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Ratos de Tristón (Corbatas y carnestolendas)
En este antruejo, se han caído las máscaras y he visto realmente la cara intima de quien disimulaba maneras.
Las caras de perro siempre me resultaron sugerentes, recuerdo que en mis paseos a la huerta que sembraba Atanasio, llegué a hacerme muy amiga del perro que vigilaba la puerta de un gallinero. En mi infancia, Barrioneila, tenia todavía, alguna que otra cuadra convertida en gallinero; en uno de esos bajos pasando el Caño de la Mosca, me encontraba yo con “Tristón” cotidianamente, al principio, desconfiaba también de mí, pero a fuerza de dilatar mi parada y hablarle bajito, Tristón me tomo cariño y llegó a saludarme con el tiempo, haciendo leves movimientos con los ojos, siguiendo mi figurilla desde que aparecía en su campo de visión hasta que desaparecía por el esquinazo del huerto. Llegué a acercarme a él tanto, que le atusaba el sucio flequillo entre las orejas, y en una de esas caricias, percibí el tacto rígido del collar, una tira de cuero reseco bastante sucio. No tengo ni idea de cómo se llamaba el animal, pero para mí era Tristón, SU CARA DE PERRO LO PROCLAMABA SIN TAPUJOS, era su mascara y su faz,
... y lo más curioso, me atendía por ese nombre...
A veces como en estas Carnestolendas, recuerdo mucho a Tristón y me siento un poco perro de gallinero.
Recuerdo casi a la par mi debilidad por los disfraces, como hija de costurera, poseía un buen surtido de retalitos de tela que empecé a ensamblar tipo patchwork haciendo unas bufandas informes en las que me enrollaba toda, y justo por la hendidura que me dejaba a la altura de la cintura, entretelaba otro tramo del laborioso rompecabezas para pasearme con una cola majestuosa y barrer el suelo de la casa del solano...
aprovechaba los restos del corte de sisas y mangas con verdadera eficiencia, creo que nunca tuve trozo más grande que un retazo de forro amarillo de unos setenta y cinco centímetros, poseía el poder de ser lazo, tocado, o capa según necesidades del modelo. Mi acartonada caja de tesoros, recogía también los larguísimos orillos que mi madre cortaba al sacar los patrones, con ellos enrollados en bolos me encontraba yo con tristón, le hablaba de todo lo que se podía jugar con ellos, pero no le contaba toda la verdad, imaginaba lo duro que sería para él estar siempre atado a la portezuela alambrada mientras a unos metros yo correteaba como una cometa con colores en las manos y los pies... subía y bajaba de los árboles colocando las tiras deshilachadas al viento, improvisados espantapájaros móviles.
http://es.youtube.com/watch?v=dq4oxtAytuc
Antonio, todos somos lo que “yo siento que soy” y lo que “los otros ven que soy” espero de estas carnestolendas una hermosa cometa para ti y tu personaje, porque creo que las situaciones hay que vivirlas a la distancia correcta, con la cuerda suficiente para ver con claridad, apreciando todos los matices de color, pero sin soltarse de la mano guía que rompe el aire con destreza.
Acepta este pequeño homenaje, por todos los sueños que me ayudaste a tejer.
Un buen día, se me ocurrió, que quizás para Tristón seria más confortable un collar tapizado, así es que le forre la correa de seda matizada de verdes... bordes de una blusa cara, sin embargo sospecho que aquellos lujos le hicieron flaco favor al pobre, el amo debió pensar que no servía ya de guardián y el perro desapareció de la noche a la mañana sustituido por un candado de cuarto de kilo al peso.
Pienso en Tristón estos carnavales e intento mantenerme sentada en la horquillita amable de un frutal, rodeándome de tiras de colores el alma, forrándome el collar con rasitos de seda, haciendo una “corbata” a la vida como símbolo de la victoria que supone seguir “tejiendo sueños” con cachitos de sentimientos, orillos de “Rodulgal-Tergal”, vestigios textiles para una moda que popularizó Luis XIV inventada por un batallón de Croatas ( Cravette, insignia real), estrechos trozos de tela para defender una identidad con elegancia...
Lo más constante en mis disfraces ha sido el payaso con corbata.
Suenan estos ratos con tristón como cuerdas flojas de un laúd desafinado...
De fondo, Sargent Pepper espléndido...
es posible que tenga que empezar a revisar el fondo del pozo.
Gel Borrajo
Febrero, 2 de 2008
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