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Carta de dentro (8): Béjar, 26 de marzo de 2010
Querido Juan:
Espero que ya de nuevo en tu casa estés disfrutando de la rutina que al fin y al cabo es un descanso siempre, más en la edad que se nos va echando encima.
Me dijeron que estuviste por aquí, y que te dejaste ver por las plazuelas del barrio.
No es que pretenda hacerte romper un silencio que libremente has elegido, no te llamo para mí, te envío esta carta en nombre de lo más sagrado que tenemos, nuestra infancia. Imagino que quizá alguien te haya comentado cómo van las cosas del Plan de Ordenación Urbana, y me consta que sigues la revista y te conmovió leer el futuro que le espera a las huertas, recuerdas cuando la chavalería limpiábamos todas las paredes de caracoles?, ¡qué tardes saltando paredes! Salíais de los salesianos y escaleras arriba, escaleras abajo, por entre las casas de Padre Roca, con esos pequeños jardincillos que en primavera comenzaban a llenarse de rosas, claveleras, alhelíes, hortensias, robábais las flores para conquistar a las novietas (lo sé porque os vigilaba, ajá!),… un lujo que no nos tocaba a las más pequeñas.
O las excursiones a los Praos, camino del parque de los Pinos, el Tomillar, el conjunto de casitas blancas, pasando el puente con algo de miedo, corriendo a meternos en los ensanches si venía algún camión, comiendo los “pollitos” cuando florecían las acacias, sombra que, en hilera, marcaba la carretera de Salamanca.
Ves Juan, escribas o no, esto no nos los quitará nadie! Bueno, o sí, quién sabe.
es absurdo que en este momento que sobran casas y se tiene una idea clara de la importancia que tiene el patrimonio para los ciudadanos, de la necesidad de la calidad de vida, se pretenda hacer semejante tropelía, torres de pisos quitando campo y sin pensar en mejorar el hospital
Porque mira Juan, ese entramado de recuerdos está amenazado de muerte, o al menos eso he leído por aquí, y en el escaparate de “Cela” hay un montón de papeles que leí con gafas con el agravante de que no puedo contrastarlo con la versión del ayuntamiento y del alcalde, y bien que me gustaría, que ya sabes que a mí me importa bien poco lo que los políticos se desuellen entre ellos, a mí me importa el pueblo. Lo que sinceramente creo es que ya hemos perdido muchas cosas importantes, características de aquel Béjar, y que es absurdo que en este momento que sobran casas y se tiene una idea clara de la importancia que tiene el patrimonio para los ciudadanos, de la necesidad de la calidad de vida, se pretenda hacer semejante tropelía, torres de pisos quitando campo y sin pensar en mejorar el hospital, por ejemplo.
Entérate bien, Juan, por favor, que tu lo mirarás con razonamientos, con el corazón y la cabeza, con tu brillantez de siempre. Desde algo más fuera que yo, porque aquí parece que unos cuantos quieren armar mucho ruido, y otros están tranquilísimos, mirándose el ombligo. Yo, como siempre, me acuerdo del pasado y no sé a qué atenerme.
Perdona si te molesto pero ya viste los comentarios de los lectores, interesándose por lo que opinamos los de dentro y los de fuera. Me gustaría mucho que alguien más dijera lo que piensa.
Ahora que estuviste por aquí, bien podrías comentarnos tu sensación, y si te decides a tomar una postura, me gustaría conocerla y si me convence, hasta secundarla.
Aunque no te vi, aunque no me vieras, viniste.
Eso basta.
Un abrazo sincero.
Lucía.
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