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Paseos por la Arqueología de la Comarca de Béjar: 3. El Origen de Béjar, una cuestión pendiente
Una de las cuestiones que tiene pendiente la investigación histórica de la ciudad de Béjar es la de su origen. El cuando y cómo empezó todo aquí. Entre tanto se han dicho y hasta escrito muchas cosas, algunas de una imaginación sorprendente donde se mezclan los apasionamientos del paisanaje y los datos imprecisos que van corriendo de boca en boca añadiéndose en cada jalón un detalle nuevo basado en la nada. No es preciso citar ahora algunos curiosos detalles de ese proceso en el que el querer es más poderoso que el saber. La ciencia -la Historia lo es- se basa en es análisis de la evidencia, interpretable siempre, pero en la evidencia.
Todo lo que no sea evidencia, puede ser útil como hipótesis, como camino a seguir, pero no será Historia en tanto no parta de una evidencia. Y la verdad es que Béjar cuenta con muy pocas evidencias por ahora para averiguar su origen. La más antigua es la lápida romana de Valentino, hoy en el patio del convento de San Francisco. Antes no hay nada y después hasta la Edad Media tampoco. Por tanto esa estela funeraria resulta un testimonio enigmático pero claro de un origen pendiente. Con todo esto, la ciencia histórica sólo puede decir que el origen de Béjar, con los datos disponibles por ahora es romano. Y tendríamos que añadir: y punto, porque no hay nada más.
Confluencia de los dos valles conformando el cerro de Béjar en la zona de la Puerta del Pico
Con tan pocos datos históricos y el hecho de que haya una prueba de época romana, podemos pensar algunas hipótesis con cierta lógica sobre si hubo algo anterior. Un detalle importante a observar y valorar es el lugar donde está Béjar. Desde la Puerta de la Villa hasta la iglesia de Santiago, en La Antigua, Béjar es un cerro granítico perfectamente destacado entre un río (el Cuerpo de Hombre), que marca un valle muy pronunciado por el norte y una vaguada, configurada por el sur a partir el antiguo cauce de un arroyo, (la de las Olivillas, desde la Plaza de José Lidón hasta Picozos).
Por el oeste las confluencias del valle del río y de la vaguada de las Olivillas conforman una horquilla con una pendiente que define bien el cerro. Por el este la curva que hace el río a la altura del Puente Viejo ha definido también el cerro por ese lado, con la pendiente de la calle de la Libertad.
El testimonio más antiguo conocido es la lápida romana de Valentino, hoy en el patio del convento de San Francisco. Antes no hay nada y después hasta la Edad Media tampoco. Por tanto esa estela funeraria resulta un testimonio enigmático pero claro de un origen pendiente
El pequeño resquicio de accesibilidad que sería la zona del Parque de la Corredera, está mediatizada por el hecho de que para acceder por ahí sería preciso cruzar el río por la zona del Puente Nuevo. Con todo esto, si quitáramos todas las casas, quedaría un cerro majestuoso alzándose entre pendientes bien definidas. Eso ha sido siempre un factor determinante para las culturas de la antigüedad, sobre todo desde finales de la Edad del Bronce (1500 a.C.), cuando vivir en lugares fácilmente defendibles y/o con posición de preeminencia sobre el entorno, era una circunstancia muy importante en la elección de los lugares de habitación.
Pendiente muy pronunciada del cerro de Béjar por el norte.
Béjar tenía pues las características orográficas para que fuera elegido si se quería un lugar con buena defensa natural. ¿Pero fue elegido o no?. Ni del final de la Edad de la Edad del Bronce y de la época prerromana hay un solo dato. ¿No hay restos, no quedan o no se ha investigado suficiente?. Restos de algo anterior al tiempo romano no se conocen, pero eso no significa que no existan, porque el cerro de Béjar no ha sido examinado exhaustivamente nunca. Que no quede ya nada en los lugares donde se ha mirado, puede ser.
El cerro de Béjar tiene la roca madre a escasa profundidad de los niveles de suelo actual. Eso por un lado. Por otro, la dilatada historia de construcciones, destrucciones de construcciones y nuevas construcciones que ha sufrido desde la Edad Media hasta hoy, buscando siempre la roca madre como firme para asentar mejor los edificios, ha provocado sin duda la desaparición de los restos que pudiera haber –si los hubo alguna vez- de un pasado anterior a lo romano. Ha sido tal el arrasamiento que no sólo han desaparecido los restos de la ocupación romana, sino de la medieval también, de la que tendría que haber muchos testimonios si hacemos caso de la importancia constatada de Béjar en ese tiempo. Por tanto un factor clave a tener en cuenta es el arrasamiento de lo que los arqueólogos llaman “niveles de ocupación”, que son los estratos creados durante la vida en un lugar. Esto es visible por cualquiera cada vez que se sustituye una casa por lo menos desde la Puerta de la Villa hasta la zona de San Gil.
Pero aunque se haya arrasado con lo anterior, tiene que haber algún punto en el cerro de Béjar donde quede algún testimonio que hable con claridad del pasado. La lápida romana, que se halló al parecer formando parte de la desaparecida iglesia de Sta. Mª de las Huertas, en el sur de la ciudad, indica la existencia de población en época romana (siglo I-II). No sería la única lápida de un cementerio, pero ¿dónde están las otras?. ¿Había tan pocas que está indicando que la mayoría no tenía dinero para pagarse un cantero?. Esto es un enigma que habrá que resolver. Pero ni esa piedra ha venido de otra parte sin más, ni puede ser única. Hay más en alguna parte pero no han aparecido o no se la hecho el caso que merecen.
Lápida romana. Único testigo del pasado romano de Béjar.
Admitiendo como cierto que por la existencia de esa piedra Béjar estuvo ocupada en época romana, hay que plantearse, con muchas posibilidades de acertar, que antes hubiera sido un castro pre-romano vettón. Vettones, según los romanos, eran los habitantes de estos territorios cuando ellos llegaron a la península Ibérica en el 218 a.C. Los romanos no se caracterizaron en su ocupación de Hispania por elegir sin más los lugares escarpados y difíciles para vivir, como era el cerro de Béjar. O bien ocuparon en situación de continuidad sitios ya habitados por castros, en lugares escarpados, o edificaron sus nuevos hábitats en paisajes abiertos.
Admitiendo como cierto que por la existencia de esa piedra Béjar estuvo ocupada en época romana, hay que plantearse, con muchas posibilidades de acertar, que antes hubiera sido un castro pre-romano vettón.
Sería excepcional que hubieran fundado un enclave en el cerro de Béjar por si mismos y sin más. Como posibilidad remota podríamos pensar que de haber sido fundado en época romana lo hubiera sido durante las Guerras Sertorianas (72 a 82 a.C.), guerras civiles entre romanos en las que Sertorio, caudillo de una de las facciones en lucha, la de Mario atrajo a su bando a las gentes vettonas y lusitanas, siempre aliadas, que ya habían sido sometidas un siglo antes.
No es descabellado pensar que Béjar hubiera sido un enclave durante esas guerras. Lo hubiera sido por su carácter un tanto escondido y su proximidad a una antigua e importante ruta de comunicación norte-sur, la que luego fue la Vía de la Plata, pasando de ser una carretera nacional en tiempos pre-romanos a una autovía en la época romana. Quizá lo más oportuno sea creer que Béjar en origen fue un castro vettón, ocupado luego por los romanos, como todo lo vettón, a partir del 133 a.C.
Pero no hay ningún resto que atestigüe tal hipótesis y sería conveniente que si existe alguno y no es conocido por los investigadores, se conozca para que de una vez por todas podamos conocer el origen de la ciudad dejando al margen las hipótesis, que sólo son eso: hipótesis.
¿Dónde y cómo podríamos encontrar los datos que necesitamos?. En principio en cualquier parte de lo que es el cerro de Béjar. No hay ningún punto que descartar. Desde el punto más alto, que se encuentra en la zona de la Residencia del Buen Pastor, hasta La Antigua estaría bajo sospecha.
A lo largo de los últimos veinte años he procurado mirar, al menos de una forma básica, cada vez que se sustituía un solar entre la Plaza Mayor y la calle 28 de Septiembre, pero nunca he visto nada. Siempre se ve la roca a ras del suelo actual, con lo cual si alguna vez hubo algo, ha desaparecido hace mucho tiempo. Por otro lado en las excavaciones que el bejarano Manuel Jiménez hizo no hace mucho en la zona del antiguo Palacio Ducal, allí con más relleno de tierra posible, no encontró ningún inicio de un pasado que no fuera el final de la Edad Media y el principio de la Moderna. Si no fuera por la lápida romana conocida, diríamos que no hubo nada anterior a la Edad Media. Pero como hay ese indicio, la evidencia nos lleva a lo romano y, teniendo en cuanta lo dicho, a lo anterior.
Para encontrarlo es necesario vigilar el vaciado de cada solar en las zonas sospechosas, aunque nada mejor que hacer una investigación concreta en algún punto entre la Plaza Mayor y La Antigua donde se presuma poco removido el suelo. La vigilancia de cada obra debe ser algo obligado y obligatorio por ser un lugar como el que es.
Para encontrarlo es necesario vigilar el vaciado de cada solar en las zonas sospechosas, aunque nada mejor que hacer una investigación concreta en algún punto entre la Plaza Mayor y La Antigua donde se presuma poco removido el suelo. La vigilancia de cada obra debe ser algo obligado y obligatorio por ser un lugar como el que es. La investigación específica debería partir de algún organismo de los que lo pueden promover: la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento o una Universidad. O todos juntos. Hace falta algún dinero y querer hacerlo. Pero al menos que no se corra el riesgo de que cuando se producen obras, algo que pueda existir y que como vemos es escaso, desaparezca. Y al hilo de esto no hay que olvidar que en breve se pondrá en marcha un plan urbanístico en la zona de las Olivillas, precisamente en las inmediaciones de donde apareció la lápida que evidencia la ocupación romana de Béjar.
La investigación en los bancales de la ladera es una gran esperanza para hallar respuestas al origen de Béjar
Una zona que ha sido de huertas y por tanto desde antiguo muy poco removida hasta la base. Es, además, la zona más abrigada del cerro de Béjar, algo que tuvo que interesar poderosamente a las gentes del pasado que vivían sin calefacción en las casas. Tal vez en este lugar y a través de todo lo que se hará y se moverá en esa zona, desvelemos para siempre el pasado de Béjar. Entre tanto, si a través de la lectura de este artículo alguien tiene conocimiento de datos desconocidos, sería el momento de exponerlos para que podamos estudiarlos y valorarlos. Contacto con el autor: fabian@jfranciscofabian.com
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hola! Tus artículos son muy aclaratorios y me están sirviendo de mucha ayuda en mis estudios sobre Béjar. Me gustaría que me proporcionases las referencias para encontrar los informes de excavación del Palacio Ducal de que hablas, o por lo menos el segundo apellido de Manuel Jiménez.
Gracias de antemano
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