en mi silla de piedra, abría mi morrala, cortaba un trozo de pan y otro de chorizo o de queso, porque mi padre me traía, una vez chorizo y otra vez queso. Hecho esto, me iba al arroyo que está en el prado vecino, a saciar mi sed.
Una noche, cuando ya me había dormido, comencé a oír ruidos justo sobre el castaño. Me incorporé y no vi a nadie, pero los golpes continuaban. Esa noche no pude dormir. Los golpeteos terminaron con la luz del día. Cuando vino mi padre le conté que no había podido dormir a causa de los ruidos sobre el castaño. Mi padre se puso a reír. “Esos eran pájaros carpinteros, con el pico van sacando la madera para hacer el nido y luego ponen los huevos…”, me dijo.
Como de costumbre, mi padre marchó al amanecer. Cuando me levanté, fui como todas las mañanas a inspeccionar el sandial, luego comí lo acostumbrado y me puse a mirar los pájaros con la intención de descubrir al llamado carpintero. Cuando apareció el primero me dije ”ése es”, pero luego pasaron otros y me confundí. Total, que esperé la llegada de mi padre y él me lo describió con un pico largo y fuerte. Y ese día pensé…
Entre pájaros y zorros andan mis nietos
Nadando en el arroyo para pasar el tiempo…
Por las mañanas el canto de los pájaros era de lo más variado, ¡una variedad de trinos! Parecía una orquesta. Se distinguían los canarios y las calandrias, ¡qué deleite!
El canario es como el que aquí, en esta tierra, le llaman “misto” o “mixto", tiene el vientre amarillo y el lomo gris oscuro, en la cabeza una mancha colorada a cada lado; por eso lo llamamos “colorín fino”. También hay “cú cú”, que tiene un plumaje verde muy lindo pero muy feo olor. Pone los huevos en el nido de otros pájaros para que se los empollen. Cuando han crecido un poco, sacan a sus compañeros del nido y se quedan como dueños. Los padres de los “despojados” que han caído al suelo los cuidan a todos.
Algunas aves hacen el nido en el suelo. Con las patas hacen un hoyo y lo revisten de paja fina y luego con plumas, pero a veces los comen los lagartos. Éstos suelen subir a los árboles en busca de huevos. Cuando yo cuidaba mis sandías solía ver cigüeñas. Tenían el nido en la torre de la iglesia, también había águilas, pero desaparecieron, no sé por qué.
Las simpáticas golondrinas vienen en la primavera y están allí hasta el otoño. Cada pareja va a la casa que dejaron en años anteriores, me refiero al nido, que en este caso lo hacían en las casas. Hacen el nido con barro, lo pegan en la pared, cerca del techo y luego lo cubren de pajas finas y plumas. El plumaje del pecho y vientre es blanco y todo lo demás, negro. Apenas amanece empiezan a cantar, usted no necesita despertador. En mi pueblo es considerada un ave sagrada. Es un ave singular porque, al ponerse el sol, se juntan en bandadas y vuelan por todo el pueblo cantando sin cesar, como una orquesta. Luego cada pareja entra en su nido hasta el amanecer. Al llegar el otoño desaparecen de la noche a la mañana. Pero volvamos a mi sandial.
Una tarde, bajé de mi silla de piedra y fui curioseando hasta otra propiedad, luego fui a otra y pude ver que estaba sembrada de sandías, ¡estaban grandes! Sin pensar demasiado, salté la pared y corté una como si fueran mías y la llevé a mi silla. Allí, con la navajita, la corté al medio. No estaba bien madura pero se podía comer. Cuando ya había comido bastante, empecé a avergonzarme de mi actitud. Mi padre me pone a cuidar nuestras sandías y yo le robo al vecino. Enseguida tomé lo que quedaba y lo arrojé al trigal de la propiedad vecina. El trigo estaba a punto para la cosecha. Y éste es el primer ladrón de siete años que conocí. Esto lo había mantenido en secreto hasta el día de hoy. Nadie vino a reclamar la falta de una sandía pero si mi padre se hubiera enterado se habría enojado muchísimo. Después de ese día no volví a salir de mi sandial.
Una noche, me acuesto como de costumbre. Eran más o menos las once de la noche cuando oigo unos estampidos tremendos. Hacía varios días que había luna y ese día estaba nublado pero algo se veía. Me levanté asustado, los estampidos no cesaban, yo tenía un miedo terrible. Enseguida tomé la manta y la morrala y me escondí en la cueva que antes mencioné, pero no duré allí ni un minuto. Me parecía que el cielo se me venía encima. Dejé manta y morrala y me fui corriendo para mi casa sin mirar atrás.
Creo que el miedo da fuerzas para hacer cualquier cosa. Al entrar al pueblo me sentí seguro, sin miedo. Lo atravesé calle por calle hasta llegar a mi casa, en la otra orilla del pueblo. Llamé a mi madre que acudió enseguida, debió estar despierta, y me dice “¿cómo te atreviste a venir a estas horas?”. Contesté que tenía mucho miedo porque no sabía qué eran esos estampidos. ”Ésos son truenos hijo, hay tormenta y parece que va a llover”. Total, que fueron sólo truenos. No llovió.
Yo hice un kilómetro y medio hasta mi casa volando. Subí a la sala donde están los dormitorios, en el segundo piso, y me acosté, ¡dormí como un tronco!
A los dos días mi madre me mandó al colegio. No sé que pasó con las sandías, ni recuerdo haberlas comido… Cuando entré al colegio, me llamó el profesor y me preguntó ”¿dónde has estado?”. A lo que contesté “cuidando las sandías que mi padre tiene en Ornalinos”. “¡Te voy a dar sandías!...”, me dijo y tomando una varita de mimbre me empezó a azotar en los oídos, luego me tomó de las orejas y me levantó en vilo. Yo lloraba pero no gritaba. Recuerdo que yo me preguntaba, “¿no tengo que obedecer a mi padre?, ¿qué culpa tengo yo?”. El maestro me dijo que tenía que ir todos los días al colegio porque de lo contrario sería un asno. “!Siéntate a la mesa y haz los deberes!”. Así lo hice.
Este maestro vino a ser luego el abuelo del cura medio pariente nuestro que vino el año pasado con los setecientos más que vinieron a la Argentina. Cuando llegué a casa le conté a mi madre lo que me había pasado en la escuela. No sé si mi madre habló con el maestro, pero nunca más me castigó. Y ahora le cantaré a las ranas:
Una noche que la luna, con su belleza lejana
me acerqué a la laguna, para oír cantar a las ranas.
Ese hermoso canto que le agrada a tanta gente
me lo quedé escuchando, sin importarme de nada.
Y seguí escuchando, digo con toda sinceridad
que yo me quedé dormido hasta que pude despertar.
Texto transcrito del original por Doña Inés Ruiz Quiroga.
Continuará….
- Lo que es un verdadero
hace 11 horas 6 mins - Ha sido un placer escuchar a
hace 1 día 3 horas - Y esto no es lo que
hace 1 día 14 horas - Una ley que discrimina a las
hace 4 días 5 horas - Mala persona es saber,
hace 5 días 5 horas - Bobadas???? Meter en el
hace 5 días 6 horas - Y tú que hablas de todo el
hace 1 semana 1 hora - Malegro por la hermandad y
hace 1 semana 1 hora - Ya decía yo. Así me gusta.
hace 1 semana 6 horas - Efectivamente
Basta con que
hace 1 semana 7 horas
La forma de contar sus vivencias, me recuerda a la manera en que las contaba mi abuelo, el era de La Calzada , se quedó huerfano a los ocho años y le mandaron al monte, a cuidar ovejas para ganarse el pan que comía; todas estas vidas tan duras, nos llevaron donde hoy estamos; es tan injusto que nos estemos dejando quitar los derechos que ellos se trabajaron con tanto sudor!!!!!!
Sencillo y maravilloso.
Enviar un comentario nuevo