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Recordando el Holocausto en Madrid: Auschwitz. No muy lejos. No hace mucho.
Iván Parro
El lunes pasado aproveché mi estancia en Madrid para visitar y recorrer las salas de una exposición que recomiendo totalmente: Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos.
Esta exposición (que se ha prorrogado hasta octubre) recoge la historia de este campo maldito. Se ha dicho muchas veces que hay un antes y un después de Auschwitz, y yo creo que en parte esto es muy cierto, pues esa máquina de exterminar planificada hasta límites insospechados, marcó en buena parte el destino cultural y social de una buena parte de la población europea. Son muy pocos los supervivientes de Auschwitz vivos, aquellos/as de ese campo donde sobrevivir era la vida, donde las escasas fuerzas que quedaban se empeñaban sin dudarlo en mantenerse vivo, sea como fuera, a pesar de las inclemencias, de los trabajos forzados y forzosos o de las múltiples torturas de todo tipo a las que los militares y médicos alemanes del campo sometían a los presos/as allí confinados, provenientes de orígenes diferentes, mezclados a veces entre ellos, de etnias y raíces distintas, pero juntos en el único y primordial objetivo de sobrevivir.
La exposición ofrece un recorrido que se inicia en el proceso de gestación del odio y del desprecio a ciertos grupos de población como los judíos, que se inculcaba a los niños alemanes desde bien pequeños, con cuentos y juegos que marcaban de una manera particular a los judíos. También se explica el entorno político y las leyes que poco a poco van quitando derechos a los judíos y les convierten en poco más que desechos, seres infrahumanos, o los cosifican como objetos, confinándoles en ghettos, obligándoles a llevar cosida en la ropa una estrella identificativa de su origen, prohibiéndoles la libre circulación por las ciudades, impidiéndoles ejercitar determinados trabajos, etc. Una cultura antisemita total que luego se expandió a otros grupos como gitanos, homosexuales, discapacitados, prisioneros de guerra soviéticos y cualquier otro que fuera considerado elemento antisocial, identificados cada uno con colores para distinguirlos.
Auschwitz recordemos fue una gigantesca fábrica de muerte en la que se gaseaba y quemaba en los hornos crematorios como si de una próspera industria se trataba, hornos que por cierto funcionaban todo el día, alimentado aún más esa psicosis, ese miedo aterrador al inesperado final de los prisioneros, que no sabían cuándo les llegaría el turno.
Se ha escrito muchísimo sobre Auschwitz, sobre su significado, su arquitectura, sus prisioneros, sus guardianes, sus métodos, y buena parte de ese legado lo podemos ir leyendo en las citas que se muestran en las paredes de las sales, palabras entresacadas entre cientos de testimonios de uno y de otro lado, algunas de las cuales llegan hasta emocionar, llegando al alma, intentado trasladarnos a ese tiempo, a ese lugar, para intentar entender lo incomprensible, para saber por qué tanta maldad, tanta atrocidad, tantos asesinatos sin motivo, tantas vejaciones, tantos experimentos, tanta tortura que allí se cometía mientras buena parte de Europa intentaba vencer en la guerra al ejército alemán y sus aliados. ¿Por qué? ¿Por qué esa rabia, esa ceguera? ¿Por qué esos cadáveres, esas muertes, esos niños sin futuro? ¿Por qué ese infierno sobre la tierra?
Quiero señalar, como así se explica también en la exposición, que fueron muchos los alemanes que también murieron en campos de concentración como Auschwitz, bien por ayudar a judíos, bien porque no comulgaban con el nacionalsocialismo y eran enemigos para el sistema, o bien porque sus creencias o valores eran muy distintas a las del partido en el poder. Y fueron masacrados, asesinados y torturados como el resto. Muchos alemanes no sabían qué sucedía en los campos. Muchos alemanes ignoraban lo que su gobierno perpetraba en esos lugares. Y cuando lo supieron (como explica el documental que recomiendo al final) no tenían palabras, no podían creerlo, pero sí, eso que veían era obra de sus compatriotas.
Auschwitz era el cementerio de todos y la esperanza de ninguno (o de muy pocos). Entrar en Auschwitz era iniciar el principio del fin, porque casi todos fueron engañados creyendo que iban a trabajar (“El trabajo os hará libres” era la frase de bienvenida al campo), o que ese sitio era transitorio porque era una parada a la espera de un nuevo destino, una nueva tierra en la que vivir, pero nada más lejos de la realidad.
Cuando paraba el tren y bajaban todos los que quedaban vivos después del largo viaje se hacía la primera selección, se separaban familias, se enviaba a la “ducha” a los más débiles, a los ancianos, a quienes no podían defenderse, y todo bajo la atenta mirada de los militares nazis con sus armas, con sus perros, con sus gritos amedrentadores, con su mezquina soberbia algunos, con su aire de superioridad absurda. ¡Qué engañados también estaban ellos! ¡Qué enseñanzas más parciales habían recibido! Pero eran militares, y a lo mejor cumplían su función. Una función macabra y despreciable, pero la cumplían porque su elección era esa.
Otros oficiales y militares alemanes sin embargo ayudaron a salvar y proteger de la muerte segura a cientos de personas. Por recordar algunos de ellos: Karl Plagge, oficial y militante del partido nazi, declarado Justo entre las Naciones, por salvar a más de un millar de judíos de Vilnius (Lituania); Heinz Drossel, oficial que ocultó una familia judía en su propia casa; Albert Göring, el hermano del jerarca nazi Herman Göring, que ayudó a muchos judíos a escapar a países como Suiza; Wilm Hosenfeld, oficial que escondió a cientos de polacos y judíos cristianos dándoles papeles de trabajo falsos en el estadio deportivo de Varsovia. Son ejemplos de cómo quizá sí que quedaba un pequeño atisbo de esperanza ante tanta maldad y muerte.
Es importante visitar la exposición. Es casi imprescindible visitar la exposición, dejarse llevar por sus historias, por sus objetos (entre los que se encuentran trajes de rayas, literas de los barracones, maletas y enseres varios de quienes llegaban al campo, y zapatos, sobre todo uno de un niño con un calcetín todavía dentro, uno de los muchos niños pequeños que junto con sus madres o con sus abuelos se dirigían confiados hacia la ducha asesina, viviendo sin quererlo ni comerlo las inimaginables escenas de pánico, de terror, de muerte y desesperación que se sucedían dentro de los contenedores. No nos podemos imaginar cuánto dolor, cuánto sufrimiento, cuánto desconsuelo sin respuesta.
¡Nunca más! Es el grito de muchos que ahora también lanzo con rabia contenida, con la emoción controlada, con el interés en seguir profundizando en ese nombre, en ese campo, en esas historias, en ese universo de pequeños milagros también, en esa población que desaparecía por el simple hecho de pertenecer a otra etnia, por pensar diferente o por ser diferente.
¡Nunca más! Porque hoy en día muchas decisiones políticas que se están tomando con respecto a los inmigrantes que intentan cruzar el Mediterráneo o llegar a EE.UU. evocan esas leyes del partido nacionalsocialista y los comportamientos de una parte de la sociedad, como indica Josep Ramoneda en el artículo que pueden leer en el siguiente enlace: https://tinyurl.com/y886wcop
¡Nunca más! Porque Europa después de la guerra fue modelo de desarrollo, de convivencia y de reconciliación, aunque ahora existan graves grietas entre algunos países a costa, entre otros motivos, de la inmigración.
¡Nunca más! Porque nadie merece otro Auschwitz. Nadie.
Termino recordando una de esas citas que se pueden leer en la exposición: “No tengo palabras. No puedo describir cómo nos sentíamos los de los grupos de trabajo, cómo podíamos seguir viviendo tras contemplar el asesinato de judíos como nosotros y oír sus gritos de angustia. Un día tras otro, los mismos horrores y la misma desesperación. No estábamos muertos, pero tampoco estábamos vivos. Cada uno de nosotros sufría por los otros judíos sin ignorar que pronto estaría muerto también” (Rudolf Reder)
Para más información: http://auschwitz.net/
Museo y memorial de Auschwitz-Birkenau: http://auschwitz.org/en/more/spanish/
Guía sobre Auschwitz: http://tinyurl.com/ybg7qnu2
Documental Auschwitz, la fábrica de muerte: http://tinyurl.com/ybotdyhk
Guía de lectura sobre el Holocausto: http://tinyurl.com/yayzrhcu
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Me he emocionado al leer tus palabras. Gracias por tu recomendación de ver la exposición. No olvidar el sufrimiento humano y aprender de ello para q no vuelva a pasar esa atrocidad. Aún que muy a mi pesar siguen pasando, y los países desarrollados hacen oídos sordos al sufrimiento, asesinatos, pobreza , y violación de los derechos humanos q muchas personas sufren y q huyen de sus casas con el único propósito de VIVIR.
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