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El diario de un Viaj-Arte
La ilusión de vivir en un cuento
Enviado por Carmen Cascón el Vie, 10/04/2015 - 16:07.Porque ese es el pensamiento que inunda a los visitantes que osan acercarse a Sintra, el pueblo de los palacios, las montañas siempre inmersas en la niebla y el misterio que parece flotar en sus bosques y jardines. La monarquía portuguesa se decantó por morar en este lugar desde los remotos siglos medievales a juzgar por la fortaleza que se alza imponente en las crestas de sus montañas. El castillo de los Moros desafía la lógica habitacional y sin embargo ofrece unas posibilidades defensivas inmejorables desde su posición elevada con respecto a la planicie que se despliega a sus pies. En un día claro, de puro sol, los reflejos cristalinos del mar nos deslumbran en la lejanía.
Cuando la amenaza musulmana se encontraba parapetada lejos, allá en el sur, sin capacidad para la incursión en parajes tan norteños, la monarquía portuguesa emprendió la tarea deconstruir un palacio a los pies del macizo montañoso. El reino estaba a punto de iniciar la carrera de los descubrimientos y era próspero y rico. Del Palacio Nacional, tocado por los dedos del terremoto de Lisboa de 1755, destacan sus gemelas chimeneas de la cocina, escenario de banquetes probablemente centrados en la gastronomía cinegética. No en vano el paraje que lo circunda es abundante en caza. A los pies de esos grandes embudos se deja oír el lamento del viento que baja de las montañas, potente y húmedo. Los salones del interior recuerdan, en cierta medida, a los de la zona palaciega del monasterio de El Escorial con su aire austero, propio del siglo XVI, con sus zócalos cerámicos (en el caso del portugués con azulejos lusos en vez de talaveranos) y sus suelos de adobe. Es por ello por lo que al visitante le parece frío y falto de la gracia y del esplendor delos palacios barrocos o decimonónicos.
Recorrido por la melancólica Lisboa un día de lluvia
Enviado por Carmen Cascón el Vie, 06/03/2015 - 17:53.Lisboa. Por sus calles vagan aún los espíritus de Camoes y Pessoa, sobre sus plazas planea la sombra del marqués de Pombal, sus edificios vibran al son del terremoto de 1755 y en el aire se oyen las voces pacíficas que hicieron resquebrajarse a los pilares de la dictadura de Salazar.
Llegamos un día lluvioso de enero. Las nubes lloraban sobre la ciudad, hundiéndola más si cabe en la melancolía que siempre parece reverberar a través de cada poro. Sí, triste y decadente me pareció bajo las lágrimas de los chaparrones constantes que nos azotaban a cada poco cadenciosamente, casi como una tortura oriental, fina y elegante, sublimando las calles trazadas con escuadra y cartabón del barrio de Chiado, lejos del retorcimiento de los estrechos callejones de la Alfama. Los adoquines brillaban empapados mientras poníamos atención en no resbalar y admirábamos el reflejo de los edificios en la superficie irregular de los mosaicos sobre los que pisábamos.
Exposición homenaje a un hombre que se hizo a sí mismo: “Prim. De soldado a presidente”
Enviado por Carmen Cascón el Mié, 11/02/2015 - 23:09.Lo último que escuchó fue el estampido de los cristales al hacerse añicos. De manera instintiva, se acurrucó en el fondo del coche. El cañón de un arma se introdujo por la ventanilla sin compasión ni posibilidad de reacción y a poco la boca del infierno expulsó varios proyectiles al unísono al tiempo en que alzaba la mano derecha por instinto de protección. Un retaco se la atravesó de parte a parte, haciéndole desaparecer el dedo anular, que quedó colgando de una tira de piel, mientras que otro era desviado por la empuñadura de su bastón. El dolor era insoportable. Pero el tormento no había acabado. Sin posibilidad de defenderse ni de huir encerrado en aquel pequeño habitáculo, una andanada de trabucazos desde la derecha y luego desde el lado contrario le destrozó el hombro con nueve retacos de un solo disparo que se le alojaron en el hombro izquierdo y le provocaron una herida en el codo. La sangre empezó a manar a chorros por las heridas. La cara no quedó a salvo de los granos de pólvora alojados en su rostro. Fue cosa de unas milésimas de segundo. Antes de perder la conciencia, en el mismo instante en que se daba cuenta de la magnitud del desastre, se dijo, maldiciéndose a si mismo: “General, te has dejado cazar como un conejo”.
Ventanas hacia el Mediterráneo en Estados Unidos
Enviado por Carmen Cascón el Lun, 05/01/2015 - 23:55. Sorolla se convirtió en cierto momento en atracción de todas las miradas y no por la calidad de sus pinceles. Su estilo fue objeto de diana de los críticos cuando las rupturistas vanguardias hicieron acto de aparición en la escena artística. Su obra, denostada y olvidada, acabó siendo enterrada hasta que a finales del pasado siglo XX y en los últimos tiempos renació gracias a distintas retrospectivas, una de las cuales, inmejorable, pudimos ver en el Museo del Prado en 2009.
Si nuestros latidos artísticos golpean inmisericordes ante la obra del pintor valenciano no podemos dejar pasar la exposición que ahora mismo luce en la fundación MAPFRE de Madrid, titulada “Sorolla y Estados Unidos”. Porque fue al otro lado del charco donde sus lienzos alcanzaron su justa popularidad y Sorolla se alzó como el genio que realmente era. La sensibilidad de los magnates americanos, ávidos, hambrientos de arte, se recrearon en las pinceladas pobladas de sol mediterráneo, en las brisas encerradas en las dos dimensiones de los lienzos, en los aromas de los pinares junto al mar y encargaron al valenciano retratos que llenaran de escenas españolas las estancias de sus lujosas mansiones de Washington, Nueva York, Chicago o Boston. Mucho tuvo que ver en este proceso de internacionalización y éxito el magno encargo de Archer Milton Huntington para la Hispanic Society of America de los grandes paneles dedicados a escenas costumbristas españolas, en cuya obra trabajó Sorolla hasta que una apoplejía, como se decía en la época aunque hoy diríamos ictus, le dejó imposibilitado para el noble arte de los pinceles.
Los cipreses creen en Gerona
Enviado por Carmen Cascón el Dom, 07/12/2014 - 21:01.Fue cosa de ida vuelta. De coger un tren desde Barcelona y volver por el mismo medio a última hora de la tarde con ganas de dejar nuestra impronta, aunque sea por una semana o varios días, en otra ocasión. En las calles de Gerona se respira historia, la Historia en mayúscula y las historias en minúscula que moldean su personalidad a pequeña escala, la de aquellos hombres y mujeres que pasearon por ellas hace siglos y en este preciso instante. El eco de sus voces ha erosionado los sillares de los templos y su murmullo se prolonga en los rincones oscuros de los estrechos callejones del Barrio Judío, rebotando tenues o fuertes según la fuerza de quienes los pronunciaron. A veces se hace imposible percibir ese runruneo rebelde por el estruendo que los turistas emiten en su cacareo estridente de visitantes conquistadores. Hubiera preferido por ello dejarme caer alguna tarde de otoño, con las hojas revoloteando escaleras abajo desde la altura de la fachada barroca de la catedral hasta los rollos de la plaza fronteriza.
A Gerona se la puede describir por sus callejuelas y rincones perdidos, sus plazas recoletas, su muralla incólume, sus templos románicos, su imponente catedral- cofre de tesoros medievales, su barrio judío asombrosamente conservado, sus Baños Árabes (que de ello tienen poco), sus fachadas coloristas mirándose en el río y su arquitecto modernista por antonomasia: Rafael Masó.
Arquitecturas pétreas y humanas en Tarragona
Enviado por Carmen Cascón el Mar, 04/11/2014 - 20:51.Existen muchas maneras de llegar a Tarragona, mas sin duda es posible que eligiéramos una de las más originales. RENFE oferta la posibilidad de ir desde Barcelona en un Talgo de los años sesenta durante, al menos, los fines de semana de los meses de verano, los de mayor afluencia de turistas. Lo llaman Tarraco Talgo y es una original forma de combinar traslado y visita guiada a la ciudad en un mismo pack a un módico precio. La verdad, nunca pensé que podría trasladarme al primer asentamiento romano de la península, la capital de la provincia Tarraconensis, en un vagón de hace cincuenta años, con hilo musical de la época por cierto, rescatado del lugar donde reposan los dinosaurios de nuestro pasado ferroviario más cercano. Es una bonita forma de saltar progresivamente del siglo XXI, al XX y después al I a. C.
Porque la historia de esta ciudad catalana había comenzado mucho antes, cuando los iberos se asentaron en la zona en pequeñas poblaciones dedicadas a la pesca. Si embargo, la republicana Roma, la urbe que acabaría dominando el Mediterráneo, fijó sus ojos en ella en medio de una guerra. Un conflicto bélico, sí, fue el punto de partida de Tarragona. Dos culturas, una en ascenso y otra en pleno auge, la romana y la cartaginesa respectivamente, posicionaban sus peones en un tablero cuya partida estaba a punto de comenzar. Y Roma, con el general Publio Cornelio Escisión, padre del famoso personaje histórico del mismo nombre, decidió convertirla en su cuartel, la base de operaciones para enfrentarse a tan peligroso enemigo. Y desde allí su hijo partiría a pie con sus legiones en pos del mítico Aníbal, el general invicto que tanto hacía temblar a los recios romanos, aquel que se atrevió a amenazar a la mismísima Roma en su terreno, a las puertas de la Ciudad Eterna. Desde entonces la importancia de Tarragona no hizo más que acrecentarse, tanto que se la designó como capital de la Provincia Citerior y más tarde de la Provincia Tarraconensis con visitantes tan excelsos como Octavio Augusto o Julio César. ¿Qué ciudad podría presumir de ello más allá de Roma?
El caso insólito de los Nobel de Literatura nunca concedidos
Enviado por Carmen Cascón el Sáb, 13/09/2014 - 00:05. La Real Academia Sueca ha distinguido en escasas ocasiones a un paisano con el Nobel, ya bien sea en ciencias o literatura, desde 1901, año en que se concedió el primero de estos afamados premios. José Echegaray, nobel de literatura en 1904, abre la lista de los españoles que alcanzaron la dicha de presumir de ser un grande entre los grandes, aunque le fue preciso compartirlo con el francés Frederic Mistral. Hoy día la fama deslumbrante de Echegaray parece haberse disipado. ¿Quién sería capaz de citar una, una sola, de sus obras? Es interesante este dato, es decir la posibilidad de que en un mismo año se concediese el Nobel a dos personas, por la anécdota que narraré a continuación y que dice mucho de la vena de división y envidias que corroe el alma española sin que haya, hasta el momento, cura ni fármaco que palie tales síntomas.
Si ahora les preguntase qué novelista español del siglo XIX obtuvo una más grande fama, nos vendrían a la cabeza tres o cuatro nombres que merecerían el honor de ser la respuesta adecuada a tal cuestión. Los adoradores de La Regenta contestarán sin vacilar que Leopoldo Alas, Clarín, ese castellano de pura cepa nacido en tierras zamoranas y asturiano de adopción que supo magistralmente describir la sociedad española de la Restauración y los dilemas morales de una mujer de la burguesía anclada en una ciudad de provincias, la famosa Vetusta. Quienes se vean arrastrados por las meigas y el caciquismo gallego citarán a esa mujer de armas tomar, Emilia Pardo Bazán, autora de novelas tan hechizantes como Los pazos de Ulloa. O quizás Juan Valera y su Juanita, la Larga sean merecedores de nuestra admiración por su enorme calidad literaria. Mas ninguno de ellos alcanzó la fama, que aún pervive por suerte, de la monstruosa pluma de Benito Pérez Galdós, un gacetillero canario que allá por la década de La Gloriosa se trasladó a Madrid para narrar con su brillante prosa los sucesos de una capital en ebullición política.
Alicante, más allá de playas y veraneo
Enviado por Carmen Cascón el Mar, 12/08/2014 - 19:36.Alicante es mar, es Mediterráneo por los cuatro costados, es turismo y es vacaciones. Alicante es la imagen de sí misma que se nos está ofreciendo desde aquellos años 60 en los que las costas españolas comenzaron a sufrir el acoso de los bañistas y la construcción desenfrenada. Pocos serían capaces de asociar este nombre con yacimientos, museos o patrimonio. Y, sin embargo, la ciudad y sus alrededores se pueden recorrer de otra forma más allá de playas, chiringuitos y discotecas.
La primera sorpresa patrimonial es el castillo de Santa Bárbara, de origen musulmán, que se yergue poderoso en lo alto de la colina que domina el puerto y las huertas alicantinas. Su acceso bien puede hacerse sobre la superficie, con coche trepando por las carreteras serpenteantes a lo largo de la colina, bien dentro de las entrañas de la tierra a través de un túnel más propio de una película de ciencia ficción, y de un ascensor en vertical no apto para claustrofóbicos (toda vez que se tiene conciencia de que alrededor de uno sólo hay rocas y tierra). En mi caso la experiencia fue doblemente agradable al hacerlo de noche, en una visita nocturna que incluía un concierto al aire libre a la luz de la luna y con el testigo de una tormenta, posicionada sobre Benidorm o más allá, sobre el Peñón de Ifach, a varios kilómetros de donde nos encontrábamos.
Los restos perdidos de don Miguel
Enviado por Carmen Cascón el Vie, 27/06/2014 - 23:20. En un lugar de Madrid del que nadie quiere acordarse, ha mucho tiempo que reposan los huesos de un hidalgo de los de pluma y recado, vestimenta antigua, estampa flaca y aventuras sin igual. Y es por ello que el historiador Fernando de Prado no ceja en su empeño de encontrar los restos mortales del escritor más insigne de las letras españolas, aquel que entró en la lista de los inmortales de la literatura gracias a un chiflado con una hermosa locura provocada por su manía extrema de leer libros de caballerías y creerse desfacedor de entuertos. Nos referimos, claro está, a don Miguel de Cervantes Saavedra.
Por obra y gracia de la documentación sabemos que don Miguel fue enterrado en el convento de las Trinitarias de Madrid un día después de su fallecimiento, el cual tuvo lugar el 22 de abril de 1616. La fecha tiene su importancia a la hora de explicar la causa de que tan loable búsqueda se lleve a cabo ahora y no en otras, ya que se acerca el cuarto centenario de su óbito.
Varios siglos nos contemplan en Cartagena
Enviado por Carmen Cascón el Mar, 10/06/2014 - 20:16.Las vías plateadas se extendían más allá de los confines de la vista, paralelas siempre, castigadas a nunca encontrarse por obra y gracia de un dios inmisericorde. El tren avanzaba deslizándose por ellas suave y amorosamente, acariciando los raíles y agitando las ramas de los naranjos y limoneros que le flanqueaban el paso. El final de su carrera lo impondría el inevitable encuentro con el mar.
Desde Murcia a Cartagena la vista del viajero se deleita durante el soplo leve de una hora con las montañas casi desérticas, los plásticos de los invernaderos y el océano de verdes y naranjas y amarillos de los árboles frutales. Un único vagón, que incluye la propia maquinaria, nos transporta de una a otra. Alguna que otra urbanización, surgida de la nada, se alza en despoblado como un testigo presente y futuro de la especulación inmobiliaria. ¿Cuántos de esos pisos estarán hoy vacíos, mudos, faltos de vida?
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