Está claro que a Pablo Iglesias -el de ahora- no le gustan los palmeros, o al menos eso es lo que repiten los medios que han cubierto su último mítin (hasta RTVE, la del Régimen, quién lo diría). Lo curioso es que también rechazaba los aplausos el otro Pablo Iglesias, el fundador del Partido Socialista Obrero Español, o PSOE (pongo el significado de las siglas para quien lo ignore, incluidos algunos de sus dirigentes: ¡Socialista y Obrero, señores!).

Bien, pues el fundador de aquel PSOE demostró en nuestra ciudad, hace ya más de un siglo (en 1912), que prefería ser escuchado en vez de aplaudido y jaleado, según publicaba el periódico local Cultura y Tolerancia, dirigido por nuestro irreductible anarcosindicalista José María Blázquez de Pedro. Pablo Iglesias había aceptado la invitación de la Agrupación Socialista Bejarana para dar un mítin en el Teatro Variedades (después Casa del Pueblo y Cine Castilla, hoy ruina repintada, triste adefesio). Según la crónica, el público entusiasta interrumpía constantemente al orador, lo que dificultaba su discurso y, consecuentemente, la transmisión de las ideas. Cansado de la situación, Pablo Iglesias pidió silencio al auditorio con esta frase: "Prestad atención, aunque tengáis las manos quietas".

Desconozco si la coincidencia entre ambos líderes de idéntico nombre es casualidad o si esta anécdota es muestra de alguna inspiración retrospectiva. En cualquier caso, me alegro de que alguna vez hayamos tenido políticos capaces de anteponer la ideología y la pedagogía al halago y peloteo de los suyos (vicio tan extendido en las sesiones del Congreso, por ejemplo, o en los mítines cansinos de cada campaña electoral). Pues eso: más ideas y menos palmas y palmeros, y que cunda el ejemplo de Pablo Iglesias (el que ustedes quieran).

José Muñoz Domínguez / DNI nº 8.104.629-G