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El balcón de la literatura
Versos de verano
Enviado por bejar-biz el Sáb, 15/07/2017 - 21:12.Por Aurora Wiggins de la Serra
Miro la luna teñida de sal
Recién asomada por encima de Farrutx
Un tajo desmochado ya del rostro
De arriba hacia abajo y el costado
Como una cabeza que fuera perdiendo recuerdos en la noche
Susurra el mar enfrente de mis ojos
Un pasajero a bordo de un cuento interminable
Comienza a recitar
Escucha lo que dice:
Agárrate a la cola del pez que ahora pasa por tu puerta
Ese grande de escamas doradas refulgentes
Móntate en su lomo
Navega, gira entre las olas
Y da la vuelta al mundo
Hasta que encuentres una brecha profunda en una costa
Donde clavar los dedos
Y desembarcarte
De todas esas cosas pequeñas que te ocupan
Y en realidad no importan
Discurso de Eduardo Mendoza al recibir el Premio Cervantes 2017
Enviado por bejar-biz el Jue, 20/04/2017 - 20:31.Majestades, autoridades, señoras y señores,
No creo equivocarme si digo que la posición que ocupo, aquí, en este mismo momento, es envidiable para todo el mundo, excepto para mí.
Han transcurrido varios meses desde que me llamó el señor Ministro para comunicarme que me había sido concedido el premio Cervantes y todavía no sé cómo debo reaccionar. Espero no haber quedado mal entonces, ni quedar mal ahora, ni en el futuro.
Porque un premio de esta importancia, tanto por lo que representa como por las personas que lo han recibido a lo largo de los años, no es fácil de asimilar adecuadamente, sin orgullo ni modestia. No peco de insincero al decir que nunca esperé recibirlo.
En mis escritos he practicado con reincidencia el género humorístico y estaba convencido de que eso me pondría a salvo de muchas responsabilidades. Ya veo que me equivoqué. Quiero pensar que al premiarme a mí, el jurado ha querido premiar este género, el del humor, que ha dado nombres tan ilustres a la literatura española, pero que a menudo y de un modo tácito se considera un género menor. Yo no lo veo así. Y aunque fuera un género menor, igualmente habría que buscar y reconocer en él la excelencia.
Arráncame la vida con el último beso de amor
Enviado por bejar-biz el Mar, 10/01/2017 - 12:20.Cuento de Reynaldo Lugo
Premio del Concurso Internacional de Relatos Semana Negra de Gijón 2011
El jurado del premio de relatos Semana Negra / Ateneo Obrero de Gijón, integrado por Fritz Glockner (México), Eduardo Monteverde (México) y Sébastien Rutés (Francia) otorgó el premio al relato “Arráncame la vida con el último beso de amor”, de Reynaldo Amado Lugo (España). Los dos accésit fueron: “La doctrina”, de Laura Massolo (Argentina) y “Este infierno de mierda”, de Kike Ferrari (Argentina). El jurado apreció la escritura elegante y el ritmo de la prosa del relato premiado, y quisiera destacar la gran calidad de los cinco finalistas de este año.
En esta edición del Concurso de Relatos Semana Negra han participado 193 autores con 208 cuentos.
Es ella, me dije. ¿Era? Tenía que serlo. Le extendí la mano y la suya la retuvo. Decidida. Ignorante del alcance que aquel gesto tendría. Un bolero nunca es desdeñable para las mujeres que esperan en un salón de baile. Ni una mano suave que les lleve el pensamiento a la cadera.
—Te advierto que no soy buena —dijo, con una sonrisita de inocencia y una contradictoria mirada que insinuaba lo buena que podría ser.
—¿Estás sola?
—¿Necesitas de alguien más?
Azucena volvió a sonreír, pero ya no con la expresión candorosa de María el día que el ángel bajó del cielo para hacerle un hijo en nombre de Dios. La nueva sonrisa era maliciosa. Estaría imaginando, quizás, a dónde llegarían mis manos cuando ajustáramos nuestros cuerpos y Luis Miguel le pidiera por mí —sin ser Dios— que me besara mucho, como si fuera esa noche la última vez.
Espérame en el cielo, corazón
Enviado por bejar-biz el Dom, 01/01/2017 - 17:50.Cuento de Reynaldo Lugo
Relato finalista del Concurso Internacional de cuentos Semana Negra de Gijón
El profesor la miró por encima de los lentes y bebió un sorbo de cerveza antes de ponerse de pie; tomó el portafolios y lo colocó sobre la silla vacía. Rossana siguió sus movimientos con una chispa de lujuria centellando desde las tinieblas de su sexualidad momificada, apoyó una mano sobre el Samsonite antediluviano con cerradura de combinación y echó una ojeada de reproche a la fachada de la Secretaría de Defensa, que se veía tras los cristales de los alegres ventanales de Charlie&Josie. Un instante más tarde, él salió a la Plaza de Armas y se fue perdiendo de a poco entre los transeúntes en su viaje de ida hacia una gestión de vida o muerte. Ella observó a aquel Arturo de Córdoba caído del cielo tomando distancia, sin calcular que un hombre dentro de un bar puede ser un catedrático de irrealidades. Pensaba en su regreso y en lo que vendría después. Y mientras pensaba, tuvo tiempo de tomarse otro tequila. El último.
Rossana había entrado al bar un par de horas antes, siendo aún Rosa Rosales, un nombre que le traía malos recuerdos. Dos o tres veces por semana dedicaba el receso laboral a tomar tequila y entonces se transformaba en Rossana. El Cuervo Gold le hacía más llevadera la vuelta a su mesa de la biblioteca General Lafayette en la Secretaría de Defensa.
—¿Quién es él, Charlie? —preguntó ella cuando aún no había sucedido nada y Arturo era un desconocido que la miraba con insistencia.
Imagina que no existe el cielo
Enviado por bejar-biz el Dom, 25/12/2016 - 18:25.Cuento de Reynaldo Lugo
Premio del concurso Mariano Peraile 2011 convocado por la revista Madrid Sindical
Lo encontraron a la orilla del río con los ojos vueltos al cielo. Parecía vivo. Tan vivo que los vecinos tardaron en comprender que sería incapaz de salir por sí mismo de su última pose profética. Pero lo que más impresionó a quienes hallaron el cadáver fue la sonrisa con que recibió a la muerte; una sonrisa que se resistió a todos los esfuerzos por borrarla y que era como un recordatorio post mortem de lo que él les había metido en la cabeza: ninguna calamidad es suficiente para convertirse en desgracia.
San Antonio del Encomendador era un pueblito perdido en la geografía de una región montañosa. Invisible en los mapas. Ignorado en las ciudades. Fuera del foco de la lente perseverante de los descubridores de nuevos mercados; aunque aquella distancia inabarcable hasta la humanidad no resultara lo bastante para que fuera un mundo aparte. Y, como en cualquier lugar, la gente sobrevivía, cabizbaja, a las inseguridades y los maltratos de una existencia agobiante. Sólo aquel cadáver sonriente había logrado abrir la puerta de escape de lo que parecía un destino irreversible, arrastrando a los vecinos hasta una vida ficticia que llegó a ser más vida que la vida misma.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 27
Enviado por bejar-biz el Sáb, 06/02/2016 - 19:31.Sin palabras
Autor: Ernesto Maíllo
Los caminantes no hablan entre ellos, apenas unos gestos para hacer sentir su presencia que como una sombra se atisba por el rabillo del ojo. Sin embargo esa sombra que siempre está al lado es reconfortante, se diría que su ausencia acentúa la orfandad del ser humano cuando se enfrenta a si mismo, a sus fantasmas, a sus miedos y temores, a la soledad.
Hace tiempo que los hijos se fueron, dejando un rastro de risas, esperanzas y unos gramos de amargura. Alguno tuvo que ir muy lejos, al otro lado del mundo que ahora se ha reducido y que ya no es tan grande. Ya todos están a un click de whatsapp desde el móvil
Esta primavera viene húmeda, falta hace, pues el invierno ha sido muy seco, piensa Martín. Las nieves tardaron mucho más de lo habitual y fueron muy escasas. El ganado ha sufrido bastante, tuvieron que alimentarlos con pienso, pues apenas había hierba, pero con un poco de suerte la hierba volverá a brotar y podrán almacenar las pacas en el granero. En otoño tampoco pudieron recoger setas, se vuelve a lamentar Martín, en riguroso silencio, con lo que le gustan los boletus, que Encarna prepara de mil maneras.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 26
Enviado por bejar-biz el Jue, 04/02/2016 - 13:45.El Padrino cuesta arriba por una montaña verde
Autor: César Gabino
Despertar angustiado por un sueño no es noticia ni mereciera ser contado. La gente habla de sus sueños como si fuesen estrenos de Spielberg, una fantasía sin necesidad de billete de entrada ni palomitas. Los míos eran como todos, hasta el día en que comencé a soñar con un Padrino hecho a imagen y semejanza del de Coppola. Mi Padrino. Y a despertar, aterrorizado, de un salto en la cama.
Aparecía detrás de una columna de un edificio en llamas o sirviendo café en un motel de carretera o delante de mí, rascando la nieve que cubría un cartel atornillado a una viga de hierro para que yo leyera: “Cima del Everest a dos kilómetros. Obligatorio el uso de cadenas”. En los sitios más irracionales y en los momentos más absurdos dentro de lo absurdo, se presentaba él, siempre con la misma americana de rayas tenues como su voz cascada.
Llegaba, salido de la nada, para salvarme. Nunca supe su nombre ni la marca de la pistola, una especie de arcabuz de paintball. Nunca temí por su presencia. Aparecía para ayudarme a salir del mismo estúpido sueño en que cada noche me perdía por parajes desconocidos, angustiado por no lograr encontrar el camino de regreso a la vigilia. Y me guiaba por un sendero empinado, hablándome de los vinos de Sicilia o del café que se bebía en Alessandria dalla Roca o de los caprichos de la naturaleza que creaba cosas bellas y peligrosas. Conversábamos continuamente, sin espacio para los silencios. Hasta llegar a la cima de la montaña verde y al barranco escalofriante, donde me miraba a los ojos reprimiendo una sonrisa y me decía: “Todo tuyo, Santino. ¿Un saltito en la cama?".
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 25
Enviado por bejar-biz el Dom, 31/01/2016 - 13:23.Espantando soledades
Autor: Dido Fibonacio
Los días que hace bueno, Paca sale a dar un paseo después de comer. Agarra su bastón y sube despacio por la carretera del puerto. Desde que hicieron la autovía ya casi no circulan coches por esa carretera. Siempre se para en el castaño grande. Allí hay un mirador y unos bancos en los que sentarse un ratito a contemplar el paisaje y a llorar un poco sin que nadie, salvo los árboles, la vea. Paca se quedó viuda hace un par de años. Vive sola y viste de luto riguroso. Aunque hace tiempo que está jubilado, Ambrosio sube todas las tardes hasta los prados de arriba para abrir y cerrar la regadera y cavar un ratito en la huerta. Le acompañan sus dos perros. Todavía se encuentra con fuerzas y esa tarea le mantiene activo. Terminada la faena, se pone el azadón al hombro y regresa tranquilamente a su casa por la carretera del pueblo. Va ya para cinco años que Ambrosio también se quedó viudo. Vive solo y un mono azul es su segunda piel. Muchas tardes se encuentra con Paca, comparten carretera y aprovechan para pegar la hebra. “Anda Paca, sécate esos ojos, que parece que has llorado”, le dice él con cariño. “Qué va, es que debo tener alergia a algo”, miente ella mientras saca un pañuelo y se lo lleva a los ojos. Luego se preguntan por los hijos, los nietos, la salud. Hablan del tiempo, de lo bonito que está el campo. Se ponen al día de la vida del pueblo. Comparten recuerdos. Espantan soledades. “Ya vamos quedando pocos”, dice él sin venir a cuento. “Esta mañana me ha llamado mi hija Juani”, le contesta ella. Ambrosio la mira intuyendo lo que va a decir. No se equivoca. “Mis hijos quieren que me vaya a una residencia”, continúa Paca. Ninguno de los dos dice nada. Se levanta una pequeña brisa. Uno de los perros se acerca a ellos moviendo la cola y esperando una carantoña perdida. “¿Y tú que le has dicho?”, rompe él el silencio. La respuesta se derrama en la última curva: “Que no. Que todavía me puedo valer. Que además aquí todos nos ayudamos”. Él asiente y mira para otro lado para que ella no vea su sonrisa. Abre la boca para decir algo pero se calla. Piensa que el luto puede más que la soledad. Quizás otro día se atreva a proponerle que se vaya a vivir con él. El luto no va a durar eternamente, ¿o sí? Queda tan poco tiempo.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 24
Enviado por bejar-biz el Vie, 29/01/2016 - 18:38.Un reparto moderno
Autora: Encarni Hidalgo
¡Mira qué!, tantos años juntos y todo se va a quedar en terrenos divididos. ¡Es gracioso esto! ¡Que repartamos las pertenencias! Las perras se dividen rápido donde no hay. Los dos tocamos a poco.
En las huertas, después de subir las cuestas, hacemos con el sacho una zanja: a la derecha el peral y las patatas para ti; a la izquierda el manzano y las cebollas para mí.
¡Pero hombre!, lo de hacer lo mismo en la casa..., no lo veo, ¡que no! No lo veo. ¿Cómo vamos a vivir cada uno en un lado? ¿Y quién se queda con la cocina? ¿Y quién con el baño?
Es que te has empeñado en ser moderno a tus años. Después de todo los chicos tienen razón; vivimos el tiempo que nos quede como hasta ahora, los dos en la casa y cada uno con nuestras cosas, que a mí me parece bien que te estés en la huerta toda la mañana, yo por la tarde tengo la gimnasia y el taller de ordenadores, pero luego a la hora de cenar, por lo menos tenemos a alguien para comentar el parte.
Pero eso sí, si repartimos la tele me la quedo yo.
No Concurso "La Cuesta de los Perros II". Cuentos recibidos 23
Enviado por bejar-biz el Jue, 28/01/2016 - 18:28.La última mirada
Autor: Francisco Javier Aparicio Sánchez.
Mi estrategia como agente de bolsa se basa en algo más que los datos. Hay también una parte de intuición con la que consigo superar a otros brokers. En pocos años me he convertido en un gurú de las finanzas, todos los inversores quieren contratarme. No puedo pedir más.
Debería ser feliz, tengo todo lo que busqué: fama, dinero, prestigio. Pero nadie sabe que mi exitosa vida diurna se convierte en una pesadilla por las noches. Ni las pastillas ni los psicólogos han conseguido que concilie el sueño. Ya ni recuerdo la sensación de dormir plácidamente.
Y es que me he acostumbrado a convivir con esa última mirada. Esa que vuelve a mi mente y a mi corazón cada atardecer. Todavía puedo escuchar a mi madre decirme: “Vamos a las Cerraillas a por unas patatas”. Entonces hice mi maleta frenéticamente, con la energía de mis 18 años, con mi ansia por comerme el mundo.
Mis padres no lo entenderían. Ellos querían para mi otra vida. Su único hijo era también su única esperanza de prorrogar lo que siempre habían conocido. Fui un cobarde, lo sé. Huí sin explicaciones, sin excusas, sin despedidas. Por eso cuando me asomé a la ventana y vi a mis padres caminando hacia las Cerraillas por el camino viejo, supe que esa sería la última mirada a mi pasado. Lo que no adiviné es que esa mirada me perseguiría cada noche, que la culpa se reflejaría en los cristales de esa ventana, que no podría escapar del camino viejo.
Y por eso ahora estoy aquí, en el tren de vuelta, tras muchos años de lágrimas millonarias. Hoy voy a explicar lo que no supe explicar con 18 años. Hoy voy a conseguir que esa mirada deje de ser la última.
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