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El trabajo de hacer hablar a las máquinas: Una oportunidad y un desafío
Iván Parro
Se comenta y se argumenta en muchos ámbitos y foros acerca del impacto de los robots en el futuro del trabajo y en el mercado laboral. Esta es una cuestión que seguramente irá variando a lo largo del tiempo, puesto que en muchos casos dependerá de hasta qué punto o límite estarán dispuestos los empresarios a que entren las máquinas en sus empresas. Lo que es indudable es que aún subsisten trabajos y modos de trabajar que no los puede hacer una máquina, y en eso aún queda bastante camino por recorrer.
En lo que aumenta y se desarrolla este necesario debate las máquinas siguen entrando paulatinamente en el mundo laboral, eso es cierto, y en esta colaboración quería rescatar un foco de empleo interesante relacionado con las máquinas y sus posibilidades. Me estoy refiriendo a la lingüística computacional, muy ligada a la inteligencia artificial. El mercado demanda en este sentido personal cualificado que tenga conocimientos de los dos mundos, del mundo humano (lenguaje natural) y del mundo de las máquinas (lenguajes de programación).
Estamos llenos de mensajes diferentes en el mundo virtual. Tenemos la capacidad de interactuar con las máquinas para expresar y exponer nuestras opiniones, quejas o tratos recibidos a través de diferentes canales, información ésta que queda registrada pero que a veces solicita una respuesta adecuada.
Nosotros humanos quizá nos perderíamos entre tantos datos, entre tanta información, entre tantas palabras dispersas y lenguajes desconocidos. Desorientados dentro de este universo es necesario un intérprete que recoja y organice todo eso. Necesitamos alguien que recopile y transforme en lenguaje comprensible toda esa amalgama de información. Para esta tarea podríamos utilizar también a las máquinas, las cuales son capaces de extraer por palabras, conceptos o reglas esa información que nos gustaría entender. En esta tarea de traducción son fundamentales los lingüistas, aquellos que traducen del lenguaje natural al lenguaje de las máquinas, aquellos que etiquetan, reconocen y encuentran las mejores palabras para que las máquinas puedan procesarlas correctamente y ofrecernos así la información precisa que necesitamos.
Los lingüistas computacionales deben colaborar con las máquinas para que estas no confundan los significados y dobles sentidos de algunas de las palabras que utilizamos, y así cuando en una web aparezca la palabra sol la máquina sepa que nos referimos al astro rey y no a la moneda de Perú por ejemplo.
Los lingüistas computacionales ya colaboran en la creación de algoritmos, de modo que las máquinas reconozcan cada vez más palabras o frases gracias al big data y sean capaces de ofrecer mejores respuestas a los usuarios a través del machine learning. Para ello hay que haber etiquetado morfosintácticamente y a nivel de significado todos los fragmentos del lenguaje que aparecen en un texto. Las máquinas deben aprender a leer un texto correctamente y saber qué es lo que quiere decir, elaborando la mejor respuesta posible si fuese requerida.
La lingüística computacional es una tendencia de trabajo tal y como lo demuestran varios informes como el “Estudio de caracterización del sector de tecnologías del lenguaje en España”, del Ministerio de Economía y Empresa (https://tinyurl.com/wephdyg), que toma datos de 2017 y que destaca un aumento en la contratación de personal en este campo unido a un incremento en las ventas, facturando hasta los doscientos millones de euros. Un aumento o avance que apoya y ratifica la consultora Credence Research, la cual asegura que las tecnologías PNL crecerán a un ritmo entre el 10 y el 15 por ciento hasta el primer cuarto de siglo, con un beneficio superior a los 28.000 millones de dólares, y es que el trabajo de hacer hablar a las máquinas y que nos entiendan, pero no solo esto sino que además sean capaces de respondernos bien, es un enorme trabajo.
Quién sabe cómo será la convivencia máquina-hombre de aquí a unos años, si catastrófica o constructiva, si pacífica o violenta, si de apoyo o de rechazo, pero lo que queda claro a tenor de lo expuesto y de lo que dicen los expertos es que son y serán muchos quienes tengan la oportunidad de trabajar para que podamos llegar al mejor y más provechoso de los entendimientos, aunque yo me planteo que si muchas veces no somos capaces de poneros de acuerdo ni entre nosotros, ¿cómo lo haremos con las máquinas?
“El hombre acepta sin problemas que una máquina corra más que él. Pero difícilmente aceptará que piense mejor que él” (Mijaíl Tal)
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