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Radiografía de la actividad emprendedora en tiempos de crisis
Boletin de la Warthon University
En plena recesión y con las cifras de desempleo batiendo marcas, buscar maneras de incentivar la actividad emprendedora y hacer que fluya liquidez a las empresas se ha convertido en el centro de atención de la actualidad española. Ignacio de la Vega, director del Centro de Gestión Emprendedora de IE Business School y presidente del Consejo Mundial del GEM (Global Entrepreneurship Monitor), un estudio de referencia en el mundo que analiza la situación de la creación empresarial en 43 países y que en España lidera IE, ha hablado con Universia-Knowledge@Wharton sobre la crisis y sus efectos en la actividad emprendedora.
Universia-Knowledge@Wharton: ¿Cuál ha sido el comportamiento de la actividad emprendedora desde que estalló la crisis?, ¿qué diferencias observa respecto a crisis anteriores?, ¿cuál cree que será la evolución de la actividad emprendedora en 2009?
Ignacio de la Vega: Desde la serie histórica que manejamos en el GEM en España, a partir del año 2000, el gráfico mide de manera muy exacta el clima o entorno macro. Empezamos con una tasa de actividad del 4,55% ese año y vemos un diente de sierra importantísimo entre 2000 y 2001, cuando la tasa sube hasta el 7,78%. Si pensamos en lo que estaba pasando en esos momentos en el mercado, vemos que había un clima de bonanza, la burbuja de Internet en España estaba en su momento álgido, había muchas oportunidades para emprender y, a diferencia de la situación actual, el emprendimiento no se realizaba por escasez de oportunidades laborales, sino por pura oportunidad. En 2002, volvemos prácticamente a niveles de 2000, con una caída del 24% de la tasa de la actividad emprendedora, que es un fiel reflejo del clima de actividad económica general. En esos momentos estalla la burbuja de Internet, hay una grave crisis en el sector tecnológico -que es una crisis sectorial y no sistémica, como la actual-, se producen los atentados del 11 de septiembre… en fin, se retrae el optimismo y cae la tasa.
Desde entonces, venimos experimentando subidas de la actividad económica hasta el año actual, con alguna caída puntual, pero que refleja un poco el crecimiento de nuestra economía desde el año 2000. Los analistas empiezan a apuntar a la crisis en julio de 2007, pero en ese momento es una crisis del mercado financiero, que todavía no ha impregnado la economía real. En julio de 2008, donde paramos la medición actual del GEM, ya hay un reflejo muy importante en la economía real y esperamos caídas sucesivas en los próximos ejercicios de la tasa de actividad económica. Ante las difíciles situaciones del entorno, el clima de pesimismo, la escasez de financiación, etc., la tasa proseguirá su caída. Sin embargo, ahora vivimos una situación nueva desde el año 2000 y es la caída brutal de las oportunidades laborales que presenta nuestro mercado (tasa de desempleo del 14%). Evidentemente, eso es una fuente muy importante de desarrollo de proyectos empresariales “por necesidad”. Por eso mismo, la caída no será tan acusada como en el año 2000 a 2002 porque, al haber menos oportunidades laborales, muchos desempleados tendrán que buscar una salida al autoempleo.
UKW: ¿Con qué barreras se está encontrando actualmente el emprendedor?
I.D.V: Hay tres barreras fundamentales en el momento actual. La primera es de orden psicológico. Ante las dificultades del mercado, ponerse a emprender parece una situación de alto riesgo, especialmente en un país como el nuestro, que cuenta con un sistema cultural que tiene un cierto miedo al fracaso y al riesgo. Nos encontramos con la tensión entre la necesidad de encontrar un ingreso o una actividad profesional y el miedo psicológico al fracaso y al riesgo. En mi opinión, al final podrá más la necesidad.
Una vez salvada ésta, la segunda gran barrera es la de recursos. Hay menos recursos financieros que vienen desde las dos principales fuentes de financiación de un proyecto empresarial: deuda, que se consigue a través de entidades financieras, apoyos públicos, etc., y que, en estos momentos, no funcionan; y los inversores informales, especialmente en este tramo de pequeñas empresas del que hablamos, y cuya actividad ha caído un 13%. La figura del business angel ya era débil en España y, con esta situación, el que tiene liquidez está esperando acontecimientos y el que ya ha invertido no tiene más recursos disponibles. El GEM 2008 ya refleja esta situación, porque hay un aumento importante de emprendedores que desarrollan un proyecto empresarial y aportan el 100% de la financiación. Ahora, ante la situación de desempleo, un cambio normativo va a permitir capitalizar hasta un 60% del subsidio por desempleo para dedicarlo a una actividad empresarial. Esto dará un poco de gasolina al sistema.
La tercera es una barrera de demanda real. La demanda está muy contraída y es muy difícil encontrar oportunidades en muchos sectores. La competencia entre las empresas ya está establecida y, en un intento por sobrevivir y crecer, se hace más agresiva, lo que, en ocasiones, puede suponer una bajada de precios o posiciones de competencia de mercado que hace más difícil el acceso a alguien que parte sin esas ventajas competitivas de posicionamiento en el mercado.
UKW: ¿Cómo se están combatiendo estos obstáculos? ¿Qué medidas concretas se están implementando y cuál es su valoración al respecto?
I.D.V: Las soluciones consisten en el diseño de políticas publicas más eficaces que las actualmente planteadas, una cierta responsabilidad de las instituciones financieras por involucrase más en el sistema, trasladar de verdad al mercado algunas de las medidas de rescate para pymes que se han puesto en marcha, así como una apuesta de los medios de comunicación social para fomentar algo de optimismo en el sistema. Mientras no veamos la luz, lo que hacemos como ciudadanos es no gastar, y si la demanda se retrae de una manera tan brutal como en la situación actual, la actividad empresarial se paraliza, se salen empresas del mercado y es muy difícil que entren otras.
El Gobierno español, con los recursos con los que cuenta, está muy limitado -la política monetaria, por ejemplo, le corresponde a la UE-, pero se pueden hacer cosas. Ha intentado insuflar confianza al mercado con el plan de rescate de la banca, pero ha tenido unos resultados mediocres porque muchos bancos no acuden o lo hacen con cuentagotas, así que luego no se les puede exigir que reviertan liquidez al mercado. El problema es que si a las pymes no les llega liquidez, si aún siendo solventes se les cierra el grifo crediticio, si además venden menos y, muchas de ellas, cuando venden no cobran…, acaban no pudiendo hacerse cargo de sus obligaciones: pago de nóminas, pago a proveedores, etc. Se va cerrando un círculo vicioso muy nocivo. Para paliar esta situación se crea un plan de rescate de la pyme, que básicamente consiste en aumentar la cantidad en unos 10.000 millones, pero hay un problema de articulación. Se plantean ayudas financieras a través del ICO (Instituto de Crédito Oficial, dependiente del Ministerio de Economía), pero la trampa está en que éste opera a través de las instituciones financieras que tienen un nivel de exigencia máximo en garantías de avales. Por tanto, la pyme sigue sin tener acceso a esa financiación.
Se necesitan soluciones más agresivas como que el Estado garantice solidariamente a través del ICO avales para operaciones para pymes con cierta insolvencia. Hay 3,5 millones de pymes, de las cuales un 80% tiene problemas de financiación. Por otro lado, se podría crear coyunturalmente un banco público para desarrollar proyectos orientados a las pymes, pero también es difícil de articular desde el punto de vista de la normativa comunitaria. En definitiva, la solución pasa por insuflar liquidez y confianza al sistema. Algunos bancos lo hacen, pero con un criterio complejo y en sectores de actividad que no están sometidos a tanto riesgo. Además, el criterio de solvencia es especialmente elevado y dejan fuera a empresas sólidas que podrían sobrevivir y que, a lo mejor, lo que tienen es un problema de cobro.
A partir de ahí, entran otras muchas medidas: pacto fiscal para la reducción seria de impuestos; que las pymes puedan aplazar algunas exigencias impositivas; que puedan dilatar pagos de IVA (Impuesto de Valor Añadido) y las liquidaciones de la seguridad social, algo que ahora pueden hacer pero con un aval bancario que tiene un coste elevadísimo…etc.
UKW: Los expertos hacen referencia a la innovación y las exportaciones como dos buenas herramientas para tratar de sortear la crisis. ¿Cree que se están poniendo en marcha políticas adecuadas en este sentido?
I.D.V: Innovar no es sólo desarrollar políticas de I+D innovadoras en tecnología. Eso es sólo una parte de la innovación que se posibilita para un perfil de empresas muy determinado. Muchas pymes quedan fuera de esa categoría. La innovación que está al alcance de la pyme en muchas ocasiones pasa por una cierta innovación tecnológica pero, sobre todo, por la innovación en modelo de negocio. Por ejemplo, un supermercado de barrio que se enfrenta a una situación compleja como es la caída de la facturación, encarecimiento de los costes generales, de logística, etc... Para este empresario, innovar podría ser intentar generar valor adicional a su cliente con operaciones clásicas de descuento o buscar productos más innovadores, ya que competir en precio le resulta complicado.
Hay que invertir en I+D y tener una política pública, pero hay que señalar que se trata de inversiones a largo plazo. No es serio indicar que ésta es la solución a la crisis. Si empezamos a invertir ahora en serio y, por ejemplo, se crea un ministerio de innovación, quizás podamos diversificar el modelo de negocio país en diez años. La realidad es que los fondos de I+D del Estado se dilapidan porque en ocasiones se destinan a la compra de maquinaria nueva y otras iniciativas que no son I+D.
En cuanto a las exportaciones, las empresas diversificadas, en un libro de texto, son más sostenibles. Pero estamos hablando de exportar las pymes y, a veces, es un oxímoron, son términos contrapuestos. Al final, es un problema de competitividad. Para exportar tienes que ser competitivo y tenemos una situación de país muy compleja desde ese punto de vista. Esta complejidad a veces proviene de acciones de política pública, estamos teniendo dificultad para exportar porque se nos agotan contingentes para exportaciones en muchos sectores. Además, partimos de un escenario desfavorable con muchos mercados de bajo coste en los que los salarios son hasta 8 o 10 veces inferiores que en España, el absentismo es prácticamente cero, las exigencias de calidad son muy laxas, sin ningún control, etc. Cosas que nosotros no exigimos a las empresas en sus países de origen (como China) son exigidas a nuestras empresas (en la UE) y eso profundiza un poco nuestro déficit de competitividad. Hay que empezar por la raíz del problema: eduquemos a nuestras empresas, pongamos recursos para que sean más competitivas y juguemos todos con las mismas reglas.
UKW: La base de datos del informe GEM incluye 50 países. Podría explicar, por favor, ¿cuál es el perfil del emprendedor español? ¿Ha cambiado mucho en los últimos tiempos? ¿Por qué? ¿En qué se diferencia de los países de su entorno?
I.D.V: Nuestra tasa de actividad emprendedora es un poco más baja que en los países anglosajones, pero algo más elevada que en los de nuestro entorno. El perfil del emprendedor se homogeniza, pero lo interesante es el cambio que ha experimentado en los últimos dos o tres años: madura o “envejece”. Ha ganado casi cuatro años en media de edad, acercándose a los 40 años. El emprendedor que está saliendo al mercado necesita un mayor bagaje profesional, un mayor conocimiento del sector, etc. Esto está muy relacionado con los emprendedores de más de 50 años y con el concepto de emprendedores por necesidad, ya que parece que a partir de esa edad la carrera profesional en España se ha acabado, cuando debería ser al contrario. Además, el emprendedor tiene un mayor nivel de formación, indicando que es más complicado emprender en situaciones como las actuales y parece que la formación es una ventaja competitiva adicional. Además, el emprendedor invierte más y la inversión inicial de los proyectos también ha crecido, aportando parte de la financiación de su propio bolsillo, lo que indica que cada vez hay menos recursos.
En tiempos de crisis se equipara algo el ratio mujer/hombre. Esto es positivo y también esconde un dato del entorno. En las familias en las que el número de empleos es 0, la mujer desarrolla un proyecto emprendedor en muchas ocasiones como autónoma y, a veces, incluso en sectores tradicionalmente masculinos. La caída de la actividad en sectores como el inmobiliario, la construcción o la automoción implica que desaparecen emprendedores masculinos y se crean otros perfiles femeninos en servicios. Tradicionalmente, el español invierte en el sector servicios porque es más amigable, minimiza el riesgo. Aunque también observamos en los últimos 12 meses un salto importante en el sector industrial, el de las energías renovables.
UKW: ¿Cree que la crisis cambiará los hábitos de emprender en los españoles?
I.D.V: Ya se estaba notando cierto cambio desde hace algunos años, pero esto es un poco como el I+D, es a largo plazo. Hoy en día, hay pocos universitarios españoles que quieran ser emprendedores. Es necesario un cambio profundo que empieza con la formación, el cambio de los valores, la sociedad. Mientras los medios de comunicación social no reconozcan el valor del empresario, y no del especulador, como el que genera valor, sostiene el empleo, etc., vamos mal. El cambio se estaba empezando a producir antes de la crisis, apoyado por los años de bonanza. Estamos en la línea correcta. Además, la Administración es la más interesada, ya que las pymes generan más del 80% del empleo. La responsabilidad es de todos, de los ciudadanos, del Gobierno, de las escuelas de negocios, las universidades, etc. ¿Qué tipo de país queremos ser en el futuro?
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