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Reciente pasión por el fútbol
J. Francisco Fabián
Cada día me gusta más el futbol. No llego todavía a discutirle a Lopetegui o a Del Bosque si se debe jugar con un doble pivote más adelantado, presionando la salida del balón o el ataque debe ser con falso 9 en lugar con 9 puro, porque eso sería ya una fase extrema de mi proceso, quizá próxima a la hospitalización. Estoy también muy lejos de la posibilidad de quedar para pegarme con los del equipo que me haga la competencia, pero reconozco sin embargo que miro los titulares del AS más que nunca, casi al borde de la dependencia. Últimamente sentarme a ver el partido de fútbol de mi equipo resulta ser un placer de una intensidad que no me conocía. Esperar cada semana ese momento me parece emocionante. Y si lo hubiera entresemana con la Champions, mejor aún. Hasta puedo cenar viendo el partido con tal de no perdérmelo. Impresionante, de verdad.
Antes esto no me pasaba. Como las cosas no suceden en la vida de las personas porque sí y me preocupo por mí mismo, ya que soy lo único que tengo propio, me he puesto a investigar no sea que me esté poniendo seriamente enfermo de la cabeza. He llegado a la conclusión de que hay algo en el partido de fútbol de mi equipo que me aleja de la realidad por un rato a pesar de que sepa de sobra la clase de mundo que este deporte representa y que después de todo no son nada más que 22 tíos corriendo con un balón a ver si lo meten en la portería del otro, ni más ni menos que eso, y luego mucho dinero por detrás. Ahí está la clave para mi tema: un partido de fútbol es algo tan simple que refugiarme en ello es cómodo, fácil y no me va a quitar el sueño en caso de fracaso. Hay en ello algo de huida, mucho de impotencia, bastante de desánimo y un kilo de no entender, a pesar ya de mi edad, el comportamiento de una parte de la gente.
Porque si a mí me gusta ahora más el futbol que nunca, es porque no comprendo la realidad, porque me descoloca mucho de lo que está pasando por todas partes, pero más aún en lo inmediato que me afecta, mi país. En el fútbol, por mucho que me pudiera afectar una derrota contra el máximo rival, que son las que más duelen, esa misma noche se me habría olvidado, cosa que no me pasa con la realidad de la calle. Por más que me guste ahora el fútbol, es solo eso: fútbol, y lo sé. Pero la realidad que vivo es otra cosa, esa me hace estar preocupado seriamente nada más levantarme, me mantiene estupefacto con nuevas noticias a lo largo del día y me lleva al sueño agotado por la noche muchas veces.
Cuando la gente -¡tanta!- acaba comprendiendo de la manera que los puede comprender (votándolos), a una determinada clase política corrompida de pies a cabeza como sistema de funcionamiento; cuando nada más y nada menos que todo un gobierno de una comunidad autónoma se plantea seriamente desobedecer las leyes democráticas cada vez que no vayan por donde a ellos les guste, apelando precisamente a la democracia como razón para desobedecer las leyes, y cuando una parte de la gente de ese sitio y no será poca, alentados por el ejemplo, hacen de la desobediencia a la ley democrática un criterio como quién decide entre café o descafeinado; cuando un tipo como Otegui dice con naturalidad que él y los suyos no eran conscientes del dolor que ocasionaban matando (¡estamos hablando de matar!) a 800 personas uno a uno y hay mucha gente que le comprende o le disculpa por ello aquí y allá y se hace fotos con la mano en su hombro; cuando –¡todavía!- por sentirte de este país en el que he nacido y compartido historia y convivido con otros semejantes, por decir que me siento de aquí y solo por eso me pueden llamar “facha asqueroso”; cuando veo tanta superficialidad en algunos criterios que se defienden a capa y espada en la calle como si supiéramos en realidad de lo que estamos hablando sin tener ni idea ni haber profundizado en ello; cuando lees que hay una propuesta política en serio para que se enseñe y se hablen aragonés y bable (!) en las escuelas; cuando tipos como el político Rufián (elegido en unas elecciones), con sus artes, su disposición de jovencito chuleta que va de descarado, con su discurso político y con su fondo general, son capaces del arrancar el aplauso de una parte del –nada menos- Congreso de los Diputados de un país, siendo precisamente esa parte del Congreso la que tendría que arrancar por muchas razones mis simpatías; y, en fin, cuando veo desvariar, posturear, prometer sin tino, mostrar el criterio de favorecer la desigualdad entre comunidades con su espíritu ultra democrático de “comprensión de las identidades territoriales”, cuando veo eso a los que tendrían que ser mi faro y creí que lo eran durante mucho tiempo, cuando me siento así de descolocado en esta realidad, con esas razones y otras mucho que no digo para no alargarme, comprenda usted que el fútbol me salve. Son 90 minutos de emoción y si no ganamos, a la semana siguiente hay otra oportunidad, solo hay que dejar pasar siete días de intriga. Y si nos hundimos un año y no ganamos nada de lo que era de esperar, el refugio será que vendrá la primavera, que nunca falla por sí misma…
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Yo todavía me resisto al fútbol: me sigue pareciendo casi tan aburrido como siempre (me mantengo fiel a la opinión que de este y otros fenómenos de masas tenía Agustín García Calvo, una de nuestras cabezas más lúcidas), aunque reconozco que la realidad social o política escapa a toda explicación racional (como esos millones de votos al partido más corrompido de nuestra historia reciente, por ejemplo), y uno acaba cediendo a la tentación de ver la tele más improductiva. Sin embargo, también me parece que Rufián y otros políticos emergentes han dejado caer unas cuantas verdades dolorosas entre algunas o muchas estupideces. No comparto la estrechez de miras de los nacionalismos (tampoco del nacionalismo español, que sería muy fashion en tiempos de los Reyes Católicos, pero que ahora se adapta mal a esa realidad rara y compleja que seguimos llamando España), pero me pareció muy bien el repaso que les dio a los socialistas traidores de hoy frente a lo que fue ese partido en sus buenos tiempos. Ya he comentado alguna vez lo traicionado que me sentí por aquel PSOE del referéndum para entrar en la OTAN y añado la traición de los GAL y la cal viva, por mucho que esta expresión moleste a sus afiliados. Hernado seguirá creyendo que el tiempo les dio la razón: pobre hombre. Me da mucha pena ver cómo este partido, antaño de izquierdas, camina de traición en traición hasta el suicidio final, para regocijo de buitres y gaviotas. Después de esta última revuelta de los barones y la baronesa, capitaneados por un podrido Felipe González -tan cercano a los poderes financieros-, me temo que ya no hay vuelta atrás. O si, nunca se sabe; dependerá de nuestras tragaderas o de esa memoria de pez tan española. Pobre España, que sólo puede ganar títulos futboleros. José Muñoz Domínguez / DNI nº 08.104.629-G
Nos alegra la presencia en estos foros de Fabián, ha tiempo desaparecido, y sus reflexiones, que nunca dejan indiferente, dicho se en el mejor sentido de la expresión. Comparto su estado de ánimo a la vez que le animo a levantarse y seguir escribiendo cuando acabe cada partido de esos que ve como descarga. En cuanto a José Muñoz si tengo algo que decir. No comparto lo que expresa. Parece formar parte de esa izquierda ahora tan de moda ahora que me recuerda a la otros tiempos que terminaron muy mal, cuando él no había nacido, ni yo tampoco, pero que la historia profunda y objetiva recuerda, aunque nuestra izquierda solo quiera ver el franquismo como tal, sin hacer casi nunca o nunca autocrítica. Con los nacionalismos siempre andamos a cuestas con lo mismo desde la izquierda: siempre tolerando sus idioteces que les llevan a más idioteces, hasta llegar a la idiotez actual. ¿La culpa? La izquierda que ha confundido siempre el Una Grande y Libre con el todo lo contrario, para llevarle la contraria a aquello inventado por Franco después de una guerra cuyo ambiente y circunstancias solo valoramos desde el titular de "Golpe de estado a la legalidad". Quiero entender en Muñoz que hay que superar el nacionalismo español para entender las nuevas sensibilidades, como se dice ahora o la nueva identidad, que también mola mucho decir. Ya veremos dónde nos conduce ser tan tolerante con "las sensibilidades nuevas", ya veremos, que el camino de la estupidez es muy largo. No pido mano dura, pero di mano firme que tuvo que haberse dado hace mucho, pero no se dio porque había ceder ante los catalanes y vascos, entre otras cosas para gobernar con ellos y permitirle privilegios, a cambio de no nos las liaran. Aunque al fin y al cabo nos la han liado igual y pretenden liarla más. E incluso han propiciado que los demás no queramos ser menos y algunos quieran que se enseñe bable o aragonés en las escuelas, como cita Fabián. Luego será el andaluz y dentro de él el des este y el del oeste, el castuo... en fin, la izquierda siempre con estas tolerancias para diferenciarse de la derecha. Postureo, mucho postureo. En cuanto a Rufián, no tengo mucho que decir, se dice solo. Quien defienda a un tipo así, allá él. A mi personalmente me da pena, no de él, que parece feliz, sino de que exista y sea portavoz. Él y ese señor Tardá, y otros, me están haciendo creer que debo dejar de ser de izquierdas para que no se me confunda con ellos. Y del PSOE, pues tengo que decir que de estas lluvias estos lodos. En fin, Fabián, que te comprendo, pero que no te quedes mucho tiempo en el sofá solo entregado al fútbol evasión ese que practicas, porque necesitamos que alguien hable y diga cosas a ver si asi en nuestra querida y tonta izquierda aprendemos a haber reflexión y a evolucionar sin postureos ni tanta bobada como tenemos (que si la cal viva, la OTAN y toda eso) mientras otros se aprovechan para enrocarse y ganar con ello. M. de H.
Vaya, vaya. Resulta que traicionar al electorado, cambiar de chaqueta (de pana) o practicar el terrorismo de estado son bobadas. Gracias por quitarme esa venda de los ojos, M de H. José Muñoz Domínguez / DNI nº 08.104.629-G
Desde hace algún tiempo vengo observando que algunas cabezas pensantes siguen insistiendo que ser de izquierdas es algo maligno, nocivo e incluso contagioso para la salud y siguen formando la idea de ver en ellos a diablos con cuernos y rabo, mientras mantienen una profunda fe en esa derecha recalcitrante y casposa, saqueos de dinero público para más tarde depositarlo en esos paraísos fiscales que tanto se prodiga en nuestro país mientras el resto de la sociedad sigue soportando los recortes en sanidad, educación o creación de puestos de trabajo que han tocado fondo sin que el nuevo Gobierno, o continuación del anterior, tenga la mínima idea de corregir tantas deficiencias puesto que así lo ha manifestado su Presidente al decir que, "no serán derogadas ni una sola de las reformas que se aprobaron en la anterior legislatura".
Pues bien. Esto es lo que se espera de esa derecha "fetén", excelente y estupenda que algunos (tal vez por ignorancia), o quien sabe si por supuestos intereses espurios siguen apoyando a un partido y a un Gobierno inmerso en infinidad de juzgados españoles. Como dijo el célebre torero, Jesulín de Ubrique, podemos decir que esta situación solamente se puede definir en dos palabras. ¡im-presionante!
¿Me puede decir alguien o él mismo qué ha querido decir este último señor con eso que ha contado? Porque es que yo no sé ni a qué viene, ni qué relación tiene con el artículo de base, ni nada de nada. En fin.... a ver si alguien me aclara este aspecto, no siendo que yo esté leyendo las cosas al revés, siendo como soy una persona con una edad.
Ese último señor le responde así: Me referí exclusivamente a la opinión de M de H. en la que dice textualmente: ( y se lo remarco en mayúsculas porque parece ser que usted no se entera de lo que lee), aunque sea una persona con una edad???
"EN FIN, LA IZQUIERDA SIEMPRE CON ESTAS TOLERANCIAS PARA DIFERENCIARSE DE LA DERECHA. POSTUREO, MUCHO POSTUREO"
Ahora solamente falta que nos confirme su edad, (tal vez por exceso o por defecto, neófito o anciano), que justifique tal vez que efectivamente lo ha leído al revés.
No es necesaria respuesta si es que he conseguido aclarar sus dudas. ¿Queda así más tranquilo?. Saludos cordiales.
Sigo sin entender nada. No es cuestión de edad, es cuestión se saber expresarse. Le he pedido a gente imparcial que me diga si el problema es mio, para hacérmelo mirar, pero al parecer no lo es. Disculpe, pero no se le entiende. Y no se moleste por ello. Solo tendrá que expresarse mejor.
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