Fuente: Ruperto Fraile
En Béjar, especialmente las personas mayores cuando hay que ir a tomarse unos vinos dicen: vamos a tomar un perro. Puesto que hay muchas personas que no saben de donde viene esa frase, vamos a explicarlo.
El precio del vaso de vino en una época era de 10 céntimos de peseta, y a los 10 cmts se les llamaba Perra Gorda. A las monedas de 5 cts se les llamaba perra chica.

Fuente: Ruperto Fraile
En la anécdota intervienen dos personajes emblemáticos de los años buenos de Béjar: Evaristo Díu y Amaro. Amaro era sordo como una tapia y un buen hombre para "un mandao". Evaristo, fundador de la saga hostelera de los Diu, que cuenta con tres generaciones, tenía un bar en la C/Trascorrales, luego 18 de julio y ahora Miguel de Unamuno.
Evaristo le manda a Amaro a por un bote de aceitunas rellenas donde Virgilio, pero "que te de la lata abierta". Lo dice a voz en grito, para que Amaro lo escuche. Al cabo de una hora y media vuelve con la lata y le dice: "Evaristo, pruébalas". Evaristo las prueba y Amaro se le queda mirando y le dice: "¿Pero no encuentras nada raro?. "Yo no" dijo Evaristo. Amaro respondió: "Tú eres bobo. ¿No ves que no tienen pipo? ¿No ves que te han robado el dinero? ¿No ves que no tienen pipo?. La risa de Evaristo y de los clientes que estaban en el bar todavía resuena en algunos bejaranos.

Fuente: Ruperto Fraile en Recuerdos de una vida.
En una partida de cartas que se jugaba en el Gurugú (El Español) había un borracho impertinente que todas las noches molestaba a Ferreró y a sus amigos durante la partida, hasta que se ponía a dormir la mona.
Un día, D.Angel el dentista y Ferreró le jugaron una mala pasada. Cuando el borrachin, ciudadano X, se durmió, cerraron todas las ventanas y apagaron las luces, de forma que no hubiera luz alguna. Le despertaron y ellos siguieron jugando la partida, D. Angel cantó las 40 y luego Ferreró arrastró, D. Angel asistió y su compañero cantó 20 en copas y siguió el juego. En esto el borrachín, gritó: Socorro, socorro, estoy ciego!!! Llamad a mi mujer!! Así nuestro ciudadano X no volvió a molestar.

Fuente: Ruperto Fraile Alvarez
D. Romualdo era de Valdesangil (un Curiel) y tenía una figura tan diminuta que le pusieron El Comino. Buen trabajador, simpático y no se enfadaba por nada. Hacia los años 20, muchos niños padecían anemia. Todas las semanas había 4 o 5 entierros. El tío Comino se dio cuenta de ello y compró media docena de burras paridas y mató las crías. Todas las mañanas bajaba a Béjar desde Valdesangil con sus burras de leche, que así las llamaban, de cuyos cuellos pendía una esquila.

Cuando las madres oían las campanillas, bajaban al portal con los niños y con un vaso (de cortadillo). El Tío Comino paraba sus burras, tomaba con su mano izquierda el cortadillo y con la derecha ordeñaba a una de sus burras hasta llenar el vaso, que de forma inmediata le hacían tomar al niño, quisiera o no.

Muchos fueron los niños que tomaron esa leche, que además de ser buena para la anemia también lo era para la tos. La medicina fue eficaz, pues los niños dejaron de morir.

Fuente: Ruperto Fraile
En el teatro de la Casa del Pueblo, que estaba en el actual solar del cine Castilla, allá por 1932, se representó un drama que trataba del "Fusilamiento de Jaca". Era la historia de los militares Galán y García Hernández, el juicio que los condenó a muerte y el fusilamiento posterior.

La obra se anunció a bombo y platillo y había un llenazo diario. El primer día de la representación, el drama se desarrolló con total normalidad, hasta que llegó el momento cumbre de la obra: el pelotón de ejecución. Los dos hombres junto al paredón y el oficial que manda el pelotón con voz grave que grita: "Pelotón, apunten armas!. En ese momento el público en pie gritó con una sola voz: !Que no los maten, que no los maten! !Canallas!.

Fuente: Recuerdos de una vida de Ruperto Fraile Alvarez
Severiano Iniguez Pérez, el Tajaílla era uno de los mejores trabajadores de Béjar. Le daba lo mismo descargar un vagón de lana que otro de carbón (entonces había trenes). El quería trabajar y ganarse unos duros. Cuando acababa de descargar se ponía el esmoquing y servía como camarero en El Casino. En los días de ocio, El Tajaílla se vestía bien y salía a tomar unos chatos y a bailar, pues siempre fue un buen bailón.

Un día se fue a una fiesta a Candelario. Entró en el casino con su aire de superioridad que sabía poner, mirando de un lado a otro a la cara de los asistentes y pididó permiso para bailar con la hija que acompañaba a una señora. Echaron unas piezas de baile. El Tajaílla le contó que su papá tenía una gran fábrica de paños en Béjar y que se llamaba Rocamora.

Este Rocamora era un conocido fabricante bejarano, que tenía la fabril militar y que daba trabajo a 300 personas. Tenía fama de ser muy rico. Tanto es así que la gente de Béjar, para llamar rico a alguien decía que "tiene más dinero que Rocamora".

Hace un tiempo ha caído en nuestras manos el ya agotado libro de Ruperto Fraile Alvarez que se llama Recuerdos de Béjar. En el mismo, Ruperto va desgranando sus recuerdos, comentarios, anécdotas sobre Béjar y sus gentes. De este libro estamos extrayendo y lo seguiremos haciendo durante algun tiempo historias sobre personajes bejaranos. En este caso sobre Cañanda. Los que ya tenemos una edad tenemos bien grabada la imagen de Cañanda, sentado tras la cristalera de El Español, siempre afable, dicharachero, bejarano hasta la médula.

Cuenta Ruperto que la primera "picia" de Cañanda fue a los 12 años, cuando se escapó con un amigo en el tren y tomaron el primer mercancías hacia Extremadura. Entonces se podía hacer porque había tren, no como ahora.

La cuenta Ruperto Fraile Alvarez en su libro ya agotado: Recuerdos de una vida

Víctor, que así se escribe a pesar que los bejaranos pronunciaban "Vitor", era un señor altísimo, nadie ha dado hasta ahora su medida exacta, pero dicen las gentes que le conocieron, que era un gigante y que su profesión era la de vendedor ambulante de jabón. Esta mercancía era transportada en un burro en cuyos lomos sostenía unas hermosas aguaderas.

El amigo Vítor, voceaba calle por calle su mercancía y algunas vecinas del primer piso salían al balcón y decían: "Vítor,dame una barra de jabón". Nuestro paisano sacaba de las aguaderas la barra y alzaba su brazo hasta el balcón, dando al cliente su mercancía. esto llamó la atención de los forasteros y de sus paisanos. No había nadie en Béjar y comarca que no conociera a este personaje. De ahí viene el dicho: "De Béjar y no conocer a Vítor"
Nuestro paisano nació en Béjar el día 12 de abril de 1847 y era hijo de Crisantos Sánchez y de Teodora Chamorro. Vítor murió en Vilanova de Portimao (Portugal) en 1883.

Gigante de la CalzadaPara los incrédulos, o los jóvenes, que quizás nunca hayan oído hablar de él, debemos decir que El Gigante de la Calzada existió.

En la foto podemos verle, junto a D. Antolín Velasco Gómez, padre del director de esta revista, que a la sazón medía 1,70m. Hemos realizado una estimación de su altura, conviniendo en que estaría en torno a 2,14m, que para aquella época, alrededor de 1933, no estaba mal.

No hemos conseguido muchos datos al respecto. Nos dicen que trabajaba de guarda en La Calzada y posteriormente lo hizo en un circo, donde se exhibía junto a dos enanos.

barajaEstabamos jugando un partida al "julepe" (Ferreró era muy vicioso del juego del naipe). Pasa un rato, estamos echando varias manos y un jugador se levanta y dice que va al servicio. Vuelve del mismo con un cigarrillo en la boca. Seguimos dando varias manos mas y se levanta otro compañero de partida, dice que va al servicio y vuelve fumando. Así uno y otro, y no quedaba nadie de los jugadores por levantarnos al water y venir fumando, solo él; en esto, saca la petaca lía un cigarrillo y dice: "Bueno yo meo aquí mismo".

Con esto nos demostró su ingenio, pues no sé si el resto de los jugadores lo hicieron con intención de fumar aprovechando el viaje a los servicios y no tener que invitar a los de la mesa, no fué mi caso, pero si coincidió y sirvió de chanza.
Envíanos tu anécdota a director@bejar.biz