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El Plan que en 1964 podría haber cambiado nuestra ciudad
Alberto Segade Illán
Uno de los más prestigiosos arquitectos españoles, Antonio Fernández Alba (Premio Nacional de Arquitectura de España en 1963 y 2003, Medalla de Oro de la Arquitectura en 2002, Premio Nacional de Restauración en 1980 y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cartagena) firmó en 1964 la propuesta de Ordenación Urbana que podría haber cambiado el rumbo de nuestra ciudad, en una coyuntura que, 54 años más tarde, identificamos cómo el pórtico de la decadencia que nos ha conducido hasta el momento actual.
Aquél Plan de Urbanismo planteaba el desarrollo de una ciudad que continuaba siendo en aquella época, como núcleo industrial, un polo de atracción de población y actividades de toda su comarca. Pero, como se significa en la Memoria del Plan, se ponía de manifiesto la necesidad de adoptar medidas para evitar su anquilosamiento. Una amenaza que ya detectaba el equipo redactor “en parte por estancamiento de la industria existente y en parte por dificultades de expansión urbana natural, a causa de su orografía”.
Como solución a estas dos debilidades, aquel Plan de 1964 proponía la creación de dos polígonos industriales para industria ligera de tipo medio de 6 y 10 hectáreas ampliables, para diversificar la actividad industrial: En segundo lugar, para solventar los problemas orográficos, un nuevo trazado viario que respetaba los ejes y elementos urbanos tradicionales de Béjar, y en el que la Calle Mayor, liberada de las descongestiones del tráfico, seguiría siendo el eje comercial de la ciudad, pero completando la circunvalación por la calle Olivillas y creando dos nuevas vías paralelas de doble dirección desde la Plaza de España hasta el extremo oeste de la ciudad, facilitando su ensanche y dando oxígeno al casco antiguo. Igualmente, se consideraba necesario potenciar los dos focos fundamentales de la vida ciudadana: la Plaza de España y la Plaza Mayor.
En el plano que se adjunta, copia del original de 1964, se puede apreciar cómo se planteaba el desarrollo urbanístico de Béjar, cara a las expectativas surgidas en la España del Plan de Estabilización de los años sesenta. Merece la pena estudiarlo al detalle para apreciar las rotondas en los accesos, el desdoblamiento de la carretera general o las nuevas zonas urbanas con grandes zonas comerciales a poca distancia del centro (en la memoria se señala textualmente que se debe facilitar: “la posible implantación de nuevas formas comerciales: supermercados, tiendas de departamentos, galerías de alimentación, economatos, etc.” Está claro que los redactores del Plan se anticiparon en décadas con sus propuestas urbanísticas que incluían grandes superficies comerciales bien comunicadas con el centro y los accesos, además de buscar la revitalización del casco histórico, liberándolo del tráfico rodado pero dotándole de una circunvalación de doble sentido con vías de entrada y salida.
Aquel Plan fue aprobado e iniciado, pero se nunca llegó a plasmarse en la realidad, ya que se abandonó a las primeras de cambio por tres razones principales: la falta de acuerdo entre vecinos y propietarios, la complejidad del proceso y los intereses ligados al mantenimiento del monocultivo industrial. Que cada cual establezca la importancia de cada una de ellas. El caso es que ahora tenemos una ciudad sin centro definido y con su casco antiguo en estado de abandono. El nuevo diseño de ciudad que aquel documento esbozaba, tras analizar las posibilidades de su desarrollo urbano teniendo en cuenta las repercusiones del planeamiento en la industria, la vivienda, el comercio, la educación, la sanidad, las comunicaciones y el turismo, además de las zonas verdes y deportivas; era bien diferente al que finalmente se ha consolidado.
Los redactores del Plan programaron una ciudad con una expectativa de crecimiento de “extensión, población y actividades económicas de tipo medio, aproximadamente de un 75% sobre las existentes actuales en los próximos 15 años” (Béjar tenía 16.631 habitantes en 1960 y con seguridad superaba los 17.000 en 1964). Pero, sin las reformas que se planteaban para un desarrollo urbano que facilitara la diversificación industrial y la expansión de la ciudad en base a un nuevo trazado viario, Béjar no salió de su situación de “estancamiento” y pocos años después entró en un periodo de profunda depresión que se prolonga hasta nuestros días. Como dato significativo se puede apuntar que Béjar no ha contado con un polígono industrial hasta el año 2002, 38 años después.
¿Cómo sería hoy Béjar, si el P.G.O.U. de 1964 se hubiera realizado al completo? No sirve de nada especular sobre lo que pudo ser y no fue, pero sí resulta muy útil aprender de la lección que esta historia nos ofrece. Primero, hace falta un proyecto, que todavía no tenemos. Pero, además del proyecto, es necesario el acuerdo y la participación de todos. Con lealtad y en aras del interés común, no el del grupo social, colectivo o partido.
Desde 1964 ha transcurrido más de medio siglo y Béjar ha perdido la cuarta parte de sus habitantes, quizá no sea todavía demasiado tarde para ponernos de acuerdo sobre si hay que hacer algo.
Alberto Segade Illán, 06 de diciembre de 2018.
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¿Qué nos pasa en Béjar con los planes de urbanismo? Más recientemente, hemos tenido 12 años de discusión, entre 2002 y 2014, con dos partidos políticos diferentes (Alejo Riñones, Cipriano González y otra vez Alejo Riñones) gobernando en una ciudad paralizada en su ordenamiento durante todo ese tiempo. ¿Qué intereses se interponen siempre al acuerdo?
Me proponía introducir un comentario a este artículo en relación con un plan urbanístico más antiguo que el 1964, pero me ha salido tan largo que da para un artículo independiente. Lo acabo de enviar a la redacción de este medio y espero que se publique. José Muñoz Domínguez / DNI nº 08.104.629-G
El artículista SEGADE, parece que anda desorientado con ese plan de urbanismo, pues otro plan anterior al que menciona ya predecía lo que iba a suceder y el el CHURRO que hay montado al respecto.
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