Iván Parro
Uno de los ámbitos en los que con más fuerza está azotando la pandemia por COVID-19 es el laboral. Son miles los trabajadores en situación de ERTE o despedidos, y otras tantas las empresas que han reducido considerablemente o han suspendido su actividad con las consecuencias que ello conlleva. En algunas no saben siquiera si podrán volver a abrir. Nuestra ciudad también está sufriendo fuertemente las consecuencias derivadas de esta situación de emergencia sanitaria. Siguen abiertos los negocios esenciales, a los cuales debemos agradecer por supuesto su disponibilidad para que no nos falte de nada, pero son cientos los que desconocen su futuro más inmediato. La recuperación se prevé difícil y por etapas. Las consecuencias las seguiremos notando pasados algunos años porque el COVID-19 es el peor enemigo con el que se ha enfrentado la Humanidad en mucho tiempo.

Las pérdidas humanas (que lamentamos muy profundamente y para las cuales no hay nunca consuelo ni reparación, más aún cuando la gran mayoría mueren en soledad, sin una despedida, sin un adiós cercano). No puedo imaginarme el dolor y la desesperación de aquel que pierde alguien de esta manera. Mis más sentidas y profundas condolencias a todos aquellos que han perdido a un ser querido por esta terrible enfermedad. Mi cercano deseo de que todos los enfermos se recuperen y que los que ya la han superado no recaigan de nuevo. Un aplauso enorme para todos los colectivos (profesionales o voluntarios) que trabajan cada momento para vencer, detener o mitigar esta pandemia en cualquiera de sus formas. Gracias infinitas de corazón porque gracias a ellos podemos ver algunas luces al final del túnel oscuro en el que parece nos ha confinado la enfermedad.

En este artículo quería compartir algunas reflexiones e impresiones acerca del impacto en el mundo laboral del COVID-19:

- El COVID-19 ha destruido empleos como hacía tiempo no sucedía

Las medidas sanitarias impuestas por los gobiernos de todo el mundo para frenar la expansión de la enfermedad han provocado la reducción de la actividad productiva en muchos sectores y el cierre de muchos establecimientos y negocios. Los empresarios han visto mermadas sus posibilidades de ingresos notablemente, y la gran mayoría de trabajadores han sido enviados a ERTES temporales con el objetivo de minimizar los efectos de la pandemia. Las medidas tomadas por el Gobierno relacionadas con el empleo intentan de alguna manera amortiguar la irremediable caída económica que se está produciendo, la cual algunos analistas ya aventuran que será incluso peor que la del crack del año veintinueve.

Está claro que nos dirigimos sin freno a una época de gran recesión económica y a todos los niveles, y que el mundo postcoronavírico debe ser distinto al que encontrábamos hace ya tres meses. Mucho ha cambiado o se ha transformado en estos días y aún mucho más lo que debe cambiar en todas nuestras ciudades. El golpe del COVID-19 está siendo fuerte pero más fuerte aún deben ser las reflexiones, los aprendizajes, las soluciones y las respuestas que interpongamos y acordemos por él.

- El sector servicios sale muy fortalecido de esta crisis sanitaria

Una de las apreciaciones más claras que entresacamos estos días es la importancia que poseen determinadas profesiones y servicios en nuestra sociedad. Es paradójico que nos hayamos dado cuenta de esto ahora, pues muchos de los colectivos que ahora están en la boca y en los pensamientos de todos no cesan de recordarnos que están ahí, ya sea a través de manifestaciones, de llamadas de atención, de protestas de otro tipo. Después de la crisis quizá sea necesario repensar o replantarse el papel que tienen algunas profesiones en nuestra sociedad actual. A lo mejor será el momento perfecto para dignificarlos de una vez y reconocerles de alguna manera lo que han hecho y hacen desde siempre por nosotros, y no sólo en momentos de emergencia sanitaria como este (y no me refiero sólo a los profesionales sanitarios que merecen toda mi admiración).

- Se han aplazado o suspendido muchos procesos y convocatorias de empleo

La administración está semiparada en estado de emergencia. Muchos procesos se han aplazado, suspendido o anulado. En lo relativo al empleo algunas ofertas de empleo público, oposiciones, convocatorias, bolsas de empleo o similares se han pospuesto. También están en suspenso las lanzaderas de empleo que la Fundación Santa María La Real iba a iniciar en los próximos meses hasta en cuarenta ciudades de nuestro país (entre ellas Salamanca y esperemos que pronto en Béjar tal y como fue aprobado en sesión plenaria del Ayuntamiento en noviembre del año pasado), aunque los períodos de inscripción de participantes sí que están abiertos hasta principios de mayo.

A pesar de todo aquellos que están en proceso de búsqueda de empleo cuentan con sectores donde pueden encontrar una oportunidad (sector servicios o agricultura entre ellos), y los trabajadores que no estén teletrabajando o trabajando en servicios esenciales pueden aprovechar estos días para formarse, para actualizar conocimientos, para ampliar aspectos relacionados con su sector, para aprender o reforzar algún idioma, para estudiar aquello que siempre quiso y nunca pudo, pues ahora tiempo hay más que de sobra. Y además porque siempre es momento de actualizarse, es bueno y necesario en el mercado laboral actual, y sobre todo cuando disponemos de ese tiempo del cual nos solemos quejar que nos falta.

- Se ha puesto a prueba la capacidad resolutiva de Gobierno, instituciones y empresas ante catástrofes como esta emergencia sanitaria

Con una Europa dividida, con países de primera y de segunda, cuando el COVID-19 es el enemigo común a batir y no las fronteras; con instituciones a las que esta situación a lo mejor les ha venido grande, las ha superado o las ha pillado de imprevisto sin capacidad de reacción a tiempo; con un comportamiento ejemplar de otras y con miles de personas colaborando para superar esto y salir adelante, lo cierto es que esta emergencia ha puesto a prueba de una manera diáfana la capacidad de resolución que tienen las instituciones, y por lo que parece, a tenor de los resultados hasta el momento, muchos evaluadores indican que la nota obtenida se asemeja mucho a la que nos daban en la escuela hace años: Necesita mejorar. Ojalá que se haya tomado buena nota de los errores y de los desaciertos para no cometerlos de nuevo. Que esta experiencia nos sirva a todos para valorar y evaluar nuestras capacidades, y que se implementen todos los medios necesarios para la prevención a futuro de nuevas emergencias que seguramente surgirán.

- En esta crisis el papel del voluntariado ha sido esencial

Quizá estas semanas también nos hemos dado cuenta del inmenso poder transformador que tiene el voluntariado en nuestras sociedades. Desde aquellos que están a pie de cama en los hospitales, pasando por los que fabrican mascarillas o equipos de protección, acompañan a los mayores, se organizan para llevar alimentos y medicinas a los que no pueden salir, cuidan a los que no tienen ni siquiera un hogar donde pasar la cuarentena, atienden consultas de todo tipo y condición, nos procuran unas buenas comunicaciones y entretenimiento; todos ellos y ellas han sido, son y serán nuestros auténticos ángeles del coronavirus, a los que siempre tendremos mucho que agradecer.

¡Cuántas manos se han puesto a trabajar para vencer a la muerte!

¡Cuántas mentes han discurrido para que en estos días de confinamiento no seamos presa del hastío, del aburrimiento, del agobio o de la pesadez existencial!

¡Cuántas personas están dedicando su tiempo precioso para custodiar, proteger o procurar nuestro bien!

Mi más sincero y merecido reconocimiento a todos ellos y un agradecido abrazo en la distancia.

Son más los pensamientos que quisiera compartir sobre este tema. Pero lo dejaré para otra ocasión. Hasta entonces mucho ánimo a todos, ya queda menos para la victoria. Y un favor: cuidaos mucho y cuidarnos a los demás.

“A menudo en los más oscuros cielos es donde vemos las estrellas más brillantes” (Richard Evans)