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14 La momia de los 170.000 euros
La figura del general Joan Prim i Prats (Reus, 1814- Madrid, 1870) ha saltado en los últimos meses a la palestra periodística, por un lado, porque el año que viene, 2014, se celebrará a bombo y platillo el centenario de su nacimiento. Por otro porque se ha dado a conocer que su cuerpo, o mejor dicho, su momia, tras permanecer enterrada en Madrid durante décadas en el Panteón de Hombres Ilustres, fue exhumada y trasladada a Reus (Tarragona), su ciudad natal, en 1971. Los despojos del general, como los de Walt Disney, permanecieron preservados en la cámara frigorífica del tanatorio de la ciudad hasta el pasado mes de septiembre, cuando fueron transportados con honores de jefe de estado al Hospital de Sant Joan en la misma localidad. No es habitual que un hombre viaje después de muerto pero parece que Prim tiene la extraña capacidad de hacerlo.
¿Y qué sentido tiene este vaivén? Por aquello de que los bejaranos nos dejamos un día la piel en favor de Prim y de sus proyectos políticos en nuestra Revolución Gloriosa de 1868, me interesé por el tema y decidí ponerme al corriente de qué se traían los reusenses entre manos con aquella procesión de uno de sus más conocidos hijos -otros dos serían el arquitecto Antoni Gaudí, también momificado, por cierto, y el pintor Mariano Fortuny-.
Intentaré abordar al personaje en cuestión de manera concisa. De ideología política liberal progresista, concibió una España mejor sin la dinastía borbónica, haciendo saltar por la fuerza el monopolio conservador con un golpe de estado cuyo clamor y entusiasmo se extendió por el país en 1868. Nadie le niega arrojo y sangre fría al hacerlo ganándose el apoyo incondicional del pueblo que veía en él el salvaguarda definitivo de sus libertades. El sueño, no obstante, duró poco. Una vez triunfante la Revolución Gloriosa de 1868 y exiliada la reina Isabel II en Francia, el general Prim, jefe de un estado cuyos derroteros eran inciertos, implantó un régimen liberal y democrático sí, pero sin abandonar el concepto de monarquía para una España que no estaba preparada, según él, para la proclamación de una república. Algunos se vieron defraudados por su general y más cuando Amadeo I de Saboya, el nuevo monarca inventado por Prim, embarcaba desde Italia hacia su trono recién conquistado. Mas cuando éste alcanzó Madrid el artífice de aquel sueño había sido acribillado a balazos. Sólo pudo rendir homenaje a un cadáver.
Efectivamente, el general Prim había sido atacado por unos desconocidos el 27 de diciembre de 1870- justo un mes después de la elección de Amadeo como rey de España- en la calle del Turco mientras circulaba en su berlina camino del Congreso de los Diputados. Los autores del magnicidio se disiparon como el humo. Durante los tres días que duró su agonía a Prim le dio tiempo a trasmitir sus últimos deseos políticos según la versión oficial que hizo pública el gobierno del general Serrano tras su muerte. El reinado de Amadeo de Saboya, de corta existencia, nunca cosechó el apoyo de los españoles. La Primera República llamaba a la puerta y el rey, resignado y sin la guía del general, acabó por abdicar y regresar a su Italia natal. Tras varios autos de procesamiento, los asesinos nunca fueron encontrados. La investigación fue obstaculizada en numerosas ocasiones por una mano negra y al final fue archivada. ¿Quién o quiénes estaban involucrados? ¿Los conservadores y borbónicos dolidos por la abdicación forzosa de Isabel II? ¿El general Serrano que luego tomó el poder una vez asesinado el general? ¿Los republicanos que veían insatisfechos sus planes democráticos al implantarse de nuevo la monarquía? ¿Algunos de los candidatos al trono apartados de sus aspiraciones ante la elección de Amadeo de Saboya?
Hasta aquí los hechos oficiales. Muchas preguntas, sin embargo, asaltaban a los historiadores. ¿Realmente Prim pudo dictar su plan de actuación durante aquellos días? ¿Una persona en agonía, con varias balas en el cuerpo, pudo hacer tal cosa? ¿O falleció en el acto y las versiones oficiales lo encubrieron por razones obvias? ¿Qué impacto de bala le mató? Sólo la momia tenía la capacidad de contestar a aquellas preguntas, pero era preciso que el tiempo discurriera y que las tecnologías avanzasen para que un correcto análisis pudiera ofrecer los resultados apetecidos. Por fin, el año pasado se puso en marcha la exploración de la momia con un presupuesto, por cierto, de 170.000 euros, lo cual no puede sino repelernos por la situación económica en la que se ve envuelto el país. ¿Es de recibo que se malgaste el dinero público en tales experimentos que no tienen sino un interés puramente histórico? ¿Puede considerarse ético que sólo en la restauración del ataúd se disipen 70.000 euros?
Pero regresemos al Hospital de Sant Joan para dilucidar si el gasto merecía la pena o no. Primero, los restauradores tuvieron que separar el féretro del cuerpo momificado, ambos fusionados por el paso del tiempo. Tras esta compleja operación era el turno de los forenses de la Universidad Camilo José Cela de Madrid y de las pruebas radiológicas, del TAC, del estudio biológico y del minucioso examen anatómico, una vez despojada la momia del traje de gala con la que fue enterrado. La primera conclusión echó por tierra la versión oficial: aunque ninguno de los disparos había afectado a un órgano vital, uno de los orificios resultó mortal de necesidad y provocó una hemorragia cuantiosa por la que se fue la vida del general prácticamente en el acto. Asimismo, según los forenses, tras los seis arcabuzazos, Prim quedó inconsciente por lo que le hubiese sido imposible dictar nada, ni dar unas últimas órdenes en relación al futuro del país.
Los forenses no salieron de su asombro al encontrar, cual faraón egipcio, tres frascos con un líquido de origen desconocido colocados de una manera particular: dos bajo las axilas y uno más en la entrepierna, describiendo un triángulo. Ahora que están tan de moda los misterios e historias ocultas, varias teorías, a cada cual más sorprendente, han saltado a la luz. Se ha hablado de ritos relacionados con la masonería o con prácticas de los embalsamadores de la época. Y la polémica no se ha cerrado aún. Cuando la momia fue despojada de sus ropas se hallaron en la piel de su cuello unas marcas cuya impresión sólo puede estar hecha, bien por el corbatín con el que los hombres de la época solían vestir, según unas versiones, bien por la presión de una soga o una cinta. ¿Ahogaron a Prim para que muriera de manera más rápida antes de desangrarse?
Con todo, y si esto es así, el general Serrano mintió en relación a la muerte de Prim. ¿Por qué? ¿Y quiénes fueron sus asesinos? 142 años después estas preguntas siguen sin respuesta, lo cual me lleva a volver a formular la pregunta: ¿ha merecido la pena gastar 170.000 euros en el análisis de la momia del general, si lo fundamental sigue sin ser dilucidado? Mientras tanto, el cadáver de Prim sigue sin ser enterrado y se proyecta su exposición al público el año que viene, como un moderno Lenin para uno de los impulsores de la democracia española.
Carmen Cascón Matas
- En todos estos datos faltan
hace 22 horas 7 mins - Pereza?? Que vago o vaga
hace 22 horas 25 mins - No tantos como podría
hace 2 días 19 horas - Como nos ponemos por unos
hace 2 días 23 horas - Y tu mas.... rebota rebota
hace 2 días 23 horas - Madre mía José Luis
hace 3 días 9 horas - También es flipante ver a
hace 3 días 18 horas - Solo en grandes eventos,
hace 3 días 21 horas - Ah!! ¿Pero vas a misa?
hace 4 días 12 horas - Está muy bien que El Bosque
hace 4 días 20 horas
Rotundamente creo que no merece la pena gastar esa enorme cifra de euros,en algo que ya no merece la pena conocer,aunque para historiadores y expertos en estas lides,al menos sea interesante.El trabajo de descripción de los hechos por parte de Carmen Cascón,es magnífico,y por ello,mi felicitación.Solamente una pequeña objeción,que presumiblemente se deba a un lapsus no intencionado.Si la fecha de nacimiento,fue 1.814,es obvio que los actos que se van a celebrar en Reus, son el bicentenario de su nacimiento,y no el centenario,como por error involuntario se dice.
Juan Prim y Antonio Gaudí.
¿O Mariá Fortuny?
Como viene siendo habitual, genial, impagable aportación a la divulgación del conocimiento de nuestra historia. Mil gracias, Carmen. Sigo tu blog con gran entusiasmo, y celebro que existais personas así, que compartan el saber de manera tan altruista. Gracias de nuevo.
En la muerte del general Prim ocurrieron cosas muy extrañas, y no sería de extrañar que alguno de sus sediciosos compinches de "la gloriosa" participaran de alguna manera en su asesinato, que ya sabemos cómo se las gastan los militares, y el general Serrano, que tanta habilidad tenía manejando a la chusma, no era precisamente un hombre honorable, y su ambición era a todas luces inconmesurable.
En cualquier caso, entre golpistas estaba el asunto, o sea, que para ellos el honor, la gloria y todo lo demás.
Más pena deberían darnos aquellos pobres desgraciados paisanos nuestros que perdieron la vida por unos inexistentes ideales y unos escasos cuartos colaborando con los sediciosos para importarnos un reyezuelo italiano. Y todavía hay quienes les considera héroes. De qué? "Gracias" a mercenarios y gentes como ellos sufrimos y soportamos monarquías que nadie quiere.
Un saludo.
Pascual Tabarro.
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