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Moga. Igual que la Serrana hace 30 años
A quien corresponda… y a quien no.
Los que nacimos en la década de los años 50 y tuvimos la gran suerte de poder ir a estudiar a Salamanca, nunca olvidaremos esos años de estudiantes en la Capital salmantina. Nuestra semana comenzaba el lunes a las 8 de la mañana y ahí superábamos la primera prueba; llegar de una pieza. La Serrana, es decir el autobús de línea, salía de la puerta de una cafetería llamada Novelty, ésta tenía una barra cuadrada, como cuadrado era el enorme salón que la contenía; olía a churros y a café recién hecho. En un rincón, sentado a una pequeña mesa, un señor malhumorado vendía los billetes, condición indispensable para poder viajar en el preciado autobús. Recuerdo como, aún medio dormida, me acercaba a la mesa a por mi billete y de que forma el grito del vendedor me despertaba de golpe y, sobre todo, me recordaba quién mandaba allí. Con el “si Wuana” en los ademanes y la rabia en el corazón, recogía el billete, exactamente a la hora señalada, ni un minuto antes ni uno después. Más o menos en el horario previsto partía “la Serrana” que era conducida invariablemente por el “Wuana” que había tenido la deferencia de venderte el billete, a ti y a 80 personas más.
Hoy no hablaré de este raro espécimen, porque los que le conocimos sabemos bien que se merece un capítulo aparte.
Después de que tus preciados bultos eran arrojados sin contemplaciones a los bajos del autobús y los abandonabas a su suerte con resignación, subías a sentarte en ese asiento que se te adjudicaba con el billete… ¿dónde?, donde podías, en un asiento de verdad, en las escaleras del medio, en las escaleras de atrás, a los pies del compañero que se turnaba contigo y en Guijuelo te dejaba el asiento o en el pasillo con los pies recogidos para evitar que éstos fueran el asiento de otro “desgraciado “ que hubiera llegado más tarde que tú, o sencillamente ibas de pie hasta Salamanca. En Guijuelo, paradita obligatoria, los del pasillo se “arrejuntaban” porque siempre subía algún parroquiano, mientras el conductor bajaba a desayunar, como en Béjar vendía los billetes, se ve que no le daba tiempo al hombre. Así seguíamos hasta Salamanca, parando a todo hijo de vecino que estuviera esperando en la carretera ¡No íbamos a dejar a nadie en tierra! ¡Faltaría más! Sitio había, si no de sobra, al menos suficiente, era cuestión de apretarse un poco, al fin y al cabo todos íbamos al mismo sitio, eso si, con pretensiones distintas: unos a clase, a la segunda hora y pidiendo disculpas, porque la primera clase la pasábamos entre Beleña y Mozárbez, otros al médico, dando explicaciones de su impuntualidad, que no siempre eran creídas por la enfermera de turno, ¡Como si fuese tan fácil llegar desde Béjar!
Los viernes regresábamos a casa en el tren, en el FERROBÚS, esta aventura de regreso la relataré en algún momento, aunque espero que no por las mismas causas.
¿Por qué cuento todo esto? Porque el otro día viajé en el tiempo y cuando me debatía entre la risa y el desconsuelo, no sabía si lo que estaba viviendo era desfachatez o descaro, si soñaba o era una pesadilla.
Estación de autobuses de Salamanca; taquilla de billetes de la empresa MOGA. Cartel informativo: “Salamanca-Béjar salida a las 4 de la tarde” Venta anticipada de billetes. Una cola que cada vez se parece más a la de los dragones chinos, larga y tupida. A mi alrededor leo la desconfianza en los rostros de los viajeros habituales que miran a derecha e izquierda y se mueven nerviosos, yo, que me guío por sensaciones, me preocupo, pronto comprenderé el motivo. De repente todo el mundo sale corriendo; entre el alboroto consigo enterarme que al parecer los billetes, ¡otra vez!, se dan en el autobús. Yo no corro y paso de mi situación privilegiada siendo la tercera a la última… pero ¿de qué cola? ¡Hay varias colas porque nadie sabe el número de la dársena donde parará el autobús!, un autobús que está en paradero desconocido, al menos para los que deambulamos de un lado para otro por el andén. Un autobús que está de camino. Un autobús del que ni siquiera se escucha levemente el motor.
Ni por un momento se me ocurre pensar que toda la gente que estamos esperando vayamos a entrar en el mismo autobús, ¡Ilusa de mí! ¡Claro que entramos! Y rejuvenezco 30 años. Vuelvo a ser una estudiante de magisterio luchando por un asiento, Pero ya no tengo 20 años y no lo consigo, una amiga de mis hijas, que me reconoce, me cede el sitio para que pueda sentarme y yo la cojo encima de mis rodillas para que no vaya de pie o sentada en las escaleras, en realidad hago lo que veo, son varias las chicas que cogen a sus amigas para ceder el asiento a viajeros de más edad. Un aplauso para esta juventud no siempre bien tratada.
Son muchas las personas que van de pie en el pasillo, con lo cual tenemos viajeros por todo el interior del autobús, sentados en cualquier sitio y de pie, sobre todo de pie. Me impresiona sobre todo un señor que levanta sus brazos para agarrarse donde puede porque vamos a partir. Yo le miro y se me ocurre pensar que como el conductor frene de golpe ante cualquier eventualidad, el señor en cuestión aprenderá a volar en un cursillo acelerado, recorriendo el pasillo y “tragándose” literalmente, al conductor.
El jefe de la expedición dice -- ¡”Nos vamos! Los de a pie se agarran donde pueden y el autobús de las 4 se pone en marcha a las 4’20. Menos mal que no voy a clase, menos mal que no voy al médico. Menos mal que estamos comenzando el año 2008 y funcionan las leyes y en las carreteras hay policías que nos protegen,….. menos mal, me cuentan, que el autobús ahora es nuevo y no me ha tocado el que parecía que se iba a “descoyuntar” en cada curva.
Eso sí, cuando llegamos a Béjar, todo el mundo está bien sentado y en regla. A los desafortunados que mal viajaban de pie, los hemos ido soltando por los caminos de Dios. Mis hijas son habituales de este servicio y sus amigas y los/as hijos/as de mis amigos, mis conocidos, vecinos y allegados. Exijamos que se cumpla la ley, así de fácil y, al parecer, así de difícil.
No hemos superado una dictadura, ni hemos logrado ser un país democrático con una Constitución que nos ampara…, y sobre todo: No hicimos una denuncia, una sentada y una “pequeña revolución” hace 30 años, para que sigamos viajando de pie en “MOGA”, para que algunos ganen dinero a costa de nuestra seguridad y para que los derechos que tan duramente se consiguieron vuelvan a ser pisoteados.
Repito: A quien corresponda… a mí, desde luego, me corresponde.
Marina Hernández Martín “…En El Umbral De La Noche”
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hace 2 horas 31 segs - Pues a ver si dimiten
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hace 23 horas 48 mins - Están rezando para que haya
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A los que éramos universitarios en los años setenta y vivimos las mismas sensaciones, primero en el Novelty (describe perfectamente lo del señor malhumorado), luego en el viaje hasta Guijuelo con parada en la Fonda Minuto (que así se llamaba), y después el remate del viaje hasta SA con la llegada tarde a clase, el relato de Marina nos ha estremecido.
¿Es posible que esto sea así en 2008 o es que Marina ha hecho un viaje en el tiempo? Como la considero una persona con los pies en la tierra, entonces ¡Dios mío, es que la pesadilla ha regresado y con Moga hemos vuelto a los años setenta!
Aunque voy con cierta regularidad a Salamanca, visto el panorama, mi tiempo es suficientemente importante (por lo menos para mí) como para llevar mi coche. Cuando me ofrezcan un servicio serio no tendré ningún inconveniente en utilizarlo, pero visto lo que cuenta Marina y otros muchos, esto no sólo no es serio sino que dista mucho de serlo.
Pero es más, por favor, que al que le den ese "servicio" (¿?) ponga una reclamación por escrito, porque si no todo se queda en comentarios que no tienen ninguna fuerza.
E incluso más, si tienen la suerte de que la Guardia Civil no los pare y los multe por llevar gente de pié, propongo que la próxima vez alguien de los que están montados en el autobús llame desde el móvil a la G.C. y pida que una patrulla los detenga y lo compruebe con sus ojos. Para otra vez aprenderían.
Creo que esta situación está ya adquiriendo tintes de surrealismo.
Lo peor lo sufrimos los que tenemos que ir a diario a trabajar o estudiar, y encima nuestros politicos no hacen nada por arreglarlo, hay una plataforma de afectados creada para denunciar el tema, pero por ahora no se ha conseguido nada, y por el paso que lleva creo que al final se va a quedar en nada, no hay derecho a que nos traten así, y las leyes no nos protejan, ¿no estan fomentando el uso del transporte publico? pues que pongan unas condiciones serias y no nos hagan este tipo de cosas, que somos personas y no animales, lo mas gordo es que no se que criterio ha seguido esta empresa para empeorar la calidad del servicio hasta este punto, y repito, lo peor nos lo llevamos los que vamos todos los dias que no podemos hacer nada mas que gastar nuestro coche por no poder coger un servicio publico.
Yo propongo boikot directo a la empresa con la contratacion particular de un transporte para toda esta gente que tenemos que ir a diario, a ver si se anima alguien...
http://www.tuenti.com/#m=Page&func=index&page_key=1_1238_70748157
VISITENLO
para los que no tenemos acceso al tuenti, podias decir lo que pone
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