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Los restos del Duque de Béjar ya reposan en Gibraleón tal y como recogía en su Testamento
Los restos del Duque de Béjar y Marqués de Gibraleón fueron enterrados en la Iglesia de Santiago Apóstol en una solemne ceremonia a la que asistieron numerosos representantes institucionales y cientos de vecinos
Gibraleón, a 29 de septiembre de 2012.- Los restos del Duque de Béjar y Marqués de Gibraleón, Francisco III Diego López Zúñiga Sotomayor y Mendoza, ya reposan en la localidad olontense tal y como dejó recogido en su propio testamento.
La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia de Santiago Apóstol, hasta la que las Hermanas Dominicas del Convento Madre de Dios de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) trasladaron dichos restos. Y estuvo presidida por el obispo emérito de la Diócesis de Huelva, Ignacio Noguer Carmona; José Ramón Gómez Cueli, alcalde de Gibraleón; los párrocos anterior y actual, Teodoro Bernal Serradilla y Roberto Abeja Cortés; y Juan Mandesis Trisac, presidente de la Asociación Gibraleón Cultural.
En el turno de intervenciones, el presidente de Gibraleón Cultural, Juan Mandesis, mostró su satisfacción porque, de esta forma, la localidad recuperaba parte de su historia.
Por su lado, el anterior párroco del municipio, Teodoro Bernal, explicó las gestiones que había realizado para que este noble, de tanto significado para la localidad y el resto del Marquesado pudiese descansar para siempre en la tierra que él quiso.
Precisamente, el alcalde olontense, José Ramón Gómez Cueli, destacó el trabajo hecho por dicho sacerdote para el traslado de estos restos y dijo que había sido el principal artífice de este hecho histórico.
La priora del Convento Madre de Dios de Sanlúcar de Barrameda, Sor Inmaculada Ocaña, destacó el cariño que Gibraleón había demostrado con este enterramiento hacia la figura del Marqués.
Tras la firma de pergaminos de hermanamiento, el obispo emérito de la Diócesis de Huelva, Ignacio Noguer Carmona, descubrió la urna con los restos, que posteriormente fueron llevados al monumento funerario.
Una vez que el obispo leyó el responso, el alcalde de Gibraleón introdujo el pergamino, y el presidente de Gibraleón Cultural hizo lo propio con el documento de cesión.
El broche final lo puso el poeta y escritor olontense Juan Angona, que recitó un poema de exaltación.
A la ceremonia, en la que intervino el Coro de la Universidad de Huelva, acudieron alcaldes de municipios que en su día integraron el Marquesado de Gibraleón, entre ellos los de Cartaya, Villanueva de los Castillejos y Sanlúcar de Guadiana así como el primer teniente de alcalde de Béjar (Salamanca), Santiago Sánchez Yuste, entre otros representantes institucionales.
Cientos de vecinos de Gibraleón también quisieron ser testigos de este hecho histórico y, para inmortalizar el momento, se hicieron fotos junto al monumento funerario.
El duque y marqués Francisco III fue un hombre culto, mecenas de artistas y escritores como Miguel de Cervantes. Precisamente, el famoso autor le dedicaría su inmortal obra El Quijote al citado noble.
Fue enterrado el 11 de julio de 1621 en el arcosolio que su nieto, el Duque de Béjar Francisco IV Diego, hizo construir en el Convento del Vado de Gibraleón.
Según recuerda el historiador onubense Antonio Mira, tras los sucesos de 1936, saqueado y parcialmente destruido este túmulo, sus restos fueron trasladados por las monjas dominicas y sepultados en el Convento del Espíritu Santo de Jerez de la Frontera, de donde la Asociación Gibraleón Cultural, con la colaboración del Ayuntamiento olontense, los rescató el 11 de abril de 2011 para darles sepultura en la Iglesia de Santiago Apóstol de la localidad en la que el noble quería descansar para siempre.
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¿Hubo representación bejarana?
Muy bueno. Con la que está cayendo añorar a los señores feudales que tanto bien hicieron. No sé si es un presagio de por donde vamos a ir.
Los duques de Béjar hicieron mucho por Béjar y gracias a ellos la villa prosperó. A ellos les debemos buena parte de los mejores monumentos de la zona de todos conocidos. Me siento muy orgulloso de ellos, rigieron bien la política, sobre todo el llamado Buen Duque al que Béjar, con razón le dedicó el hermoso mirador que está frente al edificio de los Salesianos. Alguno de los duques fue hombre de guerra, como el que murió heroícamente en Buda, otros fueron hombres de letras como al que dedicaron varios de los mejores escritores del Siglo de Oro algunas de sus mejores obras. El Quijote de Cervantes por ejemplo. Llevaron el nombre de Béjar allá por donde fueron, incluso en norteamérica. Creo que les debemos bastante por eso es un honor, en este caso para Gibraléon, contar con sus restos mortales.
En efecto. Ya no vamos a ir. Ya vamos.
Les invito a leer la historia de este pueblo que escribió José Luis Majada.
El desconocimiento de la historia, hace que esta se repita en un circulo concentrico
siempre proyectado desde el eje de la ignorancia.
Agasajar a quienes durante siglos mantuvieron el más denigrante desprecio por sus contemporáneos, haciendo de ellos una subespecie más cercana a lo animal, que a un ser humano.
Es cuando menos un sarcasmo, aunque ello es el pan nuestro de cada día en esta vetusta ciudad, lo avalan hechos como estos.
A. Sobral.
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