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Otras mudanzas
Otras mudanzas
(A PROPÓSITO DE UN POEMA DE DAVID HERNÁNDEZ SEVILLANO)
Que te escriba la vida el difunto Paul Auster es una sensación incómoda. Sólo puedes dejarte llevar por las casualidades y aceptar de buen talante lo que venga, aunque el guion no dure ni media tarde. Hace poco más de una semana, después de muchos meses de penitencias laborales y académicas, tuve que sacudirme la pereza para afrontar el traslado de enseres desde mi casa en Segovia hasta estos lares, media vida en cajitas –demasiadas– que llenar con libros y cachivaches. Conforme vaciaba las estanterías iban apareciendo volúmenes malheridos por el uso recurrente, otros apenas consultados y alguno todavía por leer, como un poemario de David Hernández Sevillano publicado en 2022 y de oportuno título: La mudanza.
A la hora de comprar un libro siempre me guío por el instinto gráfico: si de verdad merece la pena, no puede estar mal diseñado, así que desdeño el que lleva una cubierta torpe o pretenciosa, mala encuadernación, tipografía descuidada. También tengo la costumbre de abrirlo por cualquier página para comprobar si, por ventura, su autor me atrapa a la primera. Con el poemario recién exhumado de las baldas repetí lo que hice dos o tres años antes en la librería, y surgieron los mismos versos:
OTRAS MUDANZAS
En las calles de Alepo
siempre están de mudanza.
No saben qué se siente al enterrar
semillas de cereza
y aguardar varios años
para probar sus frutos.
No saben, tan siquiera, qué se siente
al enterrar semillas de hortalizas
y esperar unos meses.
Cuando mueven la tierra con las manos,
sólo entierran muertos,
los únicos que ya no hacen mudanza
–y nadie espera que den ningún fruto–
en las calles de Alepo.
En Siria las cosas han cambiado mucho desde entonces, y ya veremos si ha sido para bien: todavía entierran muertos, pero comienzan a ocuparse de la paz y de los frutos. El tráfago de nómadas a la fuerza, gentes con la casa a cuestas vagando de norte a sur, de sur a norte, se ha trasladado 600 kilómetros más abajo, donde un caudaloso Jordán de palestinos sufre el éxodo del que nadie más se duele. Se ve que Dios está en otra parte, siempre al lado de los verdugos.
No son nuevas estas trágicas mudanzas, pero sí cuantiosas y escandalosamente crueles en los últimos cien años. Las sufrieron los armenios durante la persecución y el exterminio otomano de 1915 a 1923; los musulmanes del Cáucaso expulsados por Rusia hacia Turquía en 1918; los diversos pueblos afectados por reajustes masivos tras la Primera Guerra Mundial; las poblaciones intercambiadas entre Grecia y Turquía a partir de 1923; los parias de la América profunda durante la Gran Depresión (releamos Las uvas de la ira, de John Steinbeck, 1939); los italianos deportados por Tito de Istria, Fiume y Dalmacia durante la Segunda Guerra Mundial e incluso después; las poblaciones germánicas expulsadas de los Balcanes hacia la Alemania derrotada en aquella misma guerra; los polacos expatriados y los ucranianos reintegrados en la URSS en 1946; millones de musulmanes desterrados de la India a Paquistán y millones de hindúes y sijs expulsados a la India, tras la independencia y descolonización de ambos territorios desde 1947; los judíos en el éxodo de ese y sucesivos años hacia Palestina, principio del horror sionista de nuestros días; los desplazados forzosos de Corea y Vietnam en las décadas de 1950 y 1960-1970; las víctimas de la depuración étnica durante la reciente Guerra de los Balcanes, entre 1991 y 2001; los tutsis de Ruanda, perseguidos y masacrados en 1994; los afganos abandonados a su suerte en aquel verano de 2021; la población de Sudán en 2023; las gentes de Venezuela, con destino a Colombia o Brasil y por la Selva del Darién hacia la frontera de Tijuana; náufragos del desierto desde el corazón de África, hacinados en cayucos y pateras a través del océano o del mortal Mediterráneo; sirios y otros pueblos meso-asiáticos huyendo a pie por los fríos bosques y estepas de Centroeuropa; en la Ucrania de 2022 a 2025, para evitar la zarpa de un fantoche sanguinario con delirios de grandeza; el inmenso campo de exterminio de Gaza en estos días infames, carne de telediario.
Y ocurrió en la España moribunda de 1936 a 1939, cuando la masacre de desplazados que la historia conoce como "La desbandá" (entre 3000 y 5000 civiles abatidos en las costas de Málaga por las fuerzas fascistas sublevadas), también durante la larga marcha hacia el puerto de Alicante para no perder el barco hacia Orán (el Stanbrook) o en la huida a Francia, camino de Colliure, donde Antonio Machado recordaría aquel verso suyo anterior a 1917: "¿para qué llamar caminos a los surcos del azar?"
Auster se empleó a fondo aquella tarde. Entre los libros por empaquetar también estaba la novela gráfica de Paco Roca, en la que su autor tomó prestado el mismo verso machadiano como título, Los surcos del azar (2013), en homenaje a tantos españoles exiliados que llevaron la lucha antifascista a sus últimas consecuencias: combatirlo aquí, en su patria, después en el norte de África y en la vecina Francia hasta liberar París de la ocupación nazi, agosto de 1944. No me quedó más remedio que releer el tebeo en medio del caos de la mudanza y, entretanto, recordar otras deportaciones más cercanas: una por cada desahucio que autoriza tal o cual juez emputecido –¿casi todos?– al servicio del rentismo y del abuso, decenas de miles de mudanzas forzadas e indignas, enésima vergüenza bíblica en un país que quiere parecer civilizado.
Después de Alepo, las riadas humanas siguen atravesando Gaza o el Darién y se mueven otra vez en la sangrienta Ruanda a golpe de machete, nuevas masas de desheredados que cargan a la espalda sus miserias, huyendo del degolladero, mientras Dios –que nunca se mete en política– reserva su diestra a los genocidas.
José Muñoz Domínguez
- Da gusto leerle. Saludos.
hace 16 horas 44 mins - Pues si le afecto el tema,
hace 21 horas 25 mins - Qué cosas pasan !!!! Lo
hace 1 día 12 horas - Jo,Sr.Illan,parece mentira
hace 1 día 12 horas - Patada y adelante, ese es le
hace 1 día 17 horas - Recurrir la sentencia: lo
hace 1 día 18 horas - Y como defines a los que lo
hace 1 día 21 horas - Y ya puestos que empresa se
hace 1 día 21 horas - Al final han decidido
hace 2 días 1 hora - Por suerte para los debates
hace 2 días 17 horas
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