…Que tiene un gato, bueno, gata, para ser más exactos.

Acompaño sus vidas consciente de que tiene una rara habilidad para hablarme en mi paranoia, no con palabras pero sí con actitudes, con acciones que dejan bien claro quién es quién y dónde debe estar.
“Dulce” gastó ya dos vidas, por tanto debería decir que permite caprichosamente que participe de las cinco restantes con una agilidad felina que ya quisiera yo tener en los tiempos que corren…
La primera vida que perdió fue la que le salvó la vida, recogida de la calle pequeña y huesuda, todo rabo, se arrimó un verano a mi paso con tozudez y se quedó con mi sillón y mi independencia desde ese momento.

La segunda se la quité yo misma; llegada su madurez se escapó en busca de aventuras y, después de medio día de riñas gatunas, me recolgué de la rama que habitaba con la misma tozudez que ella. Ella que no bajaba, bufido va, bufido viene, lucimiento de colmillos, orejas gachas, posición de ataque… dispuesta a que yo me quedara huérfana de gata solo por un caprichito que pasaría en unos días. Yo, que bajara, que ya eran muchas horas de montar guardia para que ella jugara a libertades, finalmente la apañé como pude sin abrir mis puños clavando mis uñas sujetando su mandíbula, ella me dejó el vestigio de sus dientes en los brazos.

Juntas, sangre con sangre, supimos que ella nunca sería el ama y que tampoco se doblegaría jamás!

Así, con los pelos erizados, esquiva y rabigruesa como una ardilla, volvió a casa a disfrutar golosa, durmiente y calentita su resto de vidas… hacemos realidad eso de que “de noche todos los gatos son pardos”, ella me ignora cuando gusta y yo consiento no enterarme cuando me apetece. Hemos llegado a mimetizarnos con el paisaje hogareño a la perfección, ella desde su atalaya, su quijote, su ratón “multi-gesture touchpad”, su mullido sueño sobre mi sueño…; yo, más o menos reacia, cogotuda, gruñona o despistada, SEGÚN EL DÍA, ambas compartiendo este tiempo en que el mundo convulsiona en economías ficticias, caídas de bolsa, parados por millones, burbujas que explotan, países que quieren ser demócratas cueste las vidas que cueste y democracias vividas por quienes parecen renunciar a la democracia; compendio de “pelagatos” que ensucian con lo que dicen, lo que hacen, lo que tocan… lo que, por ser de todos, no interesa a nadie, derechos que costaron varias vidas.

AY, quién, como “Dulce”, supiera caer de pie desde cualquier postura, “defenderse como gato panza arriba”, en medio de la realidad compleja de esta ciudad estrecha…
Engatada sin remedio estoy, ENGELADA ella, a duras penas, lisa y tablicuriosa, escudriña cada rincón de la casa (por si descubre, sin que me entere, puntos de fuga…) mientras escoge lentamente con desgana su comida, casi de la misma forma que yo elijo amistades, dejándolo estar.

Confieso que a veces siento tentaciones de abrirle la puerta y, en un alarde de gratuidad, donarle la libertad para quitarse sus vidas a su antojo. Lo mismo, lo mismito que pienso de mis paisanos.

O eso, o condenarla al “Sultanato”… pero eso es…
…otro tejido.

Gel Borrajo
(Enero 30 de 2011)