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24 Apuntes y reflexiones de Piedra y Pedagogía. 50 primeros años del instituto “Ramón Olleros”
Durante este año que se escurre en nuestros dedos, presto a difuminarse en el tiempo, los integrantes del instituto Ramón Olleros Gregorio nos han recordado que su labor docente cumplía cincuenta añitos bien llevados. Medio siglo desde que en 1963 se creó con la aportación de unos bejaranos entusiastas, dispuestos a aportar su granito de arena con la causa educativa, y el empuje de un alcalde modelo que no cejó en su empeño de transformar aquel caserón rumboso y destartalado con siglos de historia a sus espaldas, aunque de escasa funcionalidad real, en un centro donde se impartieran las clases de enseñanza media que tanto se necesitaban en la ciudad. Él desgraciadamente no pudo verlo, pero sí logró que el proyecto se pusiese en marcha y que otro alcalde, Ángel Izard Gozálvez, finalizara lo por él soñado.
Desde entonces miles de alumnos han pasado por sus aulas. Recuerdo los madrugones, mis paseos con la legaña pegada a las pestañas en las frías amanecidas del invierno desde mi casa y a lo largo de la serpenteante y vacía calle Mayor hasta desembocar en la Plaza. Siempre mirando el reloj, siempre con prisas, siempre dudando si la caminata apresurada se debía al loable fin de mantener el calor corporal ante la escarcha que pugnaba por convertir el vaho de mi respiración en polvo helado, o por no confirmar mi recurrente sueño nocturno de llegar tarde y no poder hacer ese dichoso y trascendental examen. Alcanzar la meta de la Plaza no suponía ganar la carrera; debía atravesar el parque (hoy desparecido), subir las escaleras de ascenso a la explanada, recorrer la llanura frente al viento helado, sobrepasar la puerta y trepar por la escalera renacentista y señorial de bajos escalones, al final de la cual llegaba al interior del centro con la lengua fuera.
Una vez sentada en el pupitre, comenzaba una dura jornada de seis y a veces siete horas de aprendizaje solo interrumpidas por el recreo, un paréntesis que olía a bocadillo de tortilla y golosinas. Odiaba las clases de educación física y los gimnasios con olor a humedad y sudor reconcentrado. Recuerdo perfectamente que Pepe Muñoz dijo en su presentación como profesor nuestro de dibujo, recién aterrizados en aquel edificio grandioso y temerosos aún por nuestra inclusión en aquel mundo desconocido y adulto, una vez traspasado el umbral de la adolescencia, que recordaríamos aquellos cuatro años como los mejores de nuestra vida. Le miramos incrédulos pensando en las largas horas de codos que se avecinaban, pero ahora, en la distancia, pienso en la veracidad pura y redondeada de su afirmación.
Aquellos recuerdos, y muchos otros, se han compilado en un libro que quiere ser el regalo tangible escrito al calor de los primeros cincuenta años de existencia. Son muchas y variadas las plumas que narran sus experiencias dentro de los muros del palacio tanto de profesores como de alumnos y padres, a lo largo de sus 273 páginas, en las que no faltan las fotografías en blanco y negro, y la fachada- portada gloriosa pintada por Antonio Varas. Tras el título de Piedra y pedagogía, el lector recorrerá visualmente el continente y el contenido de un edificio cuyos sillares sudan historia por los cuatro costados. Precisamente, tras los saludas de la consejera de Educación, el alcalde y el director del centro, Julián Barrios, el artículo que lo inicia, escrito por José Muñoz Domínguez, trata de la construcción cuyo perfil nos es tan familiar y querido, a la vez que desconocido. Hora era ya de que por fin conociéramos los vericuetos de sus muros, la carcoma de su estructura, las trazas perdidas, el doloroso peso erosivo, la sangrante maza de su destrucción. De su resurrección como centro educativo se encarga Antonio Gutiérrez Turrión, quien no omite las listas de nombres de aquellos bejaranos que hicieron posible, peseta a peseta, la consecución de un sueño. Aportan sus reflexiones Antonio Avilés Amat, José A. Rodríguez, Antonio Varas, Ignacio T. Baciero Ruiz, Mª Olga López Parra, Victoriano M. Hernández Maestre, José A. Rodríguez, Ángel Ballesteros, Ruth Cook Vaquero y José Manuel Regalado.
El lector reconocerá sus andares en las experiencias de otros durante aquellos cuatro años trascendentales de la vida, sin importar la promoción, ni la edad, porque los recuerdos alojados en la memoria se imbrican hasta constituir un todo común, acaecido siempre entre los sillares de la pesada y vetusta mole, de unos espacios que vieron la gloria de la casa ducal campear entre sus muros, y que ahora están compuestos de futuro.
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Y lo que dije lo mantengo: ¿cuándo tuvísteis -tuvimos, yo también fui alumno en aquellas aulas- los diecisiete? Esa edad gloriosa e irrepetible en la que todo está por ser, en que no hay conciencia del riesgo ni del tiempo (ni lastre del pasado ni miedo ante el futuro, sólo el presente eterno), en que se forjan amistades que perduran y que, año arriba o abajo, preside el lapso vivencial de los bachilleres. Un abrazo desde Segovia. Pepe Muñoz
Hay que reconocer que el impulso dado por Don Ramón Olleros Gregorio,con el apoyo de la mayoría de los bejaranos que se volcaron para conseguir que la ciudad de Béjar,dispusiera de un Instituto de Enseñanza Media,supuso algo muy importante relacionado con la Cultura y la Educación durante estos cincuenta años de vida,y que siga ofreciendo estas dos herramientas tan importantes para sus ciudadanos,si antes se ve deriodada por la funesta Ley Wert.
Aunque no venga al caso,sobre el tema específico,del Ramón Olleros,pero sí relacionado con la eficacia o ineficacia de nuestros gobernantes locales,quiero aprovechar esta oportunidad para exponer un aspecto negativo a la gestión municipal.
En Cabanillas del Monte,un pequeño municipio de la provincia de Guadalajara,se va a instalar en breves fechas,una fábrica textil,por parte de la empresa Inditex,cuyo principal accionista es el ínclito Amancio Ortega,a la sazón propietario también de la firma Zara,de gran expansión mundial.Se pueden imaginar,que,dada la fatal situación del paro haya provocado enormes colas de pretendientes a conseguir el ansiado puesto de trabajo,tan escaso en estos tiempos que corren.
Viene esto a cuento,porque al menos que yo sepa,desde los responsables políticos e Instituciones como Cámara de Comercio y Agrupación de Fabricantes,se haya hecho un ofrecimiento a Inditex o similares de la disponibilidad de naves industriales inutilizadas desde hace años,que incluso si estas fueran del gremio textil,todavía quedarían operarios especializados para poner de nuevo en marcha esta actividad en fase de desaparición. Simplemente,se trata de una llamada de atención a quién corresponda,para qué,en un futuro,(que no sea demasiado lejano),tengan en cuenta que el patrimonio
industrial,aunque deteriorado,aún puede dar bastante juego,si sus responsables se esfuerzan en ello.
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