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Tranquilo, piojo, que la noche es larga
Cierre
LiquidaciónEs común, desde hace bastante tiempo, ver los carteles que anuncian la liquidación o el traspaso de negocios en Béjar. La Calle Mayor, supuestamente la arteria comercial de la ciudad, ha ido transformándose en el museo de lo que fuera el comercio bejarano. Junto con la despoblación y el índice desempleo –del cual ya hemos dicho que es anterior a la Crisis— hay motivos de sobra para vislumbrar un futuro incierto, catalizado por la decadencia que se advierte en la ciudad.
Es un panorama sombrío, pero no una enfermedad incurable. Hay remedios para todo y sería una lástima que los bejaranos siguieran dejándose llevar por la corriente de un pesimismo contemplativo y autocompasivo que hace más daño que la propia Crisis; que acarrea más perjuicios (por omisión) que la propia historia reciente de desaciertos y descalabros.
Los bejaranos son pasionales a la hora de enjuiciar y a la hora de disentir; pero son pasivos en el momento de hacer valer sus opiniones. Hay muchas cosas con las que discrepan verbalmente, pero no encuentran el método para transformarlas en la práctica. Vale recordar que es la práctica el criterio valorativo de la verdad.
No todas las culpas se pueden adjudicar a los gobiernos locales. Casi siempre, las peores situaciones creadas por los gobiernos, o los desgobiernos, son las que con mayor energía se pueden enfrentar y transformar de acuerdo a la voluntad popular.
Existiendo, como existen, los mecanismos de la democracia, que la gente crea que se hace lo que no se debe hacer y no hacer nada por cambiarlo, es dar vueltas alrededor de un círculo. Una manera de decir por decir. No obstante, ni siquiera eso es lo peor. Lo peor es que las ideas, la energía y todo lo que la ciudadanía puede hacer por sí misma se pierde en la mar gruesa de una indiferencia que la anula.
Béjar, supongo, necesita más del arresto y el ánimo en positivo de sus ciudadanos, de su compromiso consigo mismos, que de la palabra fácil para enjuiciar sin ofrecer soluciones. Es una verdad de Perogrullo que cualquiera censura, pero que pocos aportan. En realidad, no se trata de hablar más alto, sino mejor. Tampoco es cuestión de soluciones providenciales. Más vale algo bien hecho que cien por hacer… Y tranquilo, piojo, que la noche es larga.
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Muy bueno Reynaldo, enhorabuena por el analisis.
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