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Visiones de Béjar (15): El indígena bejarano IQB
Cuando se es oriundo de un lugar, de una ciudad, de un “pueblo” sobre todo, se tiende a magnificarlo como si en ello te fuese la vida. Queremos que dicho lugar tenga de todo, que disponga, por lo menos, de los servicios mínimos, que haya competencia en todos los aspectos (lúdicos, recreativos, de servicios, de trabajo, etc.). Para que haya unas prestaciones óptimas y de calidad. En el caso de BÉJAR, esto no parece ocurrir; sino más bien lo contrario.
El “bejaranito” medio, con un cierto poder adquisitivo, lejos de ser sedentario (que me parece muy bien), se transforma en nómada (también me parece estupendo), desde la tarde del sábado hasta la tarde del domingo, momento en el parece hacerse de nuevo sedentario para el resto de la semana.
Sí, me parece estupendo (quien pueda permitírselo), pero lejos de este hecho que nos ocupa, me hago la pregunta: ¿Es el indígena bejarano, al que me voy a permitir poner el apelativo de “Quechua”, con el permiso de los auténticos quechuas sudamericanos -que, por supuesto, merecen todo mi respeto-, una especie nueva o ya, por el devenir de los tiempos, una especie en extinción? Y ustedes señores lectores/as se preguntarán qué es eso del Indígena Quechua Bejarano o si lo prefieren IQB; me vais a permitir que lo defina como el bejarano medio, como decía más arriba, que los fines de semana, incluso ya el viernes, y quien puede entre semana, se traslada a Salamanca para “depredar” en cualquier superficie comercial (léase el Corte Inglés, Media Markt, Decathlon y otros centros comerciales, tanto da). Igual que digo Salamanca, puedo decir lo mismo de Plasencia e incluso Cáceres y, si me apuran, Valladolid.
Lo he bautizado con el calificativo de “Quechua”, a este bejarano, por ser ésta una marca de material deportivo bastante conocida, que parece tener mucha aceptación entre nuestros paisanos, y que se vende en una cadena de superficies comerciales, que no voy a nombrar para no dar más publicidad; y que por cierto es una marca o gama de productos, para mi gusto, bastante mediocre, por no decir mala. Pero, quizá, no todo bejarano quiere ser un IQB propiamente dicho, lo mismo quiere ser otro tipo de “indígena”, esclavo de otro hipermercado o superficie comercial de turno, para luego retornar otra vez a la “esclavitud” de un pueblo, el suyo, que como, a modo de reserva india americana (me gusta bastante el cine, lo digo por si me sale alguno diciendo que si he estado en EE.UU.), se encuentra sumido en una depresión, sobre todo de personas mayores –es decir una población envejecida-, y que parece estar gobernado por un especie de sanedrín incompetente y un tanto anárquico; y por aquello de estar en el Oeste (de España, se entiende, no del Oeste Americano), pues pasa la diligencia una vez cada cuatro años, con promesas por cumplir o simplemente no cumplidas y no aprovechamos o no se sabe aprovechar lo que dicha diligencia nos depara, para mejorar nuestra ciudad.
Ante esta situación, el IQB se muestra impasible la mitad de las veces, dejando pasar carros y carretas de diligencias que nos podrían aportar multitud de riqueza; y estamos así anquilosados en una reserva: La Indígena Bejarana.
El IQB o Indígena Quechua Bejarano, no participa de la vida activa de la ciudad de Béjar, se limita a trabajar (muy loable por su parte), o simplemente se limita a tomar el sol los lunes cuando este sale, porque puede hacerlo (me refiero al bejarano que nos ocupa). Sólo unos pocos, los de siempre, se dedican a esta noble tarea de la participación pública; aunque casi siempre son criticados por el resto de la población indígena bejarana.
Afortunadamente, el IQB ya se mezcla con el indígena u oriundo portugués, por aquello de la nieve y la Covatilla; también empieza a mezclarse, con diversa fortuna, con el indígena emigrante de su tierra, es decir el inmigrante, ya sean, marroquíes, peruanos, rumanos, etc.
En definitiva, somos una tribu, queramos o no queramos, encerrada bastante en sí misma, en sus cada vez más pobres costumbres, y depredadora de grandes superficies comerciales fuera de nuestra tierra, de nuestro terruño. No sólo no creamos riqueza sino que la “exportamos”. Somos, sin lugar a dudas, una tribu: la tribu serrana bejarana de los Quechuas de marca; para nuestra desgracia, no demasiado buena.
Un saludo,
Atentamente,
Paulino Aliseda Hoya.
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