Nace arista dura
negro y templado
en la noche de los tiempos.
Apenas una mínima parte de ti
prensada y dolorida,
se transformó en guijarro,
esa fracción que me resume
en canto rodado,
esa que, saliendo
del mismo centro
de esta sierra adormecida,

Ese hilo delgado de agua
esclavo en mi fuente chiquita
suena
a alma de guijarro.
Apenas perceptible, sutil y cauteloso,
contiene íntimamente
el recuerdo del mar en sus cantos rodados.
Amor silencioso,
venero generoso,
sobre mi sueño
teje soledades imposibles de secar.

Me miró con reticencias Neptuno desde su pedestal en “Puerto Marina”. Hizo bien, porque todo el poder que despliega con sus barquitos caros, no alcanza el tesoro que yo poseo, barato e impagable mi joyel, hecho de lealtad y tiempo atesorado junto al recuerdo de Juan con Isabel y Carmen, no tiene precio. El reino de Neptuno es un vasito de agua del grifo clorada salpicando la tarde. No más que eso.

Hay sentimientos de hoja caduca,
Intimidades que se marchitan
Y amarillentas, vuelan,
Robadas por el viento caliente de fin de verano.

Hay sentimientos de hoja perenne
Que se mantienen firmes,
Verdes encuentros
Por los que el tiempo no pasa…

Suelo silenciar los huesos
Metiendo tiernamente en el saco
De la memoria lirios malvas
Junto a blancos nardos;
Guijarros de río bajo arenales tibios.
Intento estar al mismo tiempo,
… y aunque el tiempo no es el mismo
Siento un solo ritmo
En querer ser y no serlo.

Me equivoco mucho.

Tres veces había visto el mar:
Sobre la pasta de cartón gris, un niño de tercer grado llevaba en su enciclopedia un azulísimo vaivén y, dentro, las hojas blancas se movían como la brisa.

Pero antes, había llegado una postal de Sinfo desde la costa de San Sebastián, tenía espumas colgadas del recuerdo, traía la imagen de un pedacito de mar colgado de un arenal enorme que tapaba el hambre, una triste hambre, que Sinfo se llevó en la maleta desde el mísero remanso del río en el vado…

Islas de esperanza... soledades... días difíciles... apoyo... unmmm, comienzo leyendo con un poco de desidia, la verdad, todas las rezumas amargas y acaso alguna más... (cómo es posible que quien ahora es oposición, designado por las urnas, reclame derechos que cercenó tan descaradamente, que caigamos de nuevo en la amenaza sobre la libertad de expresión, que sigan sin aclararse los errores urbanísticos, que hagamos hasta de la cultura un ring de boxeo desde el cobarde anonimato, etc), trato de enfocar la mirada y me pregunto dónde está la memoria colectiva y la dignidad que debería salvarnos de cometer las mismas torpezas.

Es noche, noche plana de luna perla.
En ella busco la frente de los amigos
mientras enjugo mis doloridos pies
con aceitito de Pericón y algodones
balsámicos…
Esto pasa por llevar el corazón
donde puse mis pasos.
Por dejar atascada a esa niña en las callejas,
buscando besos de luz.

Algunas veces llama DIOS, hoy lo hizo,
recién llegado de la Honduras que tiembla,
me habló dulcemente del silencio total
que se produce
en esos minutos
en que la tierra se quiebra como un melón maduro…
sé que me llama para escuchar mis risas,
solo que, esta vez,
eran unas tristes risas amargas
lo único que he podido ofrecer,
sé que Dios existe por cómo suena al teléfono
cuando me pide mis risas… me asaltan los versos
y comienza un escondite difícil de comentar:

Ese dedo mágico de la noche más larga del año,
traerá para siempre a mi memoria
hoguerillas lejanas iluminando la ventana
del hospital.

Recién había parido un niño blanco de nieve
y rubio como la mies, niño bautista de
leche y pan, niño de mis entrañas
cuidadosamente engendrado…