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Rosas a raudales
( Tolerancia cero, No a la violencia de género...)
He oído, como a lo lejos decir las palabras,
me perturba y me sosiega en igual medida el sentido estricto de estas palabras.
Me perturba por lo cotidiano del hecho, me sosiega el comprobar que a pesar de su repetición continúan removiendo interiormente.
Que cortas y que diluidas quedan las palabras cuando el mensaje no acompaña en coherencia a los hechos...
“Tolerancia cero” y sentamos a los bebés horas enteras frente a la televisión: intolerancia en dibujos, intolerancia en película, intolerancia en noticias. Intolerancia en la sangre desde la infancia. Es cómodo, para quienes programan es fácil de hacer, es cómodo para la familia tener entretenidos a los niños.
“No a la violencia de género”, bien, entonces que desaparezcan los chistes “tan simpáticos” que reímos siempre, los novelones de sobremesa que nos aleccionan tanto y la prensa rosa que embolsa millones sirviendo carroña, porque la compramos todos.
Si algo irrita como “mujer” es que se utilice este argumento tan mezquinamente, convirtiéndolo en un tema de moda. No caigamos en la tentación del escaparate, en la palabrería hueca.
No, mientras el dolor sigue sonando segundo a segundo en el auricular del “016”, el número que marca nuestro peor estigma social... el estigma más repugnante por ser
aún consentido.
Que mujer no ha deseado un jardín aunque nunca haya poseído más que un par de kilos de tierra en unas cuantas macetas, esa ansia de jardín incita continuamente a meternos en todo tipo de “jardines”, incluso en los cotilleos de calle; digamos NO con la misma fuerza, a los juicios gratuitos que hacemos por las esquinas reforzando y justificando conductas erradas, tratemos de ser útil en medio de los paisanos...
Debe SER la historia de la humanidad, una historia de entendimiento, una superación implícita desde el momento en que nos alumbran, desde el momento en que parimos... y esa ha de ser nuestra reivindicación prioritaria, educar a nuestros hijos en la coherencia con el mensaje: “parir con igualdad para vivir con igualdad”, si sembramos rosas a raudales, crecerán rosas a raudales, AUNQUE SEA EN MACETAS DE BARRO, y llegará un momento precioso en el que no tendremos que tapar con rosas los huecos del cementerio, porque en el hueco del corazón será la convivencia para bien de hombres y mujeres un jardín de rosas vivas.
Gel borrajo
(Noviembre 25 de 2007)
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