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Del sol de poniente
Busco agujas en poniente, (será alguna manía que conservo de cuando tenía el pelo blanco…) el sol encendido y a su luz, brillando, agujitas metálicas… lo vieron mis ojos y en estos últimos meses lo cosieron mis manos para acompañar la voz. Ahora, que de nuevo volveré a tener el pelo blanco, es cuando más cuidado he de poner en aquellos recuerdos en que me detengo; otros, hay que dejarlos correr. Llegaron los días de la independencia, parece cierto que el tiempo, en la medida que te recorta posibilidades, te concede licencias para no perder “tiempo” con lo que no tiene remedio. Abro el libro al azar: “El insomnio consiste en permanecer despierto mientras la realidad sueña, ronca, o se mea en la cama (a veces te sueña, te ronca y se mea sobre ti). Un ojo abierto a las cuatro de la mañana, observando las sombras del techo, es como un grumo insoluble del día en medio del puré de la noche, un coágulo de abajo en el arriba, un cuajo de vida en la muerte, un núcleo de vejez en la infancia, un ramalazo de inteligencia en la estupidez… imaginemos un trozo de noche atravesando el día.” J.J. Millás / Articuentos Completos.
Hay que aprender a hacerse delgada como una línea recta y pasar sin sombra para no desentonar en el paisaje… escribir ya toca, ya… pero apenas lo justo, que es tiempo de grandes palabreros y pocas etimologías, (algunos de los amigos que me seguís por aquí tampoco me habéis visto este verano en La Aliseda, ni Carmina, ni Mario, no encontré a Violeta); perdonad, coso para reinventarme y saco mucho gusto al silencio.
Pasar por “La Aliseda”, paso, pero el tiempo mínimo, lo que se tarda en coger aire, poco, menos de lo que se necesita para un suspiro. Cruzo de refilón, apenas me detengo en este estío ya sin patos, hastiada de los malos tragos que me producen los ríos de plástico, el caño castrado sin canto, las maderas levantadas enseñando clavos; ese pastizal apelmazado resumiendo en qué se convirtió la ciudad estrecha…
Y mira que Violeta me busca a veces con insistencia (un martirio), para contarme chismes de los amigos, peleas de los munícipes, descalabros locales, nacionales y hasta interplanetarios, “polvo de estrellas, eso es lo que somos”, dice ella. Pero para mí hace años que es como si todo pasara a mi alrededor girando, dando vueltas… mientras yo, de lado, me escapo de puntillas, los pies más doloridos que nunca; me escurro sin detenerme a seguir ningún rastro. Tal vez Kira me esté pegando alguna manía (…¿se parecen los amos a los perros???), ella tiene demasiado que oler como para estar más de un segundo sobre el mismo punto.
En esta hora de dulce derrota en la que me miro de perfil no hay estridencias, apenas las justas. Hay sin embargo un temblorcito en la boca del estómago, un pensamiento recurrente que me saca la sonrisa al rostro: ESE LATIDO ACELERADO Y FIRME QUE ESCUCHÉ POR ESE ARTILUGIO SOBRE EL VIENTRE DE TU MADRE, GALOPADAS DE EMOCIÓN… para mí es tu primer latido. Espero verte por si tienes el pelillo blanco, sospecho que hay ya muchas orillas limpias en el río que te inunda.
Quizás sea cutre esta tontería de ponerle fotos a las palabras, pero en todo caso ya casi puedo permitirme algunas licencias de abuela, eso, y llamar pesada a mi alma gemela.
Gel Borrajo
(Septiembre 26 de 2013)
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