El asa del cazo, el palo de una escoba, las pinzas de colgar la ropa, el ascua de la lumbre y hasta el pomo de una puerta, llevan su huella.
No son más que el trayecto de la feminidad a lo largo de la historia, un trayecto cruzado por el mango de la azada, el ronzal del asno, el huso de la rueca, el cordel del pozo.
Tradúcelo a hoy, y encontrarás, en esencia, pocos lugares en los que su mano no labore, y el hueco que deja el largo camino que espera aún hacia la soñada igualdad.

Todos los lugares contienen sus manos.

En el desván solo había un enchufe, camuflado al final del cordón que subía la corriente desde casa. Prohibido, terminantemente prohibido enchufar nada en él. Riesgo de incendio. Catástrofe anunciada.
Pero Uje me había traído de Venecia una “gondolita”, oscura como un escarabajo de agua, en la que se encendían los cuatro faroles que remataban el baldaquino; en la proa, una bailarina con “tu-tu” giraba y giraba a los sones del “Para Elisa”… el gondolero, a popa, movía el remo rítmicamente sin rozar el hule de plástico verde ni el improvisado telón de la foto de San Marcos entre las páginas abiertas de la Enciclopedia Juvenil.
Imposible resistir la tentación, a hurtadillas, robaba la góndola y visitaba Venezia…

No por ser invierno, la higuera es menos confortable, qué vaaaaaaaaaa,
Por tener tengo hasta hilo musical…. Everybody´s talkin´…. (gentileza de majestuosidades).

Sin embargo, quizá por pisar el blanco que se ofrece resplandeciente a mis pies, hago ejercicio y practico: el llevar y hechar de menos.
El llevar es algo relativamente sencillo si se está dispuesto a soportar alguna carga, y está íntimamente relacionado con el ir, pero no es lo mismo ir yendo que ir llendo.
Por la vida SE va con normalidad, yendo.

Junto a la lancha plana de granito ceniciento, despiezaba mis botitas de invierno.
Pacientes, esperaban a sus Majestades. Para entonces, ya había yo echado a notar un paquete marrón sobre el armario de luna que presidía la sala… descubierto el tesoro, llegó la certeza, “los Reyes no existen” dijeron mis labios de niña sin sueño.

Pero nunca quise ser descortés y decido enviar un presente a los magos, por si apareciera su eco en la chimenea del tiempo:

Nacimiento de Chiapas, MéxicoAl arrullo del corazón se desparrama el “arruyo”, éste distinto, que es como el otro pero como en canto de agua…, más arroyo.
Todas las Navidades entono una nana frente a un niño plácido, de pesebre. Sospecho que al cantar, en realidad deseo que todos los niños sean plácidos…

En pasados episodios NAVIDEÑOS, recuerdo un “nacimiento” amplio, tan largo y ancho como el alféizar de la ventana, cuajado de figurillas: el portal techado, el río plata y el puente de madera firmemente anclado de orilla a orilla… hermoso.
Un caballito trotón cruzaba aquel vergel de musgo recién sembrado, sorteando caminitos de ceniza y arena.

Se ha agotado a suspiros mi fuente cautiva.
En los últimos días comenzó a fallar como un viejo corazón cansado…
Y ya no tengo su alegre murmullo acompañando en la noche el paso lento de las horas.
La miro de soslayo, bajo la tenue luz de la bombilla, y me pierdo una y otra vez, en el recuerdo fijo de los patios rumorosos de la ALHAMBRA…

Eres fuerte.
…y aquel puntiagudo rayo acerado, la señaló determinado como señala un índice.

Lo supo sin mirarlo, lo supo por el peso del designio, porque muchas otras veces ya, la señalaron con el dedo.
Lo supo porque había oído “que las niñas de luna pueden convertirse, con el tiempo, en niñas de agua y al revés”; cierto, también las niñas de agua suelen hacerse niñas de luna diluidas en la noche, transformarse en río…

Llegarás.

Confieso que me incomodó mucho esta única palabra, con la firma al pie.
Se marchaba para siempre de mi vida una persona de la que había aprendido muchisimo, y me dejaba esta simpleza rubricada…
Me dejó huérfana de poner ni un “Te recordaré con cariño” o “Para una buena amiga”, incluso “Hasta siempre”,… en fin, cualquiera de esas frases hubiera valido… ¡sería por palabras!, era un gran comunicador y el confidente de mis primeros amores no correspondidos.

En los últimos días, ha saltado a la actualidad la triste situación en la que se encuentra el Hospital “Virgen del Castañar” de nuestra ciudad, a la par ha querido la casualidad que comparta el lecho informativo con la noticia sobre la posible desaparición del “Jardín de la Solana”. Desde mi modesta opinión, ambos temas no son sino parte de un “todo” en el que la “ciudad de las cinco abejas”, no acaba de encontrar el norte.
En realidad la agónica situación que padece en el tejido social y económico nos está induciendo a la apatía ciudadana o, en el mejor de los casos, a realizar actuaciones precipitadas o inconexas que a la larga pueden ser muy perjudiciales.

En el abrazo cóncavo de la exedra
encontré a violeta.
Alma cóncava
se reconoció violeta
cuando se vio fugazmente en otros ojos.
Verbo sobre piedra,
sus brazos serían tus brazos
si libre estuviera,