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El diario de un Viaj-Arte
La delicia de vivir como la burguesía madrileña del siglo XIX: el Museo Romántico de Madrid
Enviado por Carmen Cascón el Mar, 26/04/2016 - 23:12.-La mayor riqueza de Madrid se encuentra encerrada en sus museos-, me confirmó el viandante al que había preguntado la ubicación del Museo Nacional del Romanticismo. Aquel sol de invierno dejaba filtrar una luz que hacía refulgir el azul del cielo. ¿Sería de similar tono el “azul de Madrid”, típico de los lienzos velazqueños? Mientras entablábamos aquel diálogo efímero los coches bajaban calle Martínez Campos abajo, raudos, a rachas, según se cerraban y abrían los semáforos. Junto a la Casa-Museo de Sorolla, visitada en mi caso por tercera, me era impreciso el recorrido hasta llegar al Museo Romántico, así que había obligado a pararse a un viandante que andaba con paso tranquilo, al son de su chiguagua. Aposté un cafetito conmigo misma, por su indumentaria (unos zapatos de piel brillante, unos pantalones de traje beis, una gabardina gruesa) y porque llevaba las manos ocupadas (bajo el brazo izquierdo un periódico y enlazada a su mano derecha la correa del perro), que si aquel individuo no era un gato de pura cepa (sólo le faltaba el cucurucho de papel repleto de porras), y además del barrio, me hacía monja budista. No me equivoqué.
-Perdone, ¿cómo puedo encontrar el Museo Romántico?
El arte de representar un retrete: los “Realistas de Madrid”
Enviado por Carmen Cascón el Mié, 23/03/2016 - 11:33. De aquella primera exposición de descubrimiento de Antonio López me queda el regusto de la admiración. Desde entonces no me ruborizo al declararme admiradora de un maestro entre maestros, de un genio vivo (cosa rara), que destaca por su franqueza, humildad y claridad de ideas.
Cuando escuché que se preparaba una exposición conjunta de los tres López (Julio, Francisco y Antonio) frente a cuatro mujeres de bandera (Isabel Quintanilla, Amalia Avia, María Moreno y Esperanza Parada), me juré a mí misma que acudiría al Museo Thyssen para dejarme embrujar por la veracidad de los “Realistas de Madrid”. Y recordé entonces que había habido un acercamiento previo a estos artistas por mi parte en una exposición en Caja Duero de Salamanca y cómo me impactó aquel lienzo de unas niñas en chándal rosa comiendo un Bollicao, una escena que de tan cotidiana asombraba mirarla y que me hizo sentir como aquellos parisinos pasmados ante la visión de escenas de la vida real hechas arte, hacía más de ciento cincuenta años, cuando los pintores impresionistas hicieron acto de aparición revolucionando el concepto de la pintura. Ahora no sabría decir el título de aquel cuadro que se quedó grabado en mi memoria, ni tan siquiera su autor o autora. Lo único que tengo claro es que la etiqueta de realista, siempre denostada por ser “simplemente” una copia de la realidad, quedó para mí impresa en letras de oro como una forma de clasificar un estilo sublime.
Dos cápsulas del tiempo en el corazón de Madrid
Enviado por Carmen Cascón el Vie, 26/02/2016 - 10:03.Existen rincones en Madrid aún vírgenes para el aluvión de turistas cotidianos que inunda sus calles. Quizá resistan al invasor por una fracción de tiempo, lo justo para que caigan sumidos en el olvido o bajo la chequera de los compradores chinos o rusos, ávidos de construir centros comerciales o edificios de veinte plantas acristalados, el último grito de la arquitectura. Aunque estén en el corazón mismo de la capital de España y en algunas ocasiones hayamos pasado rozando, sin fijarnos siquiera, por delante mismo de sus puertas, siguen encerrando cápsulas del Madrid capital del mundo. De aquella ciudad titubeante, sucia y pueblerina, en el que un “agua va” se escuchaba a cada poco y los pícaros y los matarifes hacían su agosto con los incautos que osaban poner un pie en sus callejones angostos, poco queda hoy. Quizá en la memoria y en los dramas de Calderón y Lope, las Novelas Ejemplares de Cervantes y la saga del Capitán Alatriste de Pérez-Reverte, con la sombra siempre dispuesta a batirse en duelo del diestro con las palabras y la espada don Francisco de Quevedo y Villegas pululando por los rincones decimonónicos de las obras de Galdós.
La revolución del clasicismo: Ingres en el Museo del Prado
Enviado por Carmen Cascón el Mar, 19/01/2016 - 19:46.Mientras los países de Europa se batían a sangre y fuego ante un enemigo común llamado Napoleón, un pintor descollaba en su corte de París al recoger el testigo de su compatriota Jacques Louis David, el viejo artista jacobino convertido a los ideales bonapartistas tras ser el plasmador de la revolución. Como pez en el agua, y a imitación de políticos como Talleyrand o Fouché, David supo adaptarse a la situación navegando en las procelosas aguas imperiales y prolongando el gusto por las grandes historias épicas y mitológicas del clasicismo griego y romano. En realidad, ese gusto por lo clásico no había sucumbido del todo ni siquiera durante el barroquismo del versallesco Luis XIV, ni tampoco con el advenimiento de la revolución y su implacable guillotina. En todo caso, la vuelta a un estilo romano sobrio y austero parecía romper con las altas pelucas de Mª Antonieta, así que las señoras de la nueva clase dirigente tiraron a la basura sus recargados miriñaques y profusos adornos para dar la bienvenida al liberador estilo de túnicas sueltas y brazos al aire.
Aburrimiento y Madrid no son compatibles en Navidad
Enviado por Carmen Cascón el Sáb, 26/12/2015 - 10:05.Miente quien afirma que Madrid es aburrido en Navidad, miente o es que vive allí y huye de la afluencia masiva de turistas, de los ríos inacabables del gentío ávido de luces de colores, de compras sin aliento, del inaguantable sentimiento de huir de la soledad solo porque se está rodeado de gente, del tráfago incesante de cadenetas, árboles navideños, papá noeles y reyes magos con contrato por horas. Parece que la felicidad se desborda a raudales, por cada poro, en cada semáforo, aunque la realidad no pueda borrar la presencia de los sintecho, los mendigos apostados en cada esquina, los manteros exhibiendo su prohibida mercancía con un ojo atento al cliente y el otro a la presencia de la policía.
Los que habitamos en zonas rurales ansiamos subsumirnos en la maquinaria engrasada de las grandes ciudades, desaparecer en el mapa anónimo de caras de la capital, poder salir sin cruzarnos a cada poco con alguien conocido y obviar así el saludo recurrente. Depilarnos el pelo de la dehesa de vez en cuando, ver “otros mundos” supone un ejercicio relajante y sano, aunque visitar Madrid sea como estar en casa, habida cuenta de que lo que hoy sirve para cambiar de aires es partir a EEUU o a Rusia o a Shangai o a Thailandia o a Laponia, por obra y gracia de la falta de trabajo o para encontrar cada vez más lejos la vida que deseamos.
El brillo de las monedas de la Fragata Mercedes
Enviado por Carmen Cascón el Mié, 18/11/2015 - 19:11.La historia leída a la media luz del museo me puso los pelos de punta. Los paneles, repletos de grabados de naos y mapas de época, no podían desvelar por si solos el azaroso final de la escuadra comandada por el brigadier José de Bustamante aquel 5 de octubre de 1804.
La fama de la fragata Mercedes había resucitado en forma de noticia en 2007 cuando fue encontrada de manera espuria por el caza-tesoros estadounidense Odissey, al margen de las autoridades españolas, hundida en el golfo de Cádiz. Su cargamento, compuesto por 500.000 monedas de oro y plata, se extrajo a escondidas de su lecho marino y se trasladó a toda prisa a Estados Unidos. Robo, lo llamaría yo. La justicia alentó el derecho de reclamación de España por haber sido en sus aguas en donde se halló tan portentoso tesoro y, tras unos cuantos dimes y diretes en los tribunales americanos, una sentencia que no admitía recurso inclinó la balanza, por una vez, de nuestro lado en 2012. Diecisiete toneladas en forma de reales acuñados en el reinado de Carlos IV llegaron vía aérea a España (un viaje sin final feliz doscientos años antes), alas que se sumaron las piezas que los avispados caza-tesoros habían sisado (por si nadie advertía su ausencia) en el paraíso fiscal de Gibraltar.
Stop. Descubrimientos inminentes
Enviado por Carmen Cascón el Dom, 04/10/2015 - 18:48.En los últimos meses varios descubrimientos espectaculares o que pueden serlo a corto plazo, dignos de película de Spielberg, han saltado a las páginas de diarios y revistas especializadas, al igual que, y de manera más exhaustiva y directa, en páginas webs, blogs y foros. Desde un tren enterrado en un túnel por los nazis en Polonia a unas puertas misteriosas con acceso a la tumba de la mítica Nefertiti pasando por un santuario de grandes dimensiones junto a Stonehenge o el hallazgo de los supuestos restos de la musa de Leonardo da Vinci. Arqueólogos, forenses e investigadores trabajan sin descanso para revelarnos los tesoros de un pasado remoto o cercano que parece dormitar bajo tierra. En todo caso, el tirón mediático de tales hallazgos me hace pensar en otros descubrimientos menos estelares en este campo pero no menos interesantes que quedan circunscritos a las páginas de las revistas especializadas y son desconocidos para el gran público. La diferencia está en el marketing.
Reseña de “Fin Final (Un texto de goce solo para cuerdos)”, primera novela de Luis Rodríguez
Enviado por Carmen Cascón el Dom, 16/08/2015 - 16:57.¿Cómo podría yo definir, pobre de mí, en pocas palabras la novela de Luis Rodríguez Martín “Fin Final (un texto de goce solo para cuerdos)” publicado por la editorial TGC de Luis Francisco Martín? En este instante en que acabo de sobrepasar la página encabezada por la palabra final, es decir, la que teóricamente concluye la narración, me doy cuenta de que quizá este final no es tal, sino una continuación. ¿Son las 75 páginas que la conforman un prólogo, una invitación al lector a continuar? Con un final abierto como el que nos propone su autor me atrevería a decir que ese categórico y repetitivo, por ser sinónimo, título compuesto por dos palabras de significados tan adyacentes podría esconder una negación: dos fines pueden ser un principio, como dos negaciones una afirmación.
Protagonizada por un periodista de 59 años hastiado de la vida, sus pasos aventureros son, nada más y nada menos, que un paseo marcado por el devenir cotidiano aderezado por un misterio insondable con pizcas de rutina y delirio. ¿Novela negra? ¿Metafísica? La aparición del cadáver asesinado de una mujer junto a las tapias del cementerio será el hilo conductor por el que Ángel, el periodista, se mueva con el fin último, aunque no el único, de descubrir las circunstancias del macabro hallazgo. Junto a él desfilan personajes de la fauna cotidiana: Ricardo, el comisario bigotudo; Fran, el de la barra del bar La Sirena; Jovanonic, la bruja de brazos siempre abiertos; Mañolón y Clint… Y música de fondo. La novela está salpicada por una banda sonora palpitante sugerida por el autor para cada escena, de ahí que en la presentación del libro se atreviera a comentar que deberíamos leer sus páginas bajo los sones de cada tema. Y literatura. Pío Baroja y Eduardo Zamacois aparecen y desaparecen como los ojos del Guadiana, con el “hombre pequeñito”, amarillo y poblador de sueños, campeando con su sombra por las calles donde se desarrolla la acción. Los guiños a Kafka, Larra, Cela, Poe, Cervantes y algunos más nos asaltan en cada página ávidos de ser descubiertos por el hambriento lector.
La Mona Lisa ibera
Enviado por Carmen Cascón el Mié, 10/06/2015 - 20:22.Una de mis tareas pendientes con respecto al patrimonio museístico de Madrid la resolví por fin una tarde de mayo, no ha mucho, mientras se inauguraba la Feria del Libro en el cercano Parque de El Retiro. A pocos metros de allí, en el corazón de la capital, conduje mis pasos hacia el imponente edificio clasicista que alberga hacia su mitad oeste la Biblioteca Nacional y hacia la este el Museo Arqueológico Nacional. Me apetecía dejar de lado el bullicio turístico, las terrazas repletas, los atascos sempiternos, los mimos y estantiguas a guisa de esculturas de acera, para aislarme del mundo e incluso de mi misma época. Un viaje al tiempo más remoto, al de nuestros orígenes, sin necesidad de máquinas ni artilugios surgidos de una mente similar a la de Julio Verne.
El Museo Arqueológico Nacional, en su nueva remodelación, me trajo a la mente el recuerdo del Museo Arqueológico de Alicante, aunque si bien la extensión y riqueza de las piezas expuestas demuestra que el de Madrid porta la definición de “nacional” ganada en legítima lid. Lejos, a años luz, del vetusto y anticuado Museo Arqueológico de Sevilla, un conjunto de objetos expuestos en vitrinas que, según el concepto museológico actual, más podría pertenecer al siglo XIX que al XXI.
Belem y su reflejo en las aguas del Tajo
Enviado por Carmen Cascón el Vie, 15/05/2015 - 20:46.Mientras el tren hacía su trayecto desde Lisboa pasaban ante nuestros ojos la fotografía en movimiento de coches y casas a nuestra derecha y el mar, siempre cambiante en su monotonía, a nuestra izquierda. El viaje se hizo corto, apenas un cuarto de hora trufado con tres paradas en aquel ferrocarril de aspecto sucio y oxidado por fuera y último modelo por dentro. Nada hacía presagiar a nuestra llegada al andén que sus asientos serían cómodos y la blancura de su interior tan prístina como la nieve. Cerca de nosotros, justo enfrente, se sentaban una silenciosa pareja de chinos, ella vestida a la moda y cuyo único afán consistía en revisar una sucesión imparable de tickets de Inditex. El bullicio de los lusos no parecía incomodarles, como tampoco el hablar fuerte de una familia de rusos colocada a su vera y los vaivenes de un par de adolescentes americanos. Sin duda, observando el paisanaje, cualquiera hubiera podido averiguar con facilidad que nos dirigíamos a un destino turístico.
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