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Marshall Goldsmith ofrece fórmulas simples para avanzar en el éxito empresarial
Fuente: Boletín de la Wharton University
Desde hace algunos años, los libros de autoayuda corporativos se han convertido en un elemento indispensable de la industria editorial. En el mundo de los grandes negocios, los libros que dicen ofrecer el secreto del éxito gerencial son, en sí mismos, un gran negocio, apareciendo rutinariamente en la lista de los más vendidos y, al mismo tiempo, consolidando la carrera de coaches de ejecutivos muy famosos como Gary Ranker, Kevin Cashman y Stephen Covey. Marshall Goldsmith es uno de los coaches de mayor éxito entre los más célebres de EEUU — suele ganar más de 250.000 dólares al año, aproximadamente, con cada cliente que asesora—.
Como fundador de la empresa de coaching ejecutivo Marshall Goldsmith LLC, Goldsmith ha trabajado muy de cerca con más de 70 consejeros delegados durante toda su carrera. Consejeros delegados de Ford Motor, GlaxoSmithKline, Getty Images, de American Heart Association, Allergan y Cessna, sólo por citar unos pocos, todos lo elogian. Forbes lo eligió uno de los cinco coaches de ejecutivos más respetados. The Wall Street Journal lo coloca entre los diez principales educadores de ejecutivos. Ahora, Goldsmith ha escrito un libro en el que destila la sabiduría que él y su grupo de coaches administran, en general, personalmente. Por el precio de 23,95 dólares, Lo que le trajo aquí no le llevará adelante: Cómo las personas de negocios de éxito pueden hacerse aún más exitosas [What got you here won’t get you there: how successful people become even more successful], el libro de Goldsmith escrito junto con Mark Reiter, es una ganga si se compara con el coste millonario de recibir los consejos de Goldsmith en persona. Como sustituto del producto verdadero, se trata efectivamente de un buen negocio.
El poder de la estrategia de Goldsmith reside en su simplicidad. No hay fórmulas extravagantes para convertirse en un jefe mejor, ningún artificio terapéutico, ningún método secreto o técnicas patentadas. No hay parábolas largas de gente moviendo quesos o icebergs que se derriten.
En realidad, si nos deshacemos de toda la jerga corporativa que los consejos de Goldsmith llevan de manera obligada, nos encontraremos con una verdad notable: Lo que le trajo aquí no le llevará adelante no es, en realidad, un libro para empresas. Es un libro sobre etiqueta. Más centrado en el comportamiento interpersonal básico que en técnicas refinadas de gestión, el insight básico de Goldsmith es que una buena educación es sinónimo de buena gestión.
Un compañero tácito para el libro de Stephen Covey, Los siete hábitos de las personas altamente eficaces, el libro de Goldsmith está estructurado en torno a los malos hábitos que impiden a las personas de mayor éxito ser aún más exitosas. El autor observa que, a un cierto nivel profesional, ni la inteligencia ni las habilidades explican el hecho de que algunas personas continúen progresando mientras otras se estancan en determinado nivel y no se mueven de allí. Lo que diferencia a una de la otra, dice, nada tiene que ver con las habilidades de cada uno, su experiencia y su preparación — pero está completamente relacionado con su comportamiento. Goldsmith explica que las personas exitosas generalmente se imponen un límite debido a vicios de comportamiento que ni siquiera saben que poseen. De igual modo, personas de éxito suelen creer que el comportamiento que les llevó donde están las llevará, con el tiempo, aún más lejos. Es en ese punto donde se engañan, porque no se dan cuenta de que el éxito vino a pesar de sus comportamientos equivocados. Ignoran que su comportamiento no les permite sacar todo su potencial, no sólo en el trabajo, también en la vida.
Los malos hábitos de cada uno
El trabajo de Goldsmith tiene como objetivo ayudar a las personas a identificar y a romper con los malos hábitos que interfieren en su trayectoria. El grueso del libro, por tanto, consiste en una discusión fina y reveladora sobre los “Veinte hábitos que impiden a las personas llegar a su máximo”. Son:
1. Vencer siempre: Goldsmith señala que la necesidad del individuo hipercompetitivo de ser mejor que los otros “está en la base de casi todos sus problemas de comportamiento”.
2. Añadir demasiado valor: eso ocurre cuando usted no consigue contenerse y trata todo el tiempo de mejorar ideas perfectamente factibles de sus compañeros o subordinados. “Es extremadamente difícil”, observa Goldsmith, “para las personas exitosas, oír de otros alguna cosa que ellas sabían sin con ello transmitir un mensaje del tipo (a) ‘yo ya sabía de eso’ y (b) ‘hay un modo mejor de hacerlo’”. La falacia de ese tipo de comportamiento es que, aunque pueda mejorar un poco la idea, reduce drásticamente la dedicación del otro a ella.
3. Ser muy crítico: “No es correcto criticar cuando se pide a alguien que dé su opinión [...] aunque usted haga una pregunta y esté de acuerdo con la respuesta”. Goldsmith recomienda “contratar” un amigo para que le cobre diez dólares de multa cada vez que usted haga una crítica innecesaria.
4. Hacer comentarios destructivos: todos nos sentimos tentado a comportarnos de manera insensible o mezquina de vez en cuando. Pero, cuando sintamos el antojo de criticar, deberíamos darnos cuenta de los comentarios negativos gratuitos pueden interferir en nuestra relación de trabajo. “La cuestión, en realidad, no es saber si eso o aquello es verdad o no, sino si vale la pena”. Ése es otro hábito que Goldsmith recomienda que se rompa mediante una multa.
5. Siempre comenzar una frase con “No”, “Pero” o “Sin embargo”: casi todos hacemos eso, y la mayoría de nosotros no lo percibe. Goldsmith, sin embargo, dice que si prestáramos atención, “veríamos cómo las personas imponen esas palabras a los otros para ganar o consolidar su poder. Veremos también cómo las personas se quedan tremendamente resentidas a causa de ello, conscientemente o no, y el modo en que ese comportamiento ahoga la discusión, en lugar de promoverla”. Ése es otro hábito que puede exigir el cobro de una multa.
6. Decir al mundo lo inteligentes que somos: “Ésa es otra variación de nuestra necesidad de vencer”.
7. Hablar cuando se está enfadado: ver número cuatro.
8. Negatividad, o Déjenme “explicar por qué eso no va a funcionar”: Goldsmith describe ese tipo de comportamiento de negatividad “pura y sin adulteración, sin embargo disfrazada por la voluntad de ayudar”.
9. Retener información: este mal hábito tiene que ver con el poder. Goldsmith muestra cómo incluso las personas mejor intencionadas hacen eso todo el tiempo. “Actuamos de ese modo cuando estamos demasiado ocupados para pasar a alguien información importante. Actuamos así cuando delegamos una tarea a nuestros subordinados pero no gastamos tiempo con ellos mostrando exactamente como queremos que se ejecute la tarea”.
10. Dejar de reconocer el mérito de alguien: “Este comportamiento es primo del anterior.”
11. Exigir reconocimiento por algo que no hicimos: para descubrir cuándo hacemos eso, Goldsmith recomienda que hagamos una lista de todas las veces que nos elogiamos durante el día. Después, sugiere que repasemos la lista para ver si merecíamos tanto crédito.
12. Ofrecer disculpas: hacemos eso de forma clara (culpando al tráfico de nuestros fallos, o a la secretaria, o a cualquier cosa que no sea nosotros mismos) y sutilmente (a través de comentarios autodespreciativos sobre como solemos atrasarnos siempre, o aplazar los compromisos, o perder el buen humor. En otras palabras: “Es así cómo soy yo”).
13. Que se quede anclado en el pasado: “Entender el pasado es perfectamente admisible si lo que está en juego es aceptar el pasado. Pero si usted está preocupado en cambiar el futuro, entender el pasado no va a ayudarlo en esa empresa”. Goldsmith observa que, muchas veces, nosotros nos anclamos en el pasado porque nos permite culpar a los demás de cosas que salieron mal en nuestra vida.
14. Privilegiar a los favoritos: ese tipo de comportamiento crea aduladores; premiar aduladores crea líderes superficiales.
15. Rechazar pedir disculpas: “Cuando usted dice, ‘Siento mucho’, usted gana aliados, y más que eso, gana compañeros”. La primera cosa que Goldsmith enseña a sus clientes es “pedir disculpas — cara a cara — a todo compañera de trabajo que haya acordado ayudarlos a mejorar”.
16. Rechazar oír: ese tipo de comportamiento se expresa por medio de frases del tipo: ‘Poco me importa lo que le vaya a suceder; ‘No le comprendo; ‘Está equivocado; ‘Usted es un idiota’, y Usted ‘está haciéndome perder el tiempo’.
17. Dejar de expresar gratitud. “La gratitud no es un recurso escaso, tampoco un recurso caro. Es tan abundante como el aire. Nosotros la inspiramos, sin embargo nos olvidamos de expirarla”. Goldsmith aconseja romper con el hábito de nunca agradecer, haciéndolo, al mayor número posible de personas a nuestro alcance, sin descanso.
18. Castigar al intermediario: ese hábito es un híbrido sórdido de los puntos 10, 11, 19, 4, 16 y 17, con una fuerte dosis de ira mezclada.
19. Pasar la responsabilidad: “Éste es el fallo de comportamiento por el cual juzgamos a nuestros líderes — se trata de un atributo negativo tan importante como las cualidades positivas de capacidad mental o coraje”.
20. Una necesidad excesiva de ser “yo mismo”: haciendo “de nuestros vicios virtudes” porque expresar quienes somos tiene como resultado una lealtad equivocada, lo que puede llegar a ser “uno de los obstáculos más difíciles de vencer para hacer un cambio positivo y duradero de nuestro comportamiento”.
Goldsmith incluye otro hábito en la lista: la obsesión por la meta o, en otras palabras, una implicación tan elevada por el cumplimiento de una meta que acabamos perdiendo el foco en la razón por la cual trabajamos tanto, y lo que de hecho vale la pena en la vida.
La belleza de la estrategia de Goldsmith reside no sólo en la simplicidad de su insight, también en la claridad de sus consejos. Como es nuestro comportamiento el que nos hace quedarnos atrás, dice, podemos cambiar nuestro futuro cambiando la forma en que actuamos. El secreto para un futuro mejor yace igualmente en saber oír lo que otros tienen que decir sobre nuestro comportamiento. Aprendemos mejor si las lecciones que los otros nos quieren enseñar nos llegan no como feedback —que tiene la forma de un pasado que no se puede cambiar, con un énfasis crítico y que nos hace defensivos— sino como feedforward, es decir, como si fueran lecciones que nos permiten construir un futuro mejor y que nos llegan bajo la forma de consejos útiles sobre cosas que podemos cambiar.
En última instancia, el mensaje de Goldsmith es muy objetivo: el secreto del éxito corporativo es trabajar en armonía con los demás. Si eso le parece sabiduría de jardín de infancia, es porque lo que es, pero es también la materia prima del coaching empresarial y por un buen motivo.
Los reality shows de la televisión que se centran en competiciones profesionales dramatizan la verdad básica del argumento de Goldsmith. Es el caso del Aprendiz, de Donald Trump, o de cualquier otro programa dedicado a la vida profesional y al éxito, como Top Chef, Project Runway y Top Design. Con mucha frecuencia, ese tipo de programa muestra que, en realidad, lo que impide a las personas de ingenio progresar en sus carreras es una incapacidad básica de jugar —o trabajar— limpio. Los individuos talentosos que aparecen en esos programas son tan competitivos que no cooperan con los compañeros. Ellos están tan llenos de sí mismos, que no oyen a sus clientes. Son tan reacios a dar el debido crédito a los demás, haciéndolo suyo indebidamente, que acaban enfadando a posibles aliados y compañeros. En varios episodios, un programa después de otro, vemos profesionales, de modo general brillantes, innovadores y capaces, fracasando estrepitosamente porque rechazan oír, compartir, nunca dicen gracias y evitan decir que lo sienten mucho.
Por eso estos programas, tan seductores a los egos de las personas por sus promesas de adelanto profesional, dedican tanto tiempo a desafíos que giran en torno al trabajo de equipo. La estructuración de los programas en torno a iniciativas participativas deja claro cómo la necesidad de vencer puede llevar al individuo a la derrota. Los insights de Goldsmith no deben de modo algún limitarse a la empresa. Pueden ser aplicados al hogar, según él insiste en observar, y pueden hacer maravillas por la armonía familiar. A fin de cuentas, el motivo por el cual Goldsmith se gana la vida enseñando a los ejecutivos a oír y a decir gracias se explica por el hecho de que mucha gente jamás aprendió esas cosas en casa cuando era un niño. Si hubieran aprendido, el autor tendría que ganarse la vida de otra manera. Pero, en las actuales circunstancias, Goldsmith tenía que escribir un manual de liderazgo que pudiera ser usado también como guía para la buena paternidad y para la paz conyugal.
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