11 MLa sentencia del juicio por los atentados del 11 M ha dejado clara una serie de verdades, judiciales claro, nada es absoluto, que confirman lo que mucha gente intuíamos desde hace mucho tiempo, diría que desde el día anterior a las elecciones del 14 M, dejando totalmente al descubierto todas las mentiras, calumnias e infamias, de los creadores de la delirante “teoría de la conspiración” por algunos indignos e interesados periodistas de medios como “El Mundo”, la emisora episcopal, “COPE”, “Telemadrid” y otros, empeñados en salvar la cara de los que fueron los grandes mentirosos políticos cuando sucedieron los hechos: Aznar, Acebes y Zaplana, que han seguido siendo difusores y voceros de los inventos creados por los medios citados, con la complicidad permanente de Rajoy, (estrepitosamente derrotado, entre otras cosas por esas mentiras, en las últimas elecciones generales), así como de relevantes miembros del Partido Popular.

Una primer constatación, simplemente humana, pero que me parece fundamental, es que a pesar de la relativa rapidez de los procesos de instrucción y juicio, de la contundencia de la sentencia y de la sensibilidad hacia las víctimas que recoge, nada puede aliviar a éstas del dolor por la pérdida de sus seres queridos, ni por los sufrimientos y secuelas padecidas por los heridos y familiares. Sólo nos resta el posible consuelo que puedan brindarles nuestro recuerdo, apoyo y solidaridad permanentes, evitando cualquier tipo de manipulación de las mismas.
La sentencia ha dejado claro que el atentado fue obra de una célula del terrorismo islamista yihadista, identificando, aportando la carga de prueba, condenando contundentemente de acuerdo a derecho y según su grado de participación, a los autores, inductores, miembros de la célula y colaboradores necesarios, como la llamada trama asturiana que suministró los explosivos.
Dentro de la aplicación rigurosa del estado de derecho en el que se ha desarrollado todo el proceso, con un juicio llevado con toda solvencia y rigor por el tribunal y especialmente por su presidente, el juez Bermúdez, la sentencia reconoce:
La impecable actuación del juez Del Olmo y de la fiscalía en toda la instrucción.
El rigor de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado que participaron en la investigación, a pesar de la confusión de las primeras horas, en la obtención, análisis y custodia de pruebas fundamentales (como la mochila de Vallecas, posteriormente desactivada, procedente del tren de El Pozo, o los enseres encontrados en la furgoneta Kangoo, etc.), en la solvencia de las pruebas periciales realizadas, que llevaron finalmente a la detención de los culpables. (El juicio ha dejado igualmente en evidencia, los errores y fallos cometidos por los sistemas de información de estos cuerpos antes de los atentados, que a pesar de tener delante datos significativos, no supieron evaluarlos y en consecuencia evitarlos).
Ha quedado totalmente confirmado que los explosivos eran dinamita (Goma 2 ECO o Goma 2 EC), procedente del robo en mina Conchita, en Asturias.
Que ETA no tenía ninguna vinculación con el atentado y con las tramas islamistas que lo ejecutaron.
Igualmente, han saltado por los aires todas las mentiras urdidas artificiosamente para confundir, hundir mediáticamente el proceso judicial, intentando incluso su suspensión.
Produce rubor actualmente recordar los inventos sobre la mochila de Vallecas, la Kangoo, el Titadyne, el ácido bórico, la orquesta Mondragón, los temporizadores de electrodomésticos, las tramas conspirativas de todo tipo, que habrían llegado incluso a poner los cadáveres en el piso de los suicidas de Leganés, los informes policiales falsificados, que motivaron el penoso espectáculo de un desautorizado Díaz de Mera, procesado por desacato por el tribunal. Tal ha sido el varapalo judicial a tanta infamia, a tanta calumnia, a tanta mentira, que sólo les ha quedado agarrarse a la brocha de la autoría intelectual, un concepto sin encaje legal, que, si existió, se han llevado a la tumba para siempre los suicidas de Leganés.
Finalmente, lo único sensato en el momento actual sería: congratularse de cómo se ha resuelto el caso dentro de las estrictas normas del estado de derecho, cerrar políticamente esta dolorosa página, terminando la confrontación partidista por estos hechos, seguir apoyando totalmente a las víctimas, y trabajar unidos contra todo tipo de terrorismos, para evitar en el futuro que acontecimientos similares vuelvan a repetirse.
Emilio Sánchez Álvarez
7/11/2007