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Visiones de Béjar (127): Cuando los Reyes Magos no llegaron en globo, las ocas sangraron
Apreciados lectores, me hallo aquí, escribiendo mi primer artículo del año 2016. No sé si crearé mucha opinión o si haré mucha crítica constructiva como suelo hacer, pero lo que sí es cierto es que seguiremos al pie del cañón. El título que he elegido para este enésimo artículo de "Visiones de Béjar", creo que tiene mucho que ver con lo que está pasando y pasa en nuestro pueblo-ciudad-villa de Béjar. Y es que, visto lo visto, yo que estuve pasando las Navidades hasta el día 5, día víspera de Reyes, por Béjar, no dejaba de haber más de lo mismo, o mejor dicho, menos de lo mismo, por no decir, escabrosamente y muy a mi pesar, que Béjar se sigue hundiendo en la miseria. Parece muy fuerte decirlo o casi afirmarlo, pero a mí me lo parece cada vez que voy por allí. Sí, anduve por Béjar estas Navidades pasadas, me perdí por sus calles, por sus pedanías, por su entorno e incluso por el bonito pueblo serrano de Candelario (fotos 1 y 2) -que, dicho sea de paso, no tiene nada que ver en cuanto a conservación con el casco urbano de Béjar, el cual está muy abandonando y se va deteriorando más y más, sin que nadie ni nada ponga remedio-; en la mañana del último día del año en que se celebraba su tradicional carrera de San Silvestre (fotos 3 y 4); en un alarde por mi parte de querer casi como rejuvenecer.
Quizás llegué tarde, esa es la verdad, a pasar y disfrutar las fiestas navideñas (el 24 de diciembre, ya por la noche), lo que motivó que me perdiera la carrera del pavo en Béjar, con cerca de 750 participantes. También me hubiera gustado haber asistido a la entrega de premios de la gala del deporte que se celebró el día 18, o a algún acto en el Teatro Cervantes, por poner unos ejemplos, en definitiva, pequeñas cositas, cosas o eventos que todavía funcionan en un Béjar, dentro, podríamos decir, de unas tradicionales fiestas como son estas de Navidad. Aunque sí pude asistir como invitado al "vino de honor de los ingenieros". Y el día 2 pude disfrutar del la exhibición ecuestre, no exenta de plasticidad, en el futurible terreno de ferias y para otros eventos (fotos 5 y 6), realizado en los terrenos de la antigua Hispano Textil.
Y llegué y departí con gente (familiares, amigos, conocidos), como decía en mi anterior artículo de "visiones de Béjar", el número 126, y anduve por Béjar cuando los reyes no llegaron en estas Navidades en globo, como estaba previsto, por culpa de las inclemencias climatológicas. (Esperemos que a fecha de hoy llegue más información favorable para la apertura de la estación de Esquí de la Covatilla).
Días antes de la cabalgata de reyes me perdí por las pedanías, allí donde las ocas, afortunadamente, no llegaron (ya sería excesivo). Estuve en Valdesangil y sus alrededores, incluyendo la Cerrallana por la Ruta de las Pedanías. Eché alguna foto, como de costumbre (fotos 7 y 8).
Pero volviendo al tema central de este artículo, afirmo que sigue habiendo mucha desidia en Béjar, las calles las he visto prácticamente vacías de gente, su calle Mayor casi no tenía actividad, cosa que corroboran los comerciantes de dicha arteria comercial bejarana. En los bares y los pocos cafés que se conservan abiertos casi no había gente, en definitiva todo un fiasco.
El Bosque sigue olvidado de la mano de Dios y no sé si será ésta la legislatura de él, como afirmaba el Sr. alcalde Alejo Riñones, pero la verdad es que sigue dando pena visitarlo (fotos 9 y 10).
Los edificios burgueses y señoriales de Béjar se siguen desmoronando, cayendo a pedazos, desapareciendo, sin que nadie, con potestad para ello, haga algo para evitarlo (foto 11). Lo mismo ocurre con los elementos fabriles de la ruta de las fábricas (foto 12).
Sí, señores lectores y señoras lectoras, he visto mucha desidia y, si me apuran, mucha miseria. He visto gentes pidiendo por las calles o simplemente deambulando por ellas, como sin rumbo fijo; también "apostados" en la Corredera, y sin embargo se puede afirmar que todavía funcionan cosas en Béjar, aunque algunas veces "nos quieran vender la moto". Cosas, las de siempre, dígase de paso.
Evidentemente yo no soy quien para emitir juicios de valor, pero sí me creo en la necesidad de reflejar, por mi parte, la realidad que se vive hoy por hoy en Béjar. Una realidad no exenta y libre de ciertas circunstancias en las que la ciudad "serpenteante" se mueve. Y, lejos de ser alarmista, quiero sumar en positivo, quedarme con las buenas cosas que Béjar tiene. Aunque visto lo visto estos días atrás, creo que Béjar tiene lo que se merece, como digo muchas veces en mis artículos.
Esperemos que, de aquí en adelante, Béjar camine recto, hacia metas realistas, metas constructivas, donde las ideas se conviertan en proyectos y estos en realidades plausibles y palpables. Donde las ideas y quehaceres de nuestros políticos se plasmen en realidades que redunden en beneficio de todo un pueblo, el bejarano, que, orgulloso de sí mismo, pueda decir en un próximo futuro que durante unos años vivió una dura crisis y salió de la misma, como tantas otras veces a lo largo de su historia.
Esperemos que, de aquí en adelante, Béjar se sitúe en mercados competitivos de toda índole, turístico, cultural, deportivo, industrial, etc., que no sean flor de un día. Que los empresarios que se siguen partiendo el pecho en Béjar sigan apostando por ella, que surjan nuevas iniciativas, que se innove, que mucha falta hace; y que no nos desangremos en el intento, como tristes ocas deambulando por una ciudad triste.
Esperemos en definitiva que a Béjar se la siga recordando por lo que fue en otros tiempos, pero que también se la tenga en cuenta por lo que es y por lo bueno que le queda por traer a estas latitudes del planeta, en unos tiempos difíciles, donde Los Reyes Magos no llegan en globo.
Yo, por mi parte, me despido de esta Visión, afirmando que me gustaría escribir y opinar en positivo por y para Béjar en próximos artículos, por haber, por tener razones para ello. Yo así lo espero. ¿Ustedes también?
Paulino Aliseda Hoya
Paalho68@hotmail.com
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