Iván Parro
Hacía bastante tiempo ya que no publicaba nada acerca del trabajo y las posibilidades de empleo en Salamanca. Y ahora aprovecho la ocasión tras haber leído estas últimas semanas algunos datos sobre los cuales sería interesante y adecuado reflexionar.
Uno de esos datos se refiere al número de salmantinos que emigraron a otras provincias a trabajar durante el primer semestre de este año: 10.846 frente a los 9.942 del 2017, según los datos del SEPE. Es decir, más de diez mil salmantinos y salmantinas han dejado la provincia para irse a trabajar fuera de ella. Por el contrario fueron 6.814 las personas que llegaron a Salamanca para trabajar (unas seiscientas más que el año anterior). Aun así nos quedaría un saldo negativo de 4.032 personas que ha perdido Salamanca en busca de mejores oportunidades, buenos trabajos o porque las condiciones no eran las esperadas.
Es cierto que si tomamos en cuenta el año 2017 tanto los que se van como los que llegan han experimentado un cierto aumento, y que desde que comenzamos la década es un incremento importante, y está bien, hay que seguir en esa línea, tanto de atraer nuevos talentos a Salamanca como retenerlos. Se deben poner en marcha iniciativas serias, comprometidas y estables a largo plazo de retorno y de retención del talento (tal y como así hacen en otras provincias), y mostrar cada vez más que Salamanca tiene mucho que ofrecer (y no solo en cuanto a turismo o gastronomía se refiere). Todo ello es urgente y prioritario pues las cifras siguen hablando por sí solas.
En una encuesta acerca del futuro profesional de los jóvenes salmantinos, ante la pregunta sobre si Salamanca ofrece suficientes salidas laborales para sus jóvenes, el 98% de los que contestaron lo hicieron negativamente. Una gran mayoría de la población cree que Salamanca no ofrece suficientes garantías ni salidas laborales para sus jóvenes. Eso teniendo en cuenta que es cuna universitaria, que cuenta con varios centros de investigación punteros, que atrae a miles de turistas todos los meses, que es universalmente conocida y admirada, que es foco de atracción en invierno por la nieve, que cuenta con seis de los pueblos más bonitos de España, que su chacinería es muy conocida y apreciada, y tantas otras cosas sobre la provincia que es que a lo mejor no lo estamos sabiendo “vender”, “explotar”, “transmitir” bien del todo. Y lo pongo entrecomillado porque en realidad al final se podría resumir en un buen ejercicio de marketing, de técnicas de venta, porque si bien Salamanca se vende ella solita ya sólo por ser Salamanca, lo cierto es que siempre viene bien una ayudita, un empujoncito, un impulso a esa marca que en este caso podría y debería ser aún más potente, provechoso y productivo, sobre todo con el objetivo de mejorar la cifra de emigrantes.
Salamanca puede ser un excelente lugar para echar raíces, para plantarse un proyecto de vida futuro. El entorno natural que rodea muchos de los pueblos de la provincia es la envidia de otros lugares. ¡Cuántas veces habré oído a familiares y amigos de la ciudad afirmar lo bien que se está en sitios como Béjar por ejemplo! ¡Cuántas veces se sigue escuchando eso de que la vida del campo (en general) es mucho mejor y saludable que la vida en la ciudad!
En cuanto a los sectores productivos donde podría haber algo más de posibilidad en Salamanca están los siguientes según los resultados del Informe Infoempleo Adecco: Oferta y demanda de empleo en España: sector hostelería y turismo, sector industrial, sector comercio minorista, sector servicios y sector telecomunicaciones.
Por áreas productivas son la comercial, la ingeniería, la logística y el transporte, la tecnología y las comunicaciones aquellas que aglutinan mayor oferta de puestos de trabajo. Y precisamente en relación a los puestos aquellos que más se demandan son: comercial, profesor, operario, asesor/promotor, teleoperador de venta y dependiente.
Concretando en el caso de Béjar hay que seguir por el camino de los servicios sin olvidar el industrial claro, más en concreto el textil, con nuevos proyectos y apuestas por el desarrollo tecnológico de productos y/o materiales nuevos, promoviendo asimismo el cuidado y la atención más personalizada a nuestros mayores en todas las profesiones relacionadas con ellos, y fortaleciendo el turismo (ya sea natural, cultural, industrial o de otro tipo) junto con otros recursos que ya tenemos como las piezas clave, las bases sobre las cuales diseñar la ciudad del 2030, elementos de los cuales seguro surgirán otros muchos más, pero procurando que nuestros jóvenes bejaranos se queden aquí en la ciudad e intentando que los que tuvieron que marchar por el motivo que fuera quieran regresar porque su vida aquí será por lo menos igual (y seguro que mejor en algunos aspectos) a lo que viven donde allí se encuentren. O al menos esto es lo que se debería plantear el conjunto de la sociedad bejarana para intentar no perder más población y para trabajar todos juntos por un futuro mejor para la ciudad.
Las palabras del geógrafo Joan Nogué que finalizan esta colaboración creo que son significativas y nos invitan a plantear un nosotros en lugar de un yo social. Participación, recursos, encuentro, comunicación son algunas de las claves que pueden facilitar ese diseño de ciudad más amable, cercana, abierta y positiva para todos. Ahora somos los bejaranos y bejaranas quienes debemos decidir si queremos colaborar o no en todo ello.
“Paisajes y no solo un paisaje; territorios y no solo un territorio… Se trata de que unos lleguen donde otros no llegan y de impulsar y sacar partido de una nueva cultura participativa… Los territorios que hoy contienen numerosos recursos patrimoniales se construyeron sumando muchos esfuerzos… Para el éxito de este tipo de iniciativas resulta básico crear lugares de encuentro, plataformas de comunicación, de participación e intercambio entre diferentes instancias públicas y entre agentes públicos y privados, foros de debate y comunicación” (Joan Nogué)