Bajo licencia de Creative Commons.
Ser Sueca
El estuche de dos cremalleras
Enviado por bejar-biz el Dom, 24/01/2021 - 18:21.Hortensia Mañas
Mi abuela dijo en una comida familiar, que daría un dedo de su mano por conocer a la gente y la entendí perfectamente, aunque todos me miraron con curiosidad cuando le di la razón. ¿Cómo podían saberlo si nunca se lo conté a mi familia?
En aquella época yo vivía despreocupada hasta que vino la maldad a visitarme y lo hizo con aspecto de niña buena, por eso desde entonces he aprendido a observar a las personas intentando averiguar lo que ocultan.
Esta es la historia de una experiencia inquietante, de un descubrimiento.
Ya tenía ocho años y me encantaba pasear por la avenida con mi padre los fines de semana. A veces me cogía de la mano y yo disfrutaba de todas las cosas que veía alrededor, las nubes, las mascotas y cómo se vestían o se peinaban las personas, aunque él prefería mirar los coches, hablar de ellos y memorizar sus matrículas o charlar con mi madre y pararse ante los escaparates para preguntarme qué zapatos me gustaban más o qué libros elegiría por los colores de su portada.
Paparajotes
Enviado por bejar-biz el Mar, 06/10/2020 - 09:23.Hortensia Mañas
Mientras juego, recuerdo la huerta murciana a la sombra de un limonero y esa luz de una tarde de junio después de una dura semana de trabajo. Esos días me alojaba en la casa de labor de Encarna, una mujer emprendedora que criaba gusanos de seda, cultivaba los campos y alquilaba habitaciones rodeadas de verduras de todo tipo.
No quise alojarme en la ciudad huyendo del ruido y la civilización y aquí disfrutaba del sonido del agua transparente de la acequia de riego que rodeaba la casa, del perfume de los limoneros y del aire impregnado de un ligero aroma a estiércol procedente de las granjas cercanas que traía, de vez en cuando, la brisa. Me encantaba estar allí.
Magia
Enviado por bejar-biz el Mar, 15/09/2020 - 11:21.Hortensia Mañas
Volaba hacia el edificio de la Biblioteca Nacional, atravesaba las paredes como una brizna de polvo y cruzaba el muro sólido de piedra y la amplia escalinata de acceso a la puerta principal.
Contemplaba extasiada los estantes repletos de volúmenes y las amalgamas de colores, percibía los olores a madera y a viejo y escuchaba, al mismo tiempo, los millones de pensamientos encerrados en innumerables soportes vegetales.
De pronto, me sorprendieron las raíces de un gran árbol que se disparaban por los jardines y atravesaban el cemento con la violencia de un tsunami, destrozando la entrada neoclásica que se abrió con un chasquido igual que un melón dejado caer al suelo.
hace 9 horas 11 mins
hace 10 horas 52 mins
hace 1 día 36 mins
hace 2 días 3 horas
hace 2 días 4 horas
hace 2 días 5 horas
hace 2 días 6 horas
hace 2 días 7 horas
hace 2 días 11 horas
hace 2 días 18 horas