El siguiente texto se planteaba como comentario a varios debates suscitados por las actividades de educación ambiental organizadas por el Ayuntamiento de Béjar en El Bosque el pasado 5 de junio, pero por resultar demasiado extenso se ofrece ahora como artículo de opinión.

Mis críticas al programa del Día Mundial del Medio Ambiente en El Bosque no se referían a las actividades en sí mismas, sino a la forma de realizarlas y al posible impacto que pudieran causar, una preocupación legítima para quienes llevamos décadas tratando de defender un espacio tan frágil como este de todo tipo de daños y expolios, y en el que las intervenciones deben ser especialmente respetuosas por su calidad de BIC-Jardín Histórico.
Es muy positivo (y muy necesario) que los escolares tengan la oportunidad de aprender en su propio entorno, fuera de las aulas, en contacto directo con lo que ya conocen a través de los libros o las clases. Nadie discute eso; si acaso, el hecho de que tales ocasiones de aprendizaje en el medio se reduzcan a veces a un solo día señalado en el calendario, como este 5 de junio. Me dedico a la enseñanza y trato de salir con mis alumnos a conocer el entorno de Segovia al menos cinco o seis veces a lo largo del curso, generalmente por los senderos del Parque Nacional de Guadarrama, las vías pecuarias de la Vera de la Sierra o incluso los jardines de La Granja de San Ildefonso, siguiendo las ideas de Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza, tan lejanas en el tiempo y, sin embargo, tan actuales. En todas estas escapadas, aparte de realizar ejercicio físico, tratamos de aprender de la Naturaleza y de la obra humana sin dejar huella: observamos aves, identificamos especies arbóreas o arbustivas, formaciones geológicas de interés, toponimia, Patrimonio Histórico, pero siempre desde el respeto, siguiendo las directrices del Parque y sin modificar o alterar lo que allí encontramos, así que se de lo que hablo cuando me preocupo por el impacto de un conjunto de actividades ambientales que pudieran no seguir estos criterios, por muy buena intención que se haya puesto en ellas.

Después de la discusión en este foro sobre las actividades del 5-J y de alguna información adicional, siguen siendo preocupantes ciertos aspectos que no han sido aclarados por sus organizadores. Quedo enterado de que los comederos para aves realizados con envases de zumo no se han dejado en El Bosque: perfecto, los chavales han aprendido y no resta huella de la actividad en el BIC. En cambio, sigo sin comprender la necesidad de los refugios para anfibios, que sí se han dejado allí, ocupando al parecer el cauce de una regadera. La primera intervención en El Bosque consistió precisamente en restaurar el sistema hidráulico, recuperar regaderas y canalizaciones subterráneas, manantiales y encañados, una operación que supuso una importante inversión pública a cargo de la Junta de Castilla y León: ¿se limpiaron y se pusieron en servicio esas regaderas para que nuestros escolares las vuelvan a llenar de piedras? Tampoco se ha informado de las especies arbóreas que se han plantado, ni la zona de plantación, ni si tal actividad se ha realizado con la autorización del Órgano Competente y de acuerdo con el Plan Director. Desde luego, en ese Plan no se contempla la posibilidad de que las plantaciones de arbolado sean realizadas por personas ajenas, y menos aún por escolares, ¿por qué se incumple esta directriz? Insisto en que no se puede intervenir de cualquier manera en este BIC-Jardín Histórico, por muy interesantes que sean las actividades programadas (que lo son).

En el mismo Plan Director de El Bosque se incluyen las actividades educativas y de conocimiento del propio BIC entre los objetivos prioritarios una vez recuperado el monumento (Plan de Interpretación, Educación y Uso Público, Plan de Comunicación y Plan de Participación y Voluntariado), así que siempre serán bienvenidas iniciativas como la realizada el pasado 5 de junio, pero deben ser mucho más respetuosas con el lugar para que el beneficio del aprendizaje no perjudique al Bien Cultural donde se desarrollan. En concreto, después de exponer objetivos y criterios, se especifica en el Plan la necesidad de un “Equipo de técnicos en programas de participación ambiental y/o voluntariado, trabajando en permanente contacto con el órgano de gestión de El Bosque” (Vol. V, p. 278), lo que nos lleva a una de las grandes carencias en la situación actual de este monumento: no existe tal órgano de gestión, más allá de las veleidades del alcalde de turno y de la permisividad cómplice del Director General de Patrimonio. No basta con hacer “cosas”, hay que hacerlas bien.

Finalmente, espero que esta fiebre verde que le ha entrado al Ayuntamiento vaya un poco más lejos que la programación puntual del 5-J; hay mucho por hacer (y deshacer) en un término municipal como el de Béjar para devolverle la calidad ambiental que tenía hasta no hace demasiado tiempo, antes de la “era del ladrillo”: no puede ser que se realicen actividades de educación ambiental con escolares mientras se admite o se fomente todo tipo de agresiones al medio, incluido El Bosque, perjudicado por el robo de agua que tanta falta le hace al BIC y a las catorce especies de anfibios que allí sobreviven.

José Muñoz Domínguez / DNI nº 8.104.629-G