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Por la vida, contra la pena de muerte
“¿Salvar vidas quitando vidas?
Eso es como intentar detener una tormenta soplando más fuerte.
Ridículo. No se puede proteger matando”
(Brandon Sanderson)
Hoy se celebra en muchos lugares del mundo el Día Mundial contra la pena de muerte y desde 2007 el Día Europeo contra la pena de muerte, un castigo que aún se aplica o que sigue vigente en las legislaciones de 55 países.
Como defensores de la vida y de los derechos humanos no podemos estar a favor de esta pena cruel y degradante, que entre otros aspectos no disuade de cometer crímenes a los malhechores, se aplica de forma discriminatoria, es arbitraria e irreversible y se puede usar como herramienta política.
Más de cincuenta países mantienen o aplican la pena de muerte, y son 28.670 las personas que se calculan están condenadas a muerte en todo el mundo. Los países que más ejecuciones llevaron a cabo el año pasado fueron China, Irán, Egipto, Arabia Saudí y Siria, según el informe “Condenas a muerte y ejecuciones 2021” de Amnistía Internacional, una brújula necesaria e imprescindible para conocer el estado actual de la cuestión. En términos generales podemos afirmar que más de dos tercios de los países del mundo han abolido la pena de muerte de sus legislaciones en la práctica (144 países), quedando 55 países retencionistas, que la aplican o la mantienen en sus legislaciones.
En poco tiempo se ha logrado que sean más numerosos los países que la tienen totalmente abolida de sus normas que los que la mantienen y/o aplican. Vivimos en un momento histórico sin precedentes en este sentido, aunque siempre complicado debido a los imprevisibles e inesperados vaivenes que se produzcan, pero los activistas de los Derechos Humanos no podemos ni debemos abandonar la defensa y protección de esos valores y derechos que tanto necesitamos para poder convivir juntos en un mundo que debería ser más pacífico, más justo, más igualitario y más solidario para todos. Las sombras del mal siempre están acechantes para destruir o corromper lo que ya se ha logrado con mucho esfuerzo, dedicación, diálogo y compromiso. Las fuerzas de la oscuridad siguen esperando pacientes el mejor momento para asaltar de nuevo nuestras sociedades y traer más muertes y más dolor y desolación al mundo.
Es nuestro deber y nuestra responsabilidad controlar y atenuar sus efectos si de verdad llegaran a golpearnos. No podemos permitir ni consentir una victoria del mal en nuestras vidas. Disponemos de los elementos y de las herramientas suficientes y necesarias para hacerle frente y controlarle. Lo hemos comprobado con la pena de muerte, un castigo en cuestionamiento que hasta hace poco se aceptaba sin reservas en muchos lugares. Debemos ser fuertes, necesitamos ser fuertes para seguir construyendo un mundo mejor para todos. Cada uno, con nuestro apoyo, nuestro pequeño o gran granito de arena podremos construir un sólido muro para proteger nuestras vidas y las de los que tenemos alrededor. El camino está más o menos claro. Ahora nosotros decidimos… A favor de la vida o todo lo contrario.
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