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Lo que queda del mapa
Cartas a L, que parte de viaje (4)
Enviado por bejar-biz el Vie, 20/02/2015 - 10:36.Por A (a) T
Amigo, te voy a echar de menos, sobre todo porque casi nadie se sabe ya las letras de las canciones y porque hay cada oreja que no veas!
Casi nadie conoce a Los Ángeles y no saben esa de: En una mina una catástrofe ocurrió y ninguno del desastre se salvó, en los periódicos la foto he visto hoy...
Es que Sufro al pensar que el destino logró separarnos, guardo tan bellos recuerdos... de esas meriendas en El Bodegón, en Hoya Moros, en el Puente de Alcolea, en Las Columnas, bebiendo por ellas, por las que nunca fallan, con cantatas interminables en las que se pasaba lista a todo el repertorio que jamás se agotaba y en el que cada cual ponía su grano de arena, que si mi prima Juana, que si dos de Sanchotello, que si caracol cómo brilla el sol, que si cierto día un farolero iluminaba las tierras, las tierras de España con su caballo cuatralbo y sueños de libertad.
El tiempo borra los recuerdos y luego nos borra a nosotros; qué somos, sino recuerdos en un libro que nunca se acaba y en él dejamos escrita una página o una línea, que tanto da, pero que es irrepetible y única.
Cartas a L, que parte de viaje (3)
Enviado por Moviome M el Dom, 15/02/2015 - 11:21.Esta mañana me encontré en tu buzón este poema de la Szymborska sobre el número Pi, que aquí te remito.
El número Pi, poema de Wislawa Szymborska
Publicado en el blog El establo de Pegaso
El admirable número Pi
tres coma uno cuatro uno.
Las cifras que siguen son también preliminares
cinco nueve dos porque jamás acaba.
No puede abarcarlo seis cinco tres cinco la mirada,
ocho nueve ni el cálculo
siete nueve ni la imaginación,
ni siquiera tres dos tres ocho un chiste, es decir, una comparación
cuatro seis con cualquier otra cosa
dos seis cuatro tres de este mundo.
La serpiente más larga de la tierra suma equis metros y se acaba.
Y lo mismo las serpientes míticas aunque tardan más.
Cartas a L, que parte de viaje (segunda)
Enviado por bejar-biz el Vie, 13/02/2015 - 20:07.Por A (a) F
Pues si dices que te vas, vete, pero mándanos tus señas. Hemos de seguir sabiendo de ti, estés donde estés y vayas donde vayas, porque no puedes irte así, sin más, tan ricamente, que diríamos en Béjar, y dejarnos varados como aquel verano con los tomates daltónicos en Miajadas.
De irte, y si no sabes bien cierto adónde, te recomiendo la galaxia de Andrómeda. Una vez allí, y bajando por la izquierda, verás una pequeña estrella, una que brillaba verde en las noches de luna de Hoya Moros; aunque quizás ya ni te acuerdes, absorto como estabas provocando los, desde entonces, conocidos como movimientos telúricos de la Hoya. Y no lo digo por la bombona de butano, que también, sino por tu querencia natural a las faldas… de la montaña.
Tengo entendido que las comunicaciones desde allí son mejores y, además, los móviles son de tecla grande y no te confundirás tan fácilmente como ahora, que no das dos teclas a derechas, quizás por tus tendencias políticas, o por tu natural ignorancia a lo telemático, ¡vete a saber! Así que, puesto a irte, mejor te vayas a ese lugar donde se comunica rapidito.
Cartas a L, que parte de viaje (primera)
Enviado por Moviome M el Mié, 11/02/2015 - 11:07.Dices que debes alejarte, que te vas de viaje, pero no acabo bien de creérmelo, ya nos dijiste antes adiós que me voy, por dos veces al menos, y acabaste volviendo. La primera, que si tenías que cobrar una pedrea de la primitiva, y la otra, que si te habías dejado un cubata a medias, que eso tú no lo perdonas, que nunca lo has hecho. Así que ahora tampoco lo creo. Por mucho que vayas enseñando el billete sellado con una fecha y una hora impresas, y el asiento elegido, de ventana, por supuesto, que a ti te gusta mirar las cumbres desde arriba, como los buitres de la sierra, no me lo creo, no me vengas con cuentos. Algún truco tendrás escondido, como aquél de las señas falsas en la partida de mus, aunque ahora que lo pienso ése es mal ejemplo, ni por esas ganábamos, que jugar de compañero contigo siempre ha sido una ruina, por cierto. Y si así fuera, que te vas, como dices, qué pasa, si lo piensas bien eso es jugar con ventaja, puedes preparar la maleta y ordenar los papeles con tiempo, dejar limpia la casa y hasta poner la lavadora y lavar los cacharros, tú que siempre has sido algo reacio a eso, una despedida de señor, qué coño, mientras que los demás andamos a ciegas, dando tumbos de acá para allá, un poco perdidos, lo mismo nos llaman mañana o pasado o el otro, o ni siquiera eso, un rayo y zás, quién sabe, la puerta siempre está abierta para ese viaje.
“Un jardín japonés: Topografías del vacío”: un recinto encantado dentro del recinto modernista de Sant Pau, en Barcelona
Enviado por Moviome M el Mar, 21/10/2014 - 23:25.Con todo el ruido que tenemos por doquier abrumándonos sin pausa, entrar en el recinto del Hospital de La Santa Creu i Sant Pau, en Barcelona, una instalación sanitaria construida entre 1902 y 1930, de gloriosa trayectoria en el campo de la medicina al tiempo que un prodigio del arte modernista, creado por Lluís Domènech i Montaner y declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1997, ya restaurado en parte y abierto al público desde febrero de este año, supone un alivio, una tregua un tanto insólita, si bien no es raro que las grandes urbes, cargadas de tráfico y de gente por todas partes, ofrezcan ese tipo de refugios, si se sabe buscarlos y encontrarlos.
Y en Sant Pau, dentro de esa ciudadela detenida en el tiempo, en uno de los antiguos pabellones de curación del antiguo hospital aún por restaurar, el que lleva por nombre La Purísima, me topo con otro refugio encantado, un jardín japonés, o más precisamente, con el mismísimo archipiélago de Japón en forma de maqueta gigante, en la que las islas que lo componen, conformadas como pedazos de un jardín construido y pensado, navegan o flotan sobre un mar de sal blanca y reluciente. Los hilos de una cultura milenaria y sofisticada, contemplativa, se enredan entre los pasos del visitante, que queda atrapado por la fuerza y la finura de una tradición en la que, siendo ajena, reconocemos algunos signos y trazados, pensamientos que tienen que ver con otra forma de entender la existencia, algo así como ideas para transitar la vida a distinta velocidad y con otros intereses; formas, composiciones de plantas, secas pero vivas, que agrandan la mirada y la fuerzan a observarlas con misteriosa lentitud. Sombras, colores, huecos, naturaleza viva y muerta a la vez, escritura sugerida, símbolos para una paz interior que intuimos, respiramos, pero no acabamos de entender en toda su profundidad.
La niña C en la isla encalmada
Enviado por Moviome M el Dom, 14/09/2014 - 18:13.La raya extiende su velo negro y se queda quieta, expectante, acostada sobre el fondo. C, hipnotizada, flota y mira, abrazada al agua de la bahía en la mañana tibia, con el sol primero, indolente, a un palmo sobre el horizonte. Un ligero aleteo, una onda apenas esbozada y la sombra se mueve imperceptible, una nubecilla de polvo centellea durante un instante y el pez se funde, desaparece en la arena. C da una brazada, dos, siguiendo las líneas del destino dibujadas sobre esa arena, bajo sus ojos. El carrusel de lubinas hace su ronda acostumbrada, una vuelta, un giro por babor y nos vamos mar adentro, la estrella de mar se asoma a la ventana, saluda, buen día tengas, hermosa. En el bosque de algas, al costado, se comienza a bailar un tango, las luces van y vienen entre dos aguas, suben, bajan, reverberan, C se despereza, ensaya otra brazada, avanza.
Así pasan los días, conversaciones lentas y miradas azuladas, las montañas a lo lejos se ofrecen malvas o añiles o rosadas, no debiera olvidarse de pintarlas, aunque cómo acertar con los colores, necesitará una paleta interminable. Y la escritura prometida, hoy qué hice, dónde estuve, qué pensé, no podrá acordarse.
C alcanzó la isla por el puro aire. He venido a sentir el mar, a enamararme, dijo al llegar. Y eso hizo.
Para nuestro amigo L en su filo de navaja
Enviado por Moviome M el Dom, 31/08/2014 - 22:48.Habiendo quedado establecido que L ya ha resucitado dos veces, -la primera vez regresando a través del famoso túnel de luz blanca, y la segunda aún no me lo ha contado, pero por algún sitio fue y se dio la vuelta-, el que viva no debiéramos considerarlo producto del azar ni mucho menos un milagro. Y aunque la dramática, por así decirlo, circunstancia repetida se presta a diversas conjeturas, yo me inclino por pensar que lo tenía, que lo tiene todo bien tramado, dueño él de las situaciones y los tempos, cual un equilibrista que parece que se la está jugando en el alambre, pero no, ya que en realidad tiene la red debajo todo el tiempo.
Fortaleza mental, designio celular, cabal encarnadura, quién sabe, ahora acaba de leer una verdad delicada y eso sí que es un milagro. Después viene el cielo a medio hacer, hoja tras hoja, nube tras nube, sueño tras sueño, que no tenemos prisa. Valiente corazón, irónica distancia, momo tierno despierto desde el alba, y una primitiva razón de pasear sin desmayo hasta la noche, la más larga que imaginar se pueda, la más brillante.
Así que tenemos L para rato, entonando el pirocatequina uno y lo que se tercie. L se sabe todas las canciones.
Las lagunas del macizo del Carlit, en la Ceritania o la Cerdanya o la Cerdaña o la Cerdagne
Enviado por Moviome M el Mar, 12/08/2014 - 00:36.Después de dejar a L echando la primitiva, aunque sin haber recobrado el apetito, A1 me llevó hasta la Cerdaña, en los Pirineos orientales, donde A2 nos tenía preparada una subida al mismísimo pic Carlit, 2.921 mètres d’altitude au sommet. Miré desde abajo el monte pelado en la cumbre por encima de las nieves, bello como un demonio alado, me puse la pata de palo y le dije: A2, tengo una pata de palo, así que mejor nos quedamos en las faldas, por allí habrá sombra. Y fue lo que hicimos: la boucle des étangs du Carlit, pues, por lo visto, estábamos en Francia. Qué cosas las fronteras.
Doce lagos como doce perlas centelleantes en la distancia. Fue como volver al paraíso recordado de Hoyamoros, un pequeño milagro, la vista a las lagunas, las fuentes incesantes, los prados blandos verdes surcados de meandros, los neveros de la Ceja, pero a otra escala, como en otra dimensión, en ese lugar yo ya había estado, o alguien que se parecía a mí, se lo dije a A1 que asentía con esa sorna suya tan de pueblo. La montaña imponente con un aire ligeramente acerado, el circo glaciar envolviéndonos el corazón, el bombero madrileño quemando las escobas en la noche y mi joven vecino de la esquina subido en la peña, tras las tiendas, gritando libertad para Luis.
Las fronteras del arte: Rafael Lozano-Hemmer, La abstracción biométrica
Enviado por MovioseA el Dom, 15/06/2014 - 19:22.Los artistas, esos seres extraños pero imprescindibles, que miran la realidad con otros ojos, exploran los límites de lo que es el arte y la vida. Lo han venido haciendo desde hace miles de años, desde que fueron capaces de dibujar en las paredes de una cueva unos rasgos precisos que evocaban a los animales, o en la Atenas de Pericles, dictando unas normas de belleza que prácticamente aún perduran, en el Renacimiento cuando aspiraban a convertirse en dioses o en la abstracción, cuando la forma se pierde y solo queda el color y se transmite la emoción del autor en un lenguaje personal y etéreo.
Uno de esos artistas expone en la Fundación Telefónica de Madrid, una obra sorprendente y distinta, una obra que el comisario de la exposición ha llamado La abstracción biométrica.
Reza el texto inicial:
"El eje de esta exposición es el interés de Rafael Lozano-Hemmer por la biometría,el análisis estadístico de los datos biológicos. Las piezas detectan, graban y procesan las constantes vitales y al hacerlo materializan y acumulan los rastros de la presencia humana."
Artilugios aparentemente sencillos, detectan el ritmo cardíaco, la huella digital, la mirada o la voz y la convierten en elementos visuales que unidos a los de otros visitantes componen una obra coral, distinta pero profundamente humana.
Hamburgo, la pujante ciudad hanseática
Enviado por Moviome M el Dom, 08/06/2014 - 19:23.A orillas del Alster, aquí se amasa el dinero del mundo, la ciudad lo ha ganado, lo conserva y lo incrementa sin tregua, mientras embellece todos sus rincones, paseos y piedras, con árboles ordenados y bellos como postales antiguas.
Hamburgo ha sabido nadar y guardar la ropa y, yendo más allá, resurgiendo de las cenizas en que quedó convertida por las bombas no hace tanto, se ha hecho con un ajuar de primera.
La puerta del mundo la llaman, puede ser. Este puerto largo y explotado, surcado por barcos de todas las banderas, contenedores a millares de Yang Ming o de Hapag LLoyd, cargueros de Valletta, cruceros de Panamá, el mismísimo Queen Elizabeth en dique seco, el tráfico incesante y veloz de mercancías, de las que ves relucir su valor añadido, el oro que chorrea a espuertas.
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