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" De las Libertades"
En el recibidor de la “Casa Caridad”, un habitáculo cuyo ancho casi no superaba el alféizar de su ventana, dejé el reporter en la mesita baja del centro y esperé a aquel anciano. Me acomodé en un sillón doble de traza antigua tapizado para renovarlo en "skay" verde, los reposabrazos altos me superaban, como los pensamientos que me atenazaban por la entrevista.
El hombre fue muy directo, después del saludo, y antes de empezar a grabar, preguntó descaradamente por qué me interesaba yo en “aquella historia”, después me pidió cortésmente que esperara diez minutos; al cabo de ese tiempo, bajó con una cajita de cartón, la abrió en dos junto al magnetófono y distinguí un pedazo de algodón blanco que albergaba el “tesoro de la familia” que se perdería con él y su recuerdo: parte del casquillo y varias esquirlas de una bala, en una cajita de plata.
Fue amable conmigo, aunque mantenía un rictus amargo, el bastón, las gafas, el traje limpio aunque desgastado, le daban el porte clásico de un maestro escuela. Era el último descendiente vivo de uno de los protagonistas de los hechos de 1868 en la noble y leal ciudad de Béjar.
“Mire, joven, los hijos de los libertarios comen hambre, hambre y rollos del río... ni siquiera como escribió el poeta, “Pan y Cebolla”. Pasan mucha necesidad, los que viven para todos. Hay dos tipos de personas que persiguen a los libertarios con saña, (son más peligrosos que los de enfrente), los ignorantes que se ríen de la miseria y se alegran del mal ajeno porque no alcanzan a comprender que ese mal es el inicio del suyo propio..., y los envidiosos que, teniendo mucho más, ambicionan la dignidad del libertario, que es lo único que no se puede comprar y es precisamente lo que les falta”.
Tuve la sensación de que vivió para la escuela pública, no quiso herederos que heredaran sus miserias.
Rollos del río, royos... la cantinela me venía desde lejos; en mis viajes de infancia, mientras recorría con asiduidad el caminito de rollos bailones hasta jalonar la “Puerta del Pico”, en más de una ocasión me dijeron mis mayores: “royos del río tendrás que comer como no espabiles...”
Hoy reflexiono sobre la palabra escrita, y la sentencia pretérita se impone desde el fondo de mi ser contemplando cómo enrollan la base del monumento a los cañones, en la entrada al puente, copia exacta de los fabricados por Víctor Gorzo.
Lástima del olvido que cae sobre uno de los pasajes más extraordinarios de nuestra historia colectiva; página en la que Béjar sale jalonada como “Liberal y Heroica”; triunfo, dolor y duelo en las más de trescientas facturas recogidas en el archivo municipal y un breve relato de hechos firmado por Juan Muñoz Peña, la lucha de los ciudadanos tras el voto por “sufragio universal” solo para los varones.
Aquel final de centuria tiene, para siempre en mi memoria, un particular destello plateado, el de la bala alojada en la pierna de Domingo Guijo, alcalde elegido por el pueblo, el brillo de la proclamada nueva Constitución de 1869.
Tuve suerte de contemplarla una tarde de otoño a principios de los años noventa, gracias a la confidencia de su único descendiente directo, que vivía sus últimos días en la residencia del “Buen Pastor”, pero me he reprochado muchas veces mi torpeza, no haber hecho algo más por aquella reliquia de la que no he vuelto a saber su paradero y que es digna de conservar junto a toda la documentación de los hechos.
Ante mi próximo e incierto umbral tendré muy presente la factura nº 278, enrollado de calles, arrieros, y peones... es la evidencia de la batalla que mantuvieron las mujeres Bejaranas desde los tejados apedreando al Batallón de Cazadores de Llerena, los que entraron por la Corredera, a sangre y fuego, contra civiles y produjeron más victimas, ellas ayudaron a dar nombre a la Calle Libertad con el hambre de sus hijos.
Debemos prestar atención a la retina, las estampas que nos dejaron los primeros intentos del arte fotográfico, miremos y aprendamos...
- La última imagen de la “Puerta La Villa” antes de ser derribada, con el ojo del cañón rodeado de hombres y sacos terreros, defendiendo la entrada a la Calle Mayor.
- Fronski “el polaco” sobre una caballería en “Campo Pardo” dirigiendo un pelotón de defensa.
- Los cadáveres, sin retirar, sobre los pretiles de piedra del “Puente Viejo”, tal y como lo conocemos aún...
“Quiero hacer constar que, al menos en la lectura que hago de estos papeles, el posterior cobro de los gastos efectuados y por los servicios prestados no merma, en mi opinión, lo más mínimo, el idealismo ni el desinterés con que antes habían sido realizados, sin saber que hubiese un posterior pago en metálico. En la derrama espontánea abierta se recaudaron 139.594'53 reales (Carpeta nº3). Los recibos suman un total de 38.373'32 reales. Los 101.221 reales restantes fueron entregados al nuevo Ayuntamiento nombrado por la junta el día 16 de octubre de 1868.” (Majada Neila).
Si fue, como afirma Muñoz Peña (1815-1897, testigo presencial y parte activa en los hechos), revolución espontánea y netamente popular, o fue militar y política, como defiende Martín Lázaro (1889-1964, intelectual, estudió derecho en la Universidad de Salamanca, cursó Historia y Paleografía en Alemania), lo cierto es que, cuando las situaciones se tensan en extremo y la miseria campa a sus anchas, se aboca a los pueblos al desastre. Nuestro pasado “Heroico y Liberal” con voz y rostro debe llevarnos, de la mano de la tolerancia y el diálogo, a nuevos umbrales...
Gel Borrajo
(Septiembre 22 de 2007)
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