El músico y su amigoHoy se celebra el Día del Inmigrante en todo el mundo y en justicia se conmemora el ir y venir de los hombres a través del planeta, que ha sido un movimiento natural; primero, para que fuera poblado y después para darle un sentido al porvenir de millones de personas.

No siempre, no todos, no en todas las latitudes se aprecia de la misma manera la llegada de foráneos, aunque lo hagan en son de paz. Hay prejuicios y olvidos. Está por ver qué pueblo no ha sido protagonista de la emigración. También hay pueblos, como el español, que pueden comprenderlo mejor por haber sido inmigrantes a gran escala en Europa y sobre todo fuera de ella. Aunque no deja de haber xenófobos y olvidadizos en todas partes.

El mundo hoy es muy pequeño. Las fronteras están a pocas horas de camino o, a lo sumo, a algunas horas de camino. Se vuela sobre el mar –R.I.P. el buque Marqués de Comillas–, Internet no distingue entre países y las economías nacionales están conectadas y son dependientes unas de otras y todas de los consorcios financieros mundiales. De esta forma, con esas autopistas para la circulación por el planeta, la gente se desplaza como nunca antes en busca de oportunidades en la vida. Sobre todo en tiempos difíciles.

Tal vez muchos crean que lo más duro para el inmigrante es la asimilación y la integración al lugar donde se llega, cuando lo realmente terrible es dejar el hogar del que se parte. Fue Unamuno quien, dijo, no sin razón, que “se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte”.

En este día, un canto triste por los que, ilusionados, no lo lograron; y por los que lográndolo dejaron de recordarlo.

Villancico

Es la Navidad
nieva en tu cuento de hadas
y Papá Noel escala por las ventanas
del Occidente Cristiano.

Es la Navidad
y despliegas el acordeón con el que volarías
bien lejos de la pinche tierra que te parió
hasta el nido de Quetzalcoalt
para conquistarla desde el Liceu
el Bolshoi
el Covent Garden.

Es la Navidad
la natividad de dos milenios
amándonos los unos a los otros
el nacimiento de la historia verdadera
que llevó Cortés a tu casa en Texcoco
sobre dos maderos cruzados.

Es la Navidad
y acaricias el acordeón antes de echar a volar
al cielo congestionado de trineos
la primera nota de tu sueño.

Es tu canto de Navidad
traducido del náhuatl al castellano
como nieve cayendo sobre las arenas de Belén
es tu villancico de vida o muerte
el que nadie escucha
el que todos evitan en tus ojos
y en tu bolsa abierta a la limosna.

Es la Navidad
blanca
iluminada
fría
a la que asoma tu propia historia verdadera
con el acordeón apretado al pecho
sin Liceu
sin Bolshoi
sin Covent Garden
en los interminables túneles del metro.