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Historia del nuevo Instituto de Béjar
La historia es muy larga de contar, pero, grosso modo, los hitos se fueron poniendo así.
Cuando la Logse estableció el actual modelo de enseñanza, y se decidió que los chicos, desde los doce años, se incorporaran a los antiguos Institutos, fueran de Formación Profesional o de Bachillerato, puesto que todos pasaban a ser de Enseñanza Secundaria, se cayó en la cuenta de que muchos edificios, que no cumplían los requisitos mínimos de las instalaciones establecidos por ley, eran menos aptos que nunca para recibir y organizar enseñanzas y alumnado tan dispar.
Muchos padres manifestaron, con buen criterio, reparos para enviar a sus hijos a unos edificios como los de Béjar, que carecían ambos, por ejemplo, de un patio imprescindible. Este rechazo le vino en principio de perlas a nuestras autoridades —locales, provinciales y regionales—, que no podían acometer las reformas necesarias simultáneamente en todos los centros deficitarios.
Algunas de esas carencias, además, como la del mencionado patio, no tenían solución fácil ni barata. Tanto es así que los edificios históricos enquistados en el corazón de las ciudades han tenido que pechar con esa rémora y así siguen (por ejemplo, el Martínez Uribarri de Salamanca).
Sea como fuere, en el caso del Río Cuerpo de Hombre se llegó a la conclusión de que la mejor opción era la construcción de un nuevo edificio; pero, eso sí, que acogiese todas las enseñanzas que en él tenían sede: ESO, Bachillerato, Ciclos Formativos y Escuela Oficial de Idiomas. En un principio, todas las fuerzas vivas de la ciudad y la comunidad educativa apoyaron esta iniciativa, incluido el Ayuntamiento. No obstante, y después de muchas presiones, viajes de los padres y manifestaciones incluidas en Salamanca y Valladolid, porque el tiempo se iba y nadie parecía tener prisa por que en Béjar se normalizara la situación educativa como en el resto de la Comunidad —durante los últimos años los institutos de Béjar eran los únicos de toda Castilla y León que no acogían el primer nivel de ESO—, recibimos la extraña noticia de que se construiría un aulario de ocho unidades destinado exclusivamente a ESO (dos grupos por curso).
Todos los que confiaban en el buen criterio de la administración quedaron decepcionados, y los que aplaudieron la propuesta, lo hacían por ignorancia de las consecuencias. Algunos ni siquiera comprendíamos qué clase de engendro eran un aulario en un entorno urbano, puesto que era una figura que no respaldaba la legislación entre los modelos posibles de centro.
El emplazamiento, que ya era el actual, parecía disparatado por el difícil acceso y la distancia considerable al centro del que dependería administrativamente y cuyo profesorado compartiría. No encontrábamos, en síntesis, ninguna virtud a la propuesta y sí muchas dificultades. Se hicieron las objeciones pertinentes a la administración, que se resumían en que se buscase una ubicación más adecuada —por entonces se habló mucho de los terrenos del Tinte del Duque— y en que no se repartiesen las enseñanzas en diferentes edificios, que era tanto como destruir un modelo organizativo que comenzaba a dar frutos.
Sin embargo, hubimos de enterarnos después de que los propios técnicos de la Junta de Castilla y León habían repudiado la oferta del Ayuntamiento para la construcción, pero se habían encontrado con una firmeza inesperada en nuestros munícipes: era aquello o nada. Puestos a rechazar aquel terreno, tanto los padres como la administración provincial y regional temieron que la solución no llegaría nunca y decidieron aceptarlo. Pero el claustro de profesores del Instituto propició un nuevo retraso con el que no se contaba al advertir que con aquella capacidad (ocho aulas) ni siquiera se atendería las necesidades de escolarización previsibles para la ESO.
La unidad técnica de la Consejería, por una vez, estuvo atenta al apunte y decidió añadir una nueva planta y pensó en acoger también al Bachillerato. De esta forma convertía la figura del aulario inaudito en un segundo edificio de Enseñanza Secundaria y atendía parcialmente las reclamaciones de que no se repartiesen las enseñanzas; la Formación Profesional, sin embargo, tuvo que conformarse con quedar desterrada en el viejo edificio.
Y como las reformas alteraban constantemente el raquítico proyecto original, ya muy avanzada la obra, alguien cayó en la cuenta de que no había capacidad bastante para los imprescindibles talleres de iniciación profesional a que la legislación obliga en los institutos en que existan ciclos formativos. ¿Solución? Tiraron de la Residencia contigua, prácticamente desierta —esa es otra historia desnortada que merece figurar en los anales de los disparates administrativos como ejemplo de actuación oportunista y de despilfarro de los recursos públicos para evitar la pérdida de votos— y adaptaron malamente algunas de las dependencias como aulas y talleres.
Con lo que actualmente hay un instituto disperso en tres edificios, si bien es cierto que dos de ellos están contiguos, cuando podría y debería existir un único edificio en un mejor y más adecuado emplazamiento. Aún no hemos entrado en el invierno, pero va a ser divertida de transitar esa calle tan pina con las heladas y la nieve.
Como se ve, no hay un único responsable del mal resultado final; pero muchos casi estamos pensando que mejor nos hubiésemos quedado como estábamos.
El Ayuntamiento demostró falta de sensibilidad para con la educación y su importancia crucial en el progreso de la ciudad asignándole un solar imposible y desatendiendo las sesudas objeciones de unos y otros; la Consejería de Educación, por su parte, debió exigir y presionar para obtener mejor emplazamiento, amén de haberse dado alguna prisa más en la solución; la plataforma bejarana por la educación debió atemperar sus exigencias de soluciones inmediatas y, aun a riesgo de haber esperado algún año más, haber obtenido un resultado más satisfactorio que ofrecer a la ciudad por la que, no tengo ninguna duda, trabaja con encono admirable y sin más interés que el beneficio de la ciudad que todos habitamos.
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Sr Riñones, de lo que nos estamos enterando estos meses esta tribuna dice textalemte:"los propios técnicos de la Junta de Castilla y León habían repudiado la oferta del Ayuntamiento para la construcción, pero se habían encontrado con una firmeza inesperada en nuestros munícipes".
El lugar del instituto es inadecuado, también su funcionalidad.
Espero que los Bejaranos se den cuenta de una vez de su forma de hacer y no sea el que nos gobierne durante cuatro años más.
Gracias por "pensar" también en la labor de la Federación de Madres y Padres. Sin duda cada uno barre hacia su propio salón.
Estimado lector, creo que sería interesante conocer el punto de vista de los padres y madres. Si quieres exponerlo, lo puedes enviar a director@bejar.biz
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