Bajo licencia de Creative Commons.
Sin efectivo: ¿Lo que es bueno para los bancos es bueno para la gente?
Boletín de la Warthon University
Hay cosas que sólo se pueden pagar en efectivo, o por lo menos así era antiguamente.
¿Se olvidó las monedas para el parquímetro? No se preocupe. Un número cada vez mayor de ciudades ofrece ahora máquinas automáticas que aceptan tarjeta de crédito o aplicaciones que permiten al consumidor pagar con el smartphone.
¿Necesita dinero para pagar el peaje de la autopista? No si tiene un E-Z Pass [Vía Fácil] u otro sistema de cobro electrónico que deduce el pago de su cuenta de prepago cuando pasa por el puesto de peaje. Hay inclusive vendedores callejeros que hoy trabajan con máquinas de lectura de tarjeta conectadas al smartphone o a la tableta. Gracias a ésas y a otras innovaciones tecnológicas, parece que el consumidor ya no tiene motivos para pagar en efectivo. El hecho es que muchos profesionales del sector bancario, economistas y personas de diversas áreas que defienden esa idea ya han probado que es posible pasar varios días sin dinero en el bolsillo. ¿Pero está EEUU preparado para esa sociedad sin dinero en efectivo?
La mayor parte de los observadores parece creer que aunque haya tecnología que permita vivir una vida sin dinero en efectivo, la sociedad aún tiene un largo camino por recorrer hasta que todos los pagos se puedan hacer así. "No es imposible, pero no va a suceder de la noche a la mañana. Pero estoy convencido de que estamos caminando hacia una sociedad que ya no usará dinero para efectuar pagos", dice Shawndra Hill, profesora de Gestión de las Operaciones y de la Información de Wharton.
La única razón por la que el consumidor no va sin dinero es porque teme que los bancos y las tiendas puedan tener acceso a sus informaciones personales y a otras referentes a compras hechas por él, observa Hill. "Mucha gente [...] no quiere que todos sus pasos estén documentados", dice. Ron Shevlin, analista senior de Aite Group de Boston, añade que el perfil demográfico de la población es otro motivo por el cual el dinero continuará en circulación durante un buen tiempo. "Las personas más mayores no están dispuestas a renunciar al dinero en efectivo, tampoco buena parte de los baby boomers [generación de americanos nacidos en la posguerra]".
La verdad es que el consumidor, independientemente de la edad, está hoy más dispuesto que en el pasado a garantizar la posesión de un volumen mayor de efectivo. Según los datos más recientes de operaciones hechas en los cajeros proporcionados por la Reserva Federal (Fed), en 2009 el consumidor retiró un total de US$ 629.000 millones, un aumento del 3% respecto a 2006. La Fed informó también que la utilización de la tarjeta de crédito está en declive: en 2011, el consumidor tenía US$ 803.800 millones en líneas de crédito, la mayor parte de ellas en forma de tarjeta de crédito, lo que representa una caída del 15% respecto a 2007. Se puede, sin embargo, atribuir parte de esa estadística al hecho de que el consumidor está buscando apretarse el cinturón y recortar gastos debido a la crisis.
Aunque aún estemos muy lejos de una sociedad sin dinero, los especialistas prevén que el uso de la moneda disminuirá en los próximos años. En realidad, el uso del dinero debería experimentar una caída del 3% al año hasta 2015, según el informe de 2010 de Aite Group titulado "Una sociedad con menos dinero: previsión del uso de dinero en Estados Unidos".
El consumidor, un enigma
La comodidad es sin duda alguna el mayor beneficio para el consumidor cuando se trata de una vida sin dinero en efectivo. Ya no necesita buscar una sucursal bancaria o un cajero antes de hacer compras. En realidad, las aplicaciones de pago móvil permiten hacer una compra aunque el cliente no tenga la tarjeta de crédito a mano. Además de pagar con la tarjeta o con el smartphone, existe todavía la conveniencia de tener el registro electrónico de la transacción.
Pero el consumidor siempre paga un precio por disfrutar de esas ventajas. Por un lado, existe la tentación de gastar demasiado con la tarjeta de crédito, ya que las compras son del tipo "compre ahora, pague después". Por otro lado, robar datos de la tarjeta de crédito o informaciones de débito es mucho más simple que quitarle el dinero a una persona. "El extracto de la tarjeta viene cada mes, y cada mes hay que revisarlo, porque existe siempre el riesgo de perder la tarjeta o de que alguien se apropie de su número", dice Jack Guttentag, profesor emérito de Banca internacional de Wharton.
La vida sin efectivo trae consigo otras cargas financieras que no son visibles de forma inmediata. Prácticamente todas las tarjetas de débito prepago, por ejemplo, traen consigo tasas de activación y de mantenimiento. Aunque la gente pague su tarjeta de crédito cada mes para evitar gravámenes financieros, es probable que exista una tasa anual, sobre todo si forma parte de una promoción de "puntos" o de algún otro plan de bonificación. Las tarjetas de débito imponen sanciones sobre los descubiertos. "Con el dinero, no hay nada de eso", observa Jeremy Tobacman, profesor de Políticas públicas y de Negocios de Wharton. "Solemos olvidarnos fácilmente de eso, pero la diferencia no es para nada trivial. En la mayor parte de las transacciones electrónicas, el consumidor casi siempre paga alguna tasa".
Instituciones bancarias y administradoras de tarjeta de crédito se mueven por intereses personales en sus intentos de convencer al consumidor de que no use efectivo. En 2011, las administradoras de tarjetas divulgaron ingresos por valor de US$ 154.900 millones, según datos de R. K. Hammer, empresa de consultoría del sector. Otro estudio de la misma empresa informaba que, en 2011, los ingresos procedentes de tarifas sobrepasaban los ingresos procedentes de intereses de todas las administradoras de tarjetas (incluyendo las tarjetas de crédito, débito y de prepago). Aunque las tarifas sobre descubiertos hayan presentado una caída respecto a años anteriores debido a las nuevas regulaciones federales, su total fue de US$ 31.600 millones en 2011, según datos de la empresa de investigaciones Moeb Services.
En el caso de los bancos, mientras menos dependa el consumidor de billetes y de monedas, mayor es la posibilidad de cobrar tarifas sobre los ingresos, menor la posibilidad de que vaya a las sucursales físicas, menor el número de trabajadores necesario para lidiar con transacciones en dinero. "Para las instituciones financieras, todas las innovaciones en la forma de pago constituyen una fuente de ingresos", dice Guttentag. "Los pagos hechos con dinero en efectivo son mucho menos rentables, además de muy incómodos".
Otra ventaja para los bancos y las tiendas minoristas que reciben pagos por medios electrónicos es el acceso precioso a los datos del cliente en cada transacción. Shevlin dice que las tiendas que guardan el registro de los hábitos de compras de los consumidores pueden usarlo en provecho propio. "Es importante para las empresas saber cómo gastan las personas su dinero", dice.
Como vivir sin efectivo
La idea de una sociedad sin dinero en efectivo no se limita a las fronteras de EEUU. La verdad es que muchos países están muy por delante de los americanos en lo que se refiere a la tecnología de pago móvil y al rechazo del papel moneda. El caso más notable es el de Suecia, donde sólo un 3% de la economía gira en torno a dinero en especie, según datos del Banco para Compensaciones Internacionales (BIS). (En la economía americana, ese porcentaje es del 7%). El hecho es que muchas tiendas de Estocolmo ya no aceptan dinero, varias iglesias han instalado aparatos de lectura de tarjeta de crédito en vez de pasar la cesta de la limosna, e incluso ciudades muy pequeñas ya no trabajan con dinero.
Aunque el acceso a la tecnología más reciente y una población relativamente pequeña hayan ayudado a Suecia a ponerse en una situación en que el dinero prácticamente ha desaparecido, Hill dice que se necesitará una motivación mayor para que los americanos dejen de usar sus dólares. "Sería preciso que hubiera impuestos o algún tipo de incentivo que encareciera las transacciones en dinero", dice. De momento, no ha habido ningún cambio por parte del Gobierno que incentive al consumidor a usar los medios electrónicos de pago, aunque el techo establecido por el Gobierno para las tasas interbancarias en las compras hechas con tarjeta de débito, y que entraron en vigor a finales del año pasado, tal vez estimulen a las empresas a promover esa forma de pago.
Las tarjetas prepago también son un componente fundamental hacia una sociedad sin dinero, dice Hill. Las tarjetas no se encuentran normalmente vinculadas a una cuenta bancaria o a informaciones personales pormenorizadas, lo que puede contribuir a que sean más ampliamente aceptadas por quienes se preocupan por su privacidad personal y por eso pagan siempre en dinero. El hecho es que las tarjetas prepago, que fueron introducidas al principio como forma de llegar al cliente de baja renta, están extendiéndose por todas las clases sociales. En 2011, las tarjetas prepago tenían fondos por valor de US$ 57.000 millones, y ese número debería aumentar de forma sustancial llegando a US$ 167.000 millones en 2014, según un estudio del Mercator Advisory Group. "Las tarjetas prepago ya no son un producto de los consumidores de baja renta y en situación de desventaja", observa Shevlin. "Hoy en día son un producto financiero ampliamente usado en el mercado".
¿Donde está el dinero?
Mientras, la Casa de la Moneda americana continuará imprimiendo dólares y fabricando monedas, que serán usadas por los americanos en todo tipo de pagos. Uno de los segmentos que más trabajan con dinero, por ejemplo, y que poco informa sobre sus transacciones oficiales es el mercado negro y el tráfico de drogas, en que las partes involucradas no quieren de ninguna manera registrar las operaciones efectuadas. "Creo que lo más interesante de todo es dónde se está usando ahora el dinero', dice Guttentag. "La industria de la droga es una de las principales usuarias del dinero en especie".
Guttentag añade que buena parte del dinero americano en circulación llega también a países como Zimbabue, que pasó a usar el dólar americano cuando la moneda local colapsó a causa de la inflación. El Tesoro americano informó que había US$ 1.030 billones en circulación en 2011, lo que representa un aumento del 9,8% respecto al año anterior, pero estima que cerca de la mitad de ese total está fuera del país. El volumen total de dinero impreso en 2011 fue de US$ 165.000 millones, o un 22% menos que el año anterior.
Respecto a los dólares utilizados por el americano medio (que, por norma, no está involucrado en actividades financieras ilegales o internacionales), los pagos hechos entre individuos constituyen el mayor segmento de transacciones en que el uso del dinero persiste. Un 53% de todos los pagos entre individuos se hacen en efectivo (un 27% se hacen con cheques), según el informe de Aite, "Una sociedad con menos dinero en especie". Según destaca Shevlin: "¿De qué otra manera va a pagar al jardinero que corta su hierba?"
- Las exportaciones españolas crecieron un 3,3% hasta julio y superan los 230.000 M€
- Las exportaciones españolas alcanzan su máximo histórico y crecen un 4,7% en los primeros seis meses de 2023
- UGT apuesta por fomentar la economía circular en Castilla y León para minimizar los estragos de la contaminación por plásticos
- España acelera el despliegue de los fondos Next Generation EU y autoriza en dos meses casi el 40% de lo presupuestado
- Las medidas anticrisis han ayudado a reducir la pobreza en España: estos son sus efectos
- ¿Que tiene que ver el
hace 1 día 5 horas - Entrevista a Alejo Riñones,
hace 1 día 7 horas - Ya que preguntas Alberto, me
hace 1 día 7 horas - A mi me gustaria saber
hace 1 día 15 horas - Por lo que leo, el autor del
hace 1 día 18 horas - Alguien cercano a Raúl me
hace 2 días 39 mins - La lectura de la ultima
hace 2 días 1 hora - Pues a mí no me parece
hace 2 días 3 horas - Fui socio de Gecobesa y no
hace 2 días 3 horas - Qué pena!! Qué forma de
hace 2 días 6 horas
Enviar un comentario nuevo