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Políticos, nosotros y el resultado de todo
Se ha desatado una especie de fobia a los políticos. Cuando alguien saca la conversación y los pone de vuelta y media, es raro el interlocutor que discrepa. Es cierto que muchas veces hablamos más de lo debido, pero también lo es que hay mucho de real en lo que hemos terminando pensando de ellos. Y da igual que sean políticos del Estado, de las autonomías o municipales, todos se meten ahora en el mismo saco. Internet hace llegar cada día miles de mensajes personales que prenden muy bien en el caldo de cultivo bien abonado del ciudadano. Mal asunto este, porque cuando dejamos de creer en quienes nos organizan la vida en sociedad, estamos a un paso de la depresión social, del abandono de la idea de lo común e incluso de echarnos en los brazos de cualquier desalmado con buena labia, capaz de convencernos de que él es la salvación y la diferencia.
Cuando nació la democracia, la voluntad de hacer algo por inventar un nuevo mundo para todos, llevó honestamente a miles de personas a ayudar en el intento, dedicándose a la política con ilusión. Pero desde entonces hasta ahora la cantidad de ejemplos de todo lo contrario ha contribuido crecientemente a un descrédito alarmante de la profesión política, por real en tantos casos, como por exagerado y vehemente en los juicios ciudadanos, por otro. Hay mucho de verdad y una parte de exageración, y también otra parte que desgraciadamente no se conoce. Va todo junto en la realidad. El poder con todas sus prebendas (que pueden ser muchas y muy rentables), determinados intereses particulares y hasta el probar a ver qué tal, han llevado a una cantidad considerable de ciudadanos (que no en todos los casos) a ser políticos. Y ya sea como diputados, como senadores, procuradores autonómicos, políticos de diputaciones, alcaldes o como concejales se ha llegado a admitir para ello a auténticos “cualquieras”, primero, por parte de los partidos políticos, que no han puesto filtros y luego, por parte de los ciudadanos, que a pesar de saberlo, les hemos votado, iniciando con ello su carrera con toda legitimidad. El sistema ha resultado ser tan banal en múltiples casos que cualquiera ha valido para ser político, cuando la realidad es que no vale cualquiera para ello. Rotundamente no. Hay que tener dotes, como para todo. La exigencia cuando se trata de algo tan importante como organizar a la sociedad, debe ser máxima. No solo se ha colocado en estos escalones del poder a títeres y espantapájaros, que nadie sabe de dónde demonios han salido ni qué es lo que saben hacer en esto, sino también a codiciadas marionetas de fácil manipulación, a eufóricos de mandar en algo y presidir procesiones y actos varios donde se comía, se bebía bien y se viajaba, sin dejar a un lado a caraduras y jetas de mucha altura, a listos y a aprovechados, que sabían de la conveniencia personal de estar ahí arriba. En fin, tanto inútil, tanto manta y tanto jeta se han ido propagando en 35 años de democracia de tal manera que no solo han ocultado a los buenos ante la opinión pública, sino que les han desplazado en muchos casos, porque la inutilidad no consiente nunca competencia de lo contrario. Y es lógico, porque la pone en evidencia.
Cuando ahora nos llevamos las manos a la cabeza después de hacer análisis de la situación, nos viene un brote de desesperanza que declina en depresión e impotencia, y en una rebelión verbal que tendría que haberse dado antes de esta epidemia, la cual ha tenido, como era de esperar, sus consecuencias en buena parte de lo que padecemos. Los que analizan estas cosas saben cuanto de causa hay en la asunción al poder de políticos de medio pelo y de su propagación alarmante por todos los estamentos; tipos que han tenido incluso mucho poder y lo siguen teniendo, sujetos que han administrado fondos inmensos, que manejados con sensatez e inteligencia no nos hubieran llevado a estas cosas que ahora tanto nos duele ver construidas o derruidas o desiertas o sin objeto ni fundamento, sin un cálculo real de su utilidad. Ya no es lo más importe si han ganado más o menos, si comen por ahí más o menos en los saraos del poder, sino lo que han resuelto y resuelven.
No debemos olvidar que el problema lo hemos consentido nosotros también, enfrascados en cultivar e invertir fundamentalmente en lo propio, en lo nuestro, en lo particular, creyendo bastante poco en lo común, que era precisamente lo que organizaban ellos. Hasta que eso común ha derivado en lo propio, removiendo nuestras sensibilidades y despertando una conciencia que era hasta hace nada secundaria. Solo cuando nos ha desbordado una realidad muy jodida es cuando nos hemos puesto a recapacitar. Tarde, muy tarde. Ahora nos tocaría limpiar (¡pero a saber cómo!) tanta mierda, mientras que estando al tanto de lo común y sus cosas, es decir haciendo limpieza periódica, hubiera sido mucho más fácil y ahora no estaríamos asi, ni tan desanimados. Pero ya es tarde, solo queda limpiar bien y aprender a no ser tan mantas nosotros también, para no consentir que lo sean los que ponemos nosotros a resolver lo común.
J. Francisco Fabián
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Qué razón tienes, amigo Fabián, con lo que dices. Cualquiera ha valido para la política y cuando no s hemos querido dar cuenta estaban infiltrados en ella y con poder una cantidad enorme de tipos que no saben hacer la O con un canuto. Y con ellos los caraduras que les manejan. Asi ha quedado Béjar, y lo triste es que la gente sigue creyendo que uno de sus más ilustres alcaldes ha sido un buen alcalde. Ese es uno de los que aludes, sin duda. Pero dirán que no, porque les ha hecho jardines, les ha hecho fiestas populistas, ha parecido que les ha escuchado... pero en realidad no ha hecho nada por levantar de verdad a nuestra ciudad, vencida por la depresión. No lo ha hecho porque no sabe, porque no da más de si. Ni él ni la gente que se le asocia. Pero esto, como bien dices, está por todas partes extendido. Hemos hecho de la democracia esto y estamos pagando ya y vamos a pagar más todavía. Porque se exige imaginación, lucha , inteligencia, valor para esto y los que tienen eso no se meten a ello porque está todo viciado de los que tú denuncias. Aciertas en todo, lo sabemos. Qué pena de todo
Totalmente de acuerdo Fabián; pues pongámosle fin a ello. De nosotros, los ciudadanos, depende.
muy buen comentario
Coincido totalmente con las razones que expone Fabián en su artículo,incluída la parte de responsabilidad,que corresponde a cada ciudadano,por no haber puesto los medios
suficientes en el momento oportuno.Una vez hecho éste pequeño
análisis,quiero hacer un recordaorio,para justificar que todos éstos desmanes que están saliendo ahora a la luz,vienen engendrados al menos desde los años noventa del siglo pasado.Muchos ciudadanos recordarán aún,a ciertos personajes,como Barrionuevo,Vera,Corcuera,Cistóbal,Amedo,Dominguez,y algunos más,que manejaban a su antojo aquéllo que llamaban "Fondos reservados",tan reservados eran,que nadie ejercía un control de ellos,y que se empleaban entre otras cosas pàra comprar joyas a sus respectivas esposas,o para jugar en el Casino de
Biarritz con fajos de 100.000 pesetas de las de etonces,por parte de los dos policías,Amedo y Dominguez,en lugar de dedicarse a la captura de etarras,que era la función a cumplir.Poco después apareció en escena un tal Roldán,y que cualquiera conoce su biografía.Aunque me deje a muchos atrás,
mencionaremos también a Jesús Gil,Julián Muñoz y su esposa y también su amante,con un dilatado historial delictivo a sus espaldas,principalmente en Marbella.Lo más reciente y que es público y notorio,lo tenemos,en los casos Gürtel,Carlos Fabra
(afortunado en juegos de azar),Jaime Matas,(que a pesar de sus condenas,convicto y confeso)disfruta de toda la libertad del mundo.Que decir de Iñaqui Urdangarín y sus secuaces,incluído el propio rey Juan Carlos (su suegro,que seis años antes de la aparcición de los indicios de estafa,le aconsejó trasladarse a Estados Unidos,para que no trascendiera el afaire,lo que convierte al propio rey,en cómplice de los mismos delitos.Independientemente del grado de culpabilidad de los ciudadanos en confiar plenamente en el quehacer de todos éstos corruptos,opino que la Justicia,tampoco ha actuado en consecuencia,en casos para haber sido sancionados con ejempleridad,y que todos conocemos.Resumiendo:La proliferación corrupta que estamos viviendo en la actualidad,es fruto de no haber atajado con contundencia,lo que ya se venía venir como una realidad,o lo
que es lo mismo,"de aquéllos polvos,venimos a éstos lodos"
Me fastidia lo que dices, Fabián, porque tienes toda la razón del mundo y porque me siento responsable en lo que me toca de esta situación. Pero me viene bien leerlo para despertar del todo. Espero que le pase a todo el mundo y nos rebelemos de una vez. No hace falta hacer lo del alcalde de Marinaleda que la democracia tiene otros cauces. Pero hemos de rebelarnos y mostrar quién manda aquí, que somos nosotros, y nadie más que nosotros, ¡coño! (con perdón).
Todos los comentarios te dan la razón, pero es más cómodo mirar para otro lado y evitar el sufrimiento que este momento actual pólitico ha generado.
Mientras no me toque a mí directamente......seguiremos tomando cañas en los bares para olvidar la desesperanza, vibraremos ante un gol de la selección española por que así sentimos que estamos unidos al ser españoles......
Cuando las soluciones es restar, en vez de sumar, algo no funciona.
Cuando la gente está viviendo en primera persona angustia, ansiedad, algo no funciona.
Cuando el pueblo se manifiesta y no se le escucha, algo no funciona.
Ante tanta oreja sorda política y llena de intereses personales, la solución no solo tiene que ser un cambio del sistema económico, si no tambien un cambio de nuestra moralidad y no aceptar esta situación como meros espectadores.
Y por favor, que la oposición no solo esté sentada del lado opuesto, si no que controle todo lo que se hace, sea del patido que sea.
Un buen pólitico es el que favorece, pero de verdad, a todo las personas.
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