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Historias divertidas
Los sastres de la Calle Mayor
Enviado por antolin-velasco el Dom, 14/10/2007 - 11:22.Fuente: Vicente García Manso
Había en nuestra Calle mayor numerosos sastres que hacían trajes primorosos a medida, elaborados con los buenos paños de los comercios de Béjar. Cheviots, estambres, panas, tergales, paños amorosamente tejidos en los telares bejaranos, que luego eran vendidos en los comercios. Venían a hacérselos a Béjar muchos forasteros y aún hoy día vienen algunos. La tela la podía poner el sastre o la llevaba el cliente, tras comprarla en algunas de las famosas pañerías de la Calle Mayor.
Campopardo (2)
Enviado por bejar-biz el Jue, 27/09/2007 - 12:15.Fuente: Ruperto Fraile Alvarez
Seguimos con Campopardo, que da para mucho. No hay persona de cierta edad de Béjar que no cuente historias de Campopardo.
Un buen día Colás, que fue barman del Novelty, hablaba con Domingo y le decía: "Mire Vd, jefe, me voy a casar porque yo soy un hombre que tengo todas las noches la necesidad de ir a Campopardo y fíjese Vd, todos los días cinco duros de gastos, no me lo puedo permitir. Por eso he decidido casarme."
Campopardo
Enviado por bejar-biz el Lun, 17/09/2007 - 19:18.Fuente: Ruperto Fraile Alvarez
Lugar mítico en las leyendas urbanas bejaranas. Corresponde a la actual calle 28 de septiembre. Cuando se decía vamos a Campopardo significaba irse "de putas", lo que se hacía al caer la tarde o por la noche.
Había dos casas de mujeres de vida fácil, al tiempo que alegres y cariñosas.
La Tía Bartola
Enviado por bejar-biz el Vie, 31/08/2007 - 12:27.Fuente: Ruperto Fraile Alvarez
Cerca de la Hermanitas, en la misma acera, se ponían vendedores de caramelos y baratijas, con los cacahuetes salados y tostados, el pirulí de La habana, etc.., así como varios retratistas.
Entre ellos estaba la Tía Bartola, o la Sra Bartola, como se la conocía. La conocí muy viejecita y recuerdo su pelo blanco y ensortijado, con un hermoso moño y sus ojos más bien pequeños. Así al menos los veía yo a través de sus gafas.
"Mirala que se escogota"
Enviado por antolin-velasco el Mié, 22/08/2007 - 23:34.Fuente: Antolín Velasco Gómez
Corrían los años Teatro Fontalba en los años 3050, en un Béjar pujante y pleno de actividad económica. El "carbonero" Moreta va con un grupo de bejaranos a Madrid a comprar un camión de segunda mano para su negocio. Uno de ellos, en calidad de chófer y de técnico en automóviles era la persona fuente de la información.
Las correrías de los bejaranos, con dinero caliente eran proverbiales en los Madriles.
Tras una buena juerga, entran en el Teatro Fontalba, sito en la Calle Gran Vía nº 30. Aún se conserva el edificio, aunque ha sido modificado.(Gran Vía 30: antiguos edificios de viviendas y teatro Fontalba para el marqués de Cubas y Fontalba)
La falda de la lechera
Enviado por bejar-biz el Mar, 14/08/2007 - 10:49.Fuente, Ruperto Fraile Alvarez
Había una lechera de un pueblo cercano a Béjar, muchacha joven, esbelta y bien parecida, sin prejuicio alguno. Esta chica un buen día vino a Béjar con una falda hecha por ella misma.
Competencia legal
Enviado por bejar-biz el Mié, 18/07/2007 - 17:00.Fuente: Ruperto Fraile Alvarez
En la Calle Reinoso había dos talleres de zapatería. Uno era del Sr Juan Guijo Garrido al que todo el mundo llamaba Señor Juanito. Este señor tenía siempre en la puerta del taller dos jaulas, en una tenía un colorino y en la otra un pardillo; los dos pájaros cantaban estupendamente.
El Sr Juanito era un gran artesano, pero como a todos ellos, le cogió la evolución, en este caso la revolución del crepe. El Crepe, que dio al traste con la suela y este artista, como sus compañeros, tuvo que aceptar por bueno ese material, de modo que un buen día, el Sr. Juanito puso un cartel en su zapatería que decía: EN ESTE TALLER SE PONEN PISOS DE CREPE A BOTAS Y ZAPATOS.
Las brujas del Tío Calero
Enviado por bejar-biz el Dom, 08/07/2007 - 19:31.Fuente: Ruperto Fraile Alvarez
En la Calle Reinoso 24, vivía un matrimonio. Al esposo le llamaban los bejaranos el Tío Calero, porque vendía cal.
Mientras el Tio Calero estaba en la taberna, tomándose unos perros, su mujer, un día a eso de las 9 de la noche escuchó un ruido extraño en el desván. Era un ruido de cadenas que se arrastraban y poco después se oía un suspiro. La mujer dejó de hacer punto y se santiguó.
Al día siguiente sucedió lo mismo, así que la mujer se bajó a la calle a esperar a su marido. Esa noche no le dijo nada, pero el suceso se repitió en las noches siguientes, así que una de esas noches, el Tío Calero se enteró de lo que pasaba al ver un corro de mujeres a las puertas de su casa, a las que su señora les estaba contando lo sucedido.
Llegas tarde, como Manolito el Gallo
Enviado por bejar-biz el Lun, 25/06/2007 - 00:07.Fuente: Ruperto Fraile Alvarez
Manolito era hombre pequeño y flaco. Era hombre además de pocas fuerzas y algo holgazán, pero educado y más listo que el hambre. Nunca trabajó, pero tampoco pidió ni molestó a a nadie. Cuando no tenía nada que hacer, que era casi siempre, se ponía en la acera de enfrente de su casa a mirar. Si pasaba algún paisano, éste le preguntaba: "Manolito, ¿qué haces?. El contestaba: "Pues mirando mi casa".
El Podón y Paco el Vinagre
Enviado por bejar-biz el Mar, 12/06/2007 - 16:14.Fuente: Ruperto Fraile Alvarez
Un buen día el Sr. Paco, el Vinagre y varios compañeros acordaron hacer una merienda en la taberna del Sr. Anselmo, el de La Juanilla. (N. de la redacción: Creemos que actualmente esta taberna es el bar, La antigua taberna, que está a la entrada de la C/ Las Armas).
El Sr Paco encargó a su Sra, la Sra Engracia, que fuera ella quien hiciera la merienda. Todos aceptaron pues tenía reputada fama de buena cocinera. Aceptó ella gustosa el encargo, por agradar a su marido y a los amigos.
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