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Palanca ciudadana
José Molina Molina. Doctor en Economía, Sociólogo, Miembro de Economistas Frente a la Crisis y Miembro del Pacto por la Transparencia
Publicado en el blog Economía a pie de calle
Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo, afirmó Arquímedes en la explicación de su “teoría de la palanca”. Hoy tendríamos que trasladar ese concepto al mundo de la política afirmando que ese punto de apoyo para actuar de palanca es el ciudadano. Las acciones de reivindicación que se están desarrollando así lo ponen de manifiesto. El ciudadano es palanca para controlar el gasto, para controlar proyectos y para controlar la acción de los políticos.
Hemos desarrollado la forma de democracia representativa, pero no hemos sabido cambiar las estructuras sociales. Nos queda dar más pasos, y es la hora de los ciudadanos. Ese punto de apoyo, que como decía Arquímedes, movería al mundo.
La caída de las monarquías absolutas hace siglos, eliminaron una superestructura de poder, pero quedó enquistado el caciquismo en la política. El cacique es un ser soberbio, dominante y que precisa de las normas para que los demás las cumplan, sin embargo él las incumplirá con impunidad, es el juego de su ventaja, jugar siempre con las cartas marcadas para ganar la partida. Esa forma de actuar es el germen de la violencia.
A pesar del largo periodo democrático, con diferentes gobiernos alternándose en el poder, el cacique sobrevive, se entremezcla en las urnas, y se eligen democráticamente a quien el cacique apoya. Muchos escribieron que el caciquismo era la lacra del siglo XIX, pero el tiempo ha demostrado, que han sabido perpetuarse, siguen mandando, influyendo, cambiando equipos de gobierno, políticos, y nadie consigue arrancar esa mala hierba que crece en el terreno de la política. Se precisa de un herbicida, que deje crecer la democracia sin la opresión de los que las dominan.
A los caciques los tenemos por cada esquina, no sólo en España, sino en toda Europa, y no digamos nada en otros Continentes, donde algunos sin pudor son dueños de “vidas y haciendas”. Tenemos sin resolver este problema en la democracia representativa, a pesar de los intentos de cambio, algunos revolucionarios, la democracia representativa no ha encontrado la forma de erradicarlo, porque se sustituyeron unos caciques por otros, porque ser demócrata, es parte del ser de cada ciudadano, es una forma de ver y vivir la vida, y hay que ser demócrata en la vida cotidiana, en las relaciones sociales, en la economía y por supuesto en la política. Lo hemos situado en el camino de las virtudes laicas, y hay que convertirlo en una vivencia colectiva.
No podemos olvidar a los ciudadanos, su fuerza y su papel protagonista. El ciudadano, ya no puede estar para representaciones de legitimación en los procesos electorales, no, tiene que estar presente en el día a día de la vida de sus ciudades. Falta como nos dice “la teoría de la palanca” el punto de apoyo. Ese punto de apoyo es la fuerza que los ciudadanos están dando al proyecto, su participación en la vida de sus ciudades, en la actividad económica, será la renovación que impulsará el cambio social.
Sin dejarse manipular, sin ceder su voto por una promesa que no tiene seguridad si se cumplirá, sino controlando. Queremos otra forma de hacer política, una política que controle al poder, con capacidad de “revocación” a la mitad de mandato. Queremos poder quitar al que se vendió al cacique, o al monopolio financiero, porque no tenemos porqué soportar quien adulteró su mandato. Queremos que nos rindan cuentas, queremos auditar el gasto, queremos que no nos hundan en deudas. Que no nos engañen con macro proyectos que no soportan la crítica del contraste de otros datos.
Queremos una democracia activa, para ser más libres, y no vivir hipotecados. Queremos otra Europa, más social, más democrática, y con menos banqueros mandando. Queremos no tener que repetir cada ciclo de la historia, ¡qué habéis hecho! con el poder que os hemos dado. Queremos que “la pasión cívica” fortalezca el movimiento ciudadano. Porque estamos hartos de demócratas hipócritas, que no comprenden que la democracia no es un punto donde se llega, es un movimiento permanente, que nunca está satisfecha porque la sociedad demanda lo que vive en la calle, y cuando eso no tiene proyección en las instituciones, primero es la desafectación, luego es la ruptura. Y antes de llegar a situaciones límites, no olvidemos que los ciudadanos somos la solución, porque empleando la fuerza de su palanca, moveremos nuestro mundo, para no consentir que con ciertas políticas nos sigan explotando.
José Molina Molina. Doctor en Economía, Sociólogo y autor del libro: “Ciudadano y Gasto Público”, Editorial Aranzadi, 2ª edición
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hace 2 días 12 horas - Una buena noticia , me
hace 2 días 14 horas - DEsde que te levantas hasta
hace 3 días 22 horas - Toda la vida es política,te
hace 4 días 13 horas - ¿En serio? Con las
hace 4 días 21 horas - Vergonzoso es:
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