Air MadridLa aparición, hace unos pocos años, de las llamadas compañías de vuelos de bajo coste supuso una revolución y una popularización del transporte aéreo de pasajeros, que ha obligado a las compañías tradicionales a revisar y crear ofertas y tarifas de precios especiales, cuando no compañías específicas, para competir con estas empresas cuyo volumen de negocio y de beneficios ha sido espectacular.
Como dichas compañías se han encargado de difundir ante el actual escándalo de “Air Madrid”, las bases del voyante negocio de este tipo de transporte se fundamenta esquemáticamente en:
La eliminación de todo tipo de las atenciones tradicionales y en consecuencia de los costes adicionales superfluos durante el vuelo, un estricto control de los pesos de los equipajes, con importantes facturaciones adicionales cuando estos pesos se superan, itinerarios de máximo tiempo de duración de dos horas con máximas rotaciones diarias de los vuelos, superiores en un 20 al 30% a las habituales en las compañías tradicionales, flotas muy homogéneas, máximo dos tipos diferentes de aviones, lo que supone una gran facilidad del mantenimiento y del adiestramiento de tripulaciones y operación en aeropuertos secundarios con menores costes.

“Air Madrid” había fundamentado su nicho de negocio en este campo, en la operación transoceánica principalmente entre España y Suramérica, en base a clientes procedentes de las importantes corrientes migratorias económicas hacia Europa de estos países. La duración de los vuelos, 10 a 12 horas y la variedad de la flota, suponía romper algunas de las condiciones y normas esenciales expuestas para este tipo de negocio, lo que supuso una operación totalmente especulativa basada en importantes volúmenes de pasaje debido a los favorables precios de los billetes, con adelantos de las compras de hasta un año por los colectivos de inmigrantes citados, con un deterioro paralelo de las condiciones de seguridad exigidas en las operaciones aéreas por las características específicas de operación señaladas, que finalmente obligó al Ministerio de Fomento al levantamiento de varios expedientes por faltas de seguridad en el transporte y mantenimiento de los aviones, lo que se tradujo últimamente en importantes retrasos, hasta de varios días, cuando no de cancelaciones en las operaciones.
Finalmente y después de diversos ultimátum a la compañía por el Ministerio de Fomento para que presentara un aceptable plan de saneamiento y mejora operativa, se produjo la cancelación final, por motivos de seguridad, de las licencias de vuelo y operación correspondientes.
En este proceso es destacable, en primer lugar las inconveniencias sufridas por miles de pasajeros que han visto abruptamente interrumpidas sus expectativas de viaje, en fechas muy significativas, con difíciles expectativas de recuperar los costes de los billetes, los daños morales no los recuperarán jamás, máxime al producirse definitiva y oficialmente la suspensión de pagos por parte de la compañía.
En segundo lugar lo que va a pasar con los cientos de trabajadores de la misma, a los que la citada suspensión de pagos, va a impedir soluciones como la cooperativa propuesta transitoriamente por ellos o la compra por otras empresas.
Finalmente la posición, curiosamente defendida por “liberales” y “neocons” partidarios del mercado y la competencia salvaje, que en su momento apadrinaron el nacimiento de esta compañía caso de la actual Presidenta de la Comunidad de Madrid, que no han tenido empacho en criticar la actuación del Ministerio de Fomento y de su operativo para paliar parcialmente y con fondos públicos el operativo humanitario dispuesto, la actuación de las Agencias de Viaje y de la IATA, ahora si pago luego ya veré, la desfachatez del presidente y gestores de Air Madrid en plena crisis, su permanente huida hacia delante, “toma el dinero y corre”, y algunas actuaciones de vergüenza ajena como el colectivo de pilotos de Iberia o del SEPLA ofreciéndose a volar gratis en este conflicto, cuando son capaces de paralizar totalmente su empresa, sin importarles lo más mínimo los intereses de los pasajeros, en base a conseguir exclusivamente mejoras económicas en sus ya importantes salarios.
Esperemos que las reclamaciones legales de los afectados y suponemos que de la Administración ponga a los especuladores-gestores de Air Madrid en su sitio, que se encuentren vías de solución para el colectivo de trabajadores afectados, y que a ser posible los costes no recaigan como casi siempre en el presupuesto de todos los españoles.

Emilio Sánchez Álvarez
23/12/2006