Bajo licencia de Creative Commons.
Paseos por la Arqueología de la Comarca de Béjar: 8. Cazoletas talladas en las piedras. Símbolos en otro tiempo
Uno de las cuestiones que traen de cabeza a los arqueólogos desde hace mucho tiempo son las llamadas “cazoletas”. Las cazoletas son pequeños huecos circulares labrados en la roca. Pero no son cualquier hueco labrado en la roca. Quienes frecuentan los paisajes rocosos, sobre todo los graníticos, habrán observado con frecuencia grandes piletas, más grandes o más pequeñas, que de una en una o varias con distintos tamaños, aparecen en rocas planas, a menudo llenas de agua cuando ha llovido. A las más comunes se les llama en muchos sitios “marmitas de gigante”.
Habitualmente a estas las ha ido creando la naturaleza con el tiempo, sin que el hombre haya intervenido para nada. Es cierto, sin embargo, que algunas presentan circunstancias y características que hacen sospechar que, sobre una base natural, alguien en algún tiempo y por alguna circunstancia las ha transformado por algo y para algo que no conocemos. No voy a referirme a estas piletas o grandes cazoletas aquí, sino a otras mucho más pequeñas (con un diámetro aproximado de entre 10 y 15 cm) que suelen encontrarse agrupadas en conjuntos de cinco o diez, pero también en ocasiones en grupos de varias decenas. Lo curioso es que estas cosas se dan en todo el mundo y resulta sorprendente en principio que siendo así no hayamos encontrado su significado por más que se haya buscado.
Aparecen en lo alto de montañas, en rocas singulares, en puntos muy concretos con una visibilidad determinada, en rocas ligadas a los grandes monumentos megalíticos y en rocas donde además de ellas hay otros grabados muy expresivos de la ideología de la antigüedad. Posiblemente su cometido fuera variado y de ahí que no seamos capaces de encontrarle el significado concreto. Lo primero y más importante en estos casos es saber discernir lo hecho por la naturaleza de lo que no lo es. Cuando estamos seguros de lo segundo es cuando comienza la investigación arqueológica.
Algunos investigadores están explotando ahora la relación entre determinados casos y las visiones del cielo en la antigüedad. Con modernos mecanismos de medición están encontrando relaciones evidentes entre fenómenos periódicos de tipo climático (equinoccios, solsticios…) y algunos casos de cazoletas. Esto no deja de ser lógico en unas sociedades, las prehistóricas, que no tenían reloj de pulsera, ni de pared, ni de arena, ni calendarios como los que manejamos hoy. Sabían de la periodicidad de los fenómenos en el cielo porque los veían y tenían que marcar pistas para detectarlos. Lo hacían así, primero, porque el cielo era para ellos un misterio infinito (de ahí que inventaran la religión como respuesta explicativa a sus incertidumbres de todo tipo) y luego porque conocían la acción de los fenómenos del cielo y los medios de subsistencia.
Muchas de las tareas de su economía agraria estaban basadas en los ciclos del sol, por lo tanto era preciso conocerlos con exactitud. Eso se hacía a veces buscando lugares donde era más fácil ver la relación entre el cielo y la tierra. Evidentemente esos lugares se convertían en sitios sagrados y como tales, teniendo en cuenta que su uso era durante mucho tiempo, se dejaban marcas unas veces simbólicas y otras destinadas a marcar pistas para la detección de los fenómenos celestes que les interesaran. Algunas de esas marcas eran las cazoletas aludidas y en las que a través de su estudio parece evidente que al menos las de algunos puntos tenían que ver con la observación fenómenos celestes. Pero en otros no, lo cual indica que su cometido no era uno sino variado.
Aprovechando el verano y las vacaciones y utilizando algunas bases de un estudio que hemos realizado fuera de esta comarca sobre estos y otros fenómenos que tienen que ver con el mundo de las ideas y las creencias de los antepasados, hemos buscado restos de este tipo en los montes del entorno de Béjar. Nuestra búsqueda se basó en utilizar patrones similares de hallazgos conocidos en lugares cercanos, por ejemplo de la provincia de Ávila.
Algunos lectores recordarán que en la anterior entrega de esta serie citábamos el caso de Peña Negra como un lugar donde creíamos que hace unos 4000 años sucedía algo no cotidiano relacionado con la forma del monte, algo que no podía ser funcional, es decir ligado a la economía de las gentes del pasado, porque no era necesario subir a Peña Negra para proveerse de pastos o de madera, ni de ningún otro recurso, siendo como es tan costoso su acceso y más entonces, por lo tupido del bosque y la ausencia de caminos. Creíamos que los restos que se conocen en Peña Negra respondían a cultos, a viajes iniciáticos, a celebraciones o a algo parecido. Recorrimos Peña Negra buscando alguna otra evidencia de ello y encontramos un pequeño conjunto de cazoletas excavadas en la roca que certificaban las sospechas. Están en una roca plana al lado de la caseta del vigilante de incendios. Pero no solamente fue en este lugar. En los picos de Valdesangil pudimos encontrar evidencias similares, respondiendo al mismo estereotipo: en puntos de gran visibilidad, fronterizos entre dos paisajes, como si desde allí alguien se hubiera sentido más cerca de los horizontes terrestres por todos lados y también del cielo, de donde sin explicación científica por entonces venían fenómenos tan raros como la tormenta y con ella el rayo, la lluvia, el sol, que todos los días aparece y desaparece, la luna, que parece tener vida al ir cambiando de forma y no digamos fenómenos tan inquietantes como eclipses, estrellas fugaces, auroras boreales… etc. En el lugar llamado Piquitos de Valdesangil, con una excelente vista sobre el valle de San Gil hay al menos dos grupos de esas cazoletas. Uno de los puntos es el propio Piquitos, en el punto más alto, dominado con prominencia el valle de Valdesangil.
Al norte de este punto, en una elevación cónica que hay, a unos de 200 m, ya en término de Sanchotello, conocido como Risco Gordo y en el punto desde el que se divisa el Valle de Sangusín con una vista amplia e impactante, hay otro grupo de cazoletas, también sobre una roca alta y plana, incluso arriesgada para estar en ella. Conocemos esto mismo para otros lugares donde hay rocas con cazoletas en la provincia de Ávila. Parecen ser la huella de algo sucedido allí que tenía que ver con la dominación del paisaje, del territorio propio, sonde existen no solo los medios de subsistencia sino los elementos intangibles con los habitantes de la zona creían ser necesario llevarse bien. Pero no son los únicos sitios ni las únicas formas de presentarse las cazoletas. Conocemos otro con características diferentes. Está en Navalmoral de Béjar, ya dentro de la llanura del Valle de Sangusín, pero inmediato al reborde Este del valle. Aquí se trata de una roca aislada en medio de un prado que no presenta características especiales que no sea la de estar sola. Quizá fuera esa la circunstancia que la hizo ser elegida. También allí hay un grupo importante de cazoletas excavadas en la roca al lado de otra más grande que podría ser natural pero adaptada a las circunstancias.
En Villarejo del Valle (Ávila) hay un lugar con un conjunto importante de estas cazoletas dominando un paso que comunica la Meseta con Extremadura. Allí, sobre una plataforma horizontal hay varias decenas de cazoletas en el entono de una roca de las llamadas “peñas caballeras”, que fue transformada y resaltada al menos para provocar un determinado impacto, si es que no tiene otras razones adicionales.
¿Cuál fue su significado? ¿Cuándo fueros hechas y durante cuanto tiempo se utilizaron? ¿Fueron una pista de algo o un contendor de líquidos en el momento de un determinado ritual? Algunos pueblos actuales de estructura primitiva labran estas cazoletas buscando recoger el ellas el agua lustral, por ejemplo el agua procedente del rocío. Para averiguar algunos de estas cuestiones es preciso conocer un buen número de casos similares y empezar por aplicar la estadística para saber dónde se dan con más frecuencia y en relación a qué otros detalles que se le asocien. Las de Piquitos y Peña Negra podemos pensar que tal vez tengan algo que ver con la importancia que pudieron tener las elevaciones donde están, es decir como elementos sustanciales del paisaje y toda la trascendencia consiguiente en los mundos rituales y simbólicos de las poblaciones antiguas. Las de la roca del Valle de Sangusín son más difíciles de interpretar. Lo cierto es que estos testimonios, por más que sean todavía enigmáticos nos hablan de un mundo de creencias y rituales ligados a un tiempo donde las poblaciones tenían grandes motivos para creer en el más allá, puesto que su falta de conocimientos científicos elementales les conducían inexorablemente a los dioses, cosa que hoy en muchos casos nos separa sabiendo lo que sabemos.
Algunas poblaciones actuales, que viven en un estadio todavía lejano al del mundo moderno, sin que tengan que ser necesariamente prehistóricas, ven en las montañas sitios sagrados por su proximidad al cielo, “donde está quien lo ha creado todo y siempre vigila su creación”. (Recuérdese el monte Olimpo, morada de los dioses griegos y tantas otras montañas sagradas, como por ejemplo el Everest para los nativos de la zona, o cualquiera de los grandes montes en Sur América). Son también lugares a los que ascienden los iniciados a comunicarse con los dioses (Moisés asciende al Monte Sinaí a recibir de Dios las Tablas de la Ley), ofreciéndoles determinados presentes que les reconcilia. O lugares de concurrencias concretas para poblaciones de los alrededores (algo parecido a las romerías de las ermitas caletres), sitios a los que van a reunirse para honrar a una divinidad y de paso comunicarse inventos y adelantos, cambiarse productos o venderse esposas.
En alguna de esas líneas seguramente estuvieron las que hemos repasado y otras muchas que están en nuestro paisaje, pero o no han sido descubiertas o no se han dado a conocer. Si es por esto último, ruego a los que las conozcan me hagan llegar la información para completar los estudios y quizá poder decir pronto algo más seguro de lo que hoy podemos decir sobre ellas.
jfranciscofabian@gmail.com
- Paseos por la Arqueología de la Comarca de Béjar: y 12. Enterrarse en la roca
- Paseos por la Arqueología de la Comarca de Béjar: 11. La Corvera (Navalmoral). Un punto de vigilancia de hace más de 2000 años
- Paseos por la Arqueología de la Comarca de Béjar: 10 Los primeros bejaranos conocidos
- Paseos por la Arqueología de la Comarca de Béjar: 9 Hace 14.000 años, en el Paleolítico, cuando nada se parecía a lo de hoy
- Paseos por la Arqueología de la Comarca de Béjar. 7 Peña Negra y la Peña de la Cruz, vestigios de cultos prehistóricos
- Lo de que tenga "que ser
hace 12 horas 56 mins - El problema son los tontos
hace 14 horas 43 mins - "Pero déjenme que pida más
hace 1 día 7 horas - Genial como siempre querido
hace 1 día 10 horas - A alguien le sorprenderá
hace 1 día 11 horas - Hay gente pa'too, que dicen
hace 1 día 14 horas - ¡Me parto con este
hace 1 día 14 horas - Aparecio el Grich de la
hace 2 días 21 horas - Los que POR AQUÌ OS ASOMAIS
hace 3 días 9 horas - Pues os deseo que tengáis
hace 3 días 18 horas
¡Qué interesante es todo cuando se conoce y alguien te lo explica con la suficiente sencillez como para entenderlo! Nos creemos que hemos inventado el mundo nosotros, pero hubo miles de años atrás otra mucha gente que ya hacía lo que nosotros ahora. Es apasionante todo esto. Después de leerlo, reflexionarlo es todo un placer. Que sean más frecuentes estos artículos, Sr. Fabián. Aunque usted no lo crea, nos ayudan a entender mejor lo que ahora vivimos. Muchas gracias.
Me gustaria que visitaras El Berroquillo, para ver si las que hay en una roca son cazoletas. Siempre las hemos utilizado para tocar con unos cantos rodados. Me gustaria que escribieras un articulo sobre los altares de sacrificio, y me informaras sobre el que hay en La Atalaya.
Un saludo, Pepe
Me gustaría saber si habrá artículo sobre los llamados "lagares rupestres" extendidos por los valles de San Esteban y Santibáñez de la Sierra, aunque no están propiamente en la comarca de Béjar, pero sí limítrofes.
Enviar un comentario nuevo