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Arquitecturas pétreas y humanas en Tarragona
Existen muchas maneras de llegar a Tarragona, mas sin duda es posible que eligiéramos una de las más originales. RENFE oferta la posibilidad de ir desde Barcelona en un Talgo de los años sesenta durante, al menos, los fines de semana de los meses de verano, los de mayor afluencia de turistas. Lo llaman Tarraco Talgo y es una original forma de combinar traslado y visita guiada a la ciudad en un mismo pack a un módico precio. La verdad, nunca pensé que podría trasladarme al primer asentamiento romano de la península, la capital de la provincia Tarraconensis, en un vagón de hace cincuenta años, con hilo musical de la época por cierto, rescatado del lugar donde reposan los dinosaurios de nuestro pasado ferroviario más cercano. Es una bonita forma de saltar progresivamente del siglo XXI, al XX y después al I a. C.
Porque la historia de esta ciudad catalana había comenzado mucho antes, cuando los iberos se asentaron en la zona en pequeñas poblaciones dedicadas a la pesca. Si embargo, la republicana Roma, la urbe que acabaría dominando el Mediterráneo, fijó sus ojos en ella en medio de una guerra. Un conflicto bélico, sí, fue el punto de partida de Tarragona. Dos culturas, una en ascenso y otra en pleno auge, la romana y la cartaginesa respectivamente, posicionaban sus peones en un tablero cuya partida estaba a punto de comenzar. Y Roma, con el general Publio Cornelio Escisión, padre del famoso personaje histórico del mismo nombre, decidió convertirla en su cuartel, la base de operaciones para enfrentarse a tan peligroso enemigo. Y desde allí su hijo partiría a pie con sus legiones en pos del mítico Aníbal, el general invicto que tanto hacía temblar a los recios romanos, aquel que se atrevió a amenazar a la mismísima Roma en su terreno, a las puertas de la Ciudad Eterna. Desde entonces la importancia de Tarragona no hizo más que acrecentarse, tanto que se la designó como capital de la Provincia Citerior y más tarde de la Provincia Tarraconensis con visitantes tan excelsos como Octavio Augusto o Julio César. ¿Qué ciudad podría presumir de ello más allá de Roma?
Y es asombroso descubrir a cada paso cómo la ciudad romana se insinúa misteriosa ante el paseante, camuflada bajo restos medievales y modernos, oculta en parte todavía, prometiendo sorpresas arqueológicas en el futuro. Restos de fortificaciones, torres enhiestas con aire medieval pero de indiscutible origen romano, capiteles reutilizados en construcciones pasadas, trozos de fustes sacados de contexto, excavaciones repartidas por doquier, calles que ocultan otras sendas holladas por sandalias y caligae varios metros bajo el suelo o justo al mismo nivel que nuestras zapatillas de marca levantan polvo al andar. Las culturas, aquí como en otras ciudades (Córdoba, Barcelona, Mérida, Cartagena), se superponen unas a otras, confundiéndose, mimetizándose, utilizándose, destruyéndose, para crear la Tarragona actual que es, en definitiva, la de ahora y la de antes, una suma, una resta o una multiplicación de iberos, romanos, cartagineses, medievales y de esos que viajamos en el siglo XXI en un tren de los años sesenta de la centuria anterior.
Es ingente el legado romano encontrado en la ciudad. Desde un anfiteatro que se alza elegante en su decadencia junto al mar a pesar de contener en su arena los restos de una iglesia medieval (el martirio de su santo patrón, Fructuoso, en ese lugar concreto lo justifica), pasando por la torre del pretorio, reutilizada en el medievo como palacio por los reyes catalanes, llegando a las ruinas de su espectacular circo, parte de cuyo trazado se reconvirtió en plaza (como la Navona de Roma) o adentrándonos en las entrañas de una misteriosa galería subterránea usada en época romana como pósito de trigo. No se podría afirmar que se ha visitado Tarragona sin haber hecho este recorrido básico, al igual que sin visitar el Museo Arqueológico, el acueducto, la torre de los Escipiones, el Arco de Bará o la famosa maqueta de la ciudad.
Pero Roma no lo fue todo en la Historia de Tarragona. Durante la Edad Media la riqueza comercial y agrícola del entorno hicieron de ella una de las más prósperas de Cataluña y de ese florecimiento surge, sobre los restos del antiguo templo dedicado a los emperadores-dioses, luego transformado en iglesia en época visigoda, la catedral románica de transición al gótico dedicada a santa Tecla. Alzada en la parte más alta de la ciudad, su fachada se yergue tras una escalinata que la hace parecer inaccesible. El telón en piedra que nos recibe parece una recreación decimonónica y, sin embargo, nos encontramos ante un ejemplo de arquitectura medieval pura. Su irregularidad proviene de la falta de fondos: en un momento determinado, justo en el infausto siglo XIV, de peste y desolación, la riqueza de la ciudad se vino abajo y ya no hubo más dinero para concluir dignamente su templo mayor. Las dos torres que iban a flanquear la fachada se quedaron en meros proyectos, tal y como la vemos actualmente. El claustro es un remanso de paz en el que el sol cegador del Mediterráneo parece ceder ante la sombra reparadora de sus bóvedas.
El día en que visitamos Tarragona había fiesta. Un barrio de la ciudad, concretamente el situado junto a la catedral, celebraba el fin de semana y farolillos y banderines flotaban al viento mientras se preparaba una paella catalana para cientos de personas. Los críos jugueteaban junto a los gigantes y cabezudos, mientras algunos tenderetes tradicionales ofertaban miel, frutos secos, productos de huerta y dulces. Sin embargo, la ciudad parecía bullir bajo otro fuego más intenso. La rambla se encontraba a rebosar de paseantes en aquella jornada de octubre. Y si hubiera sabido el motivo, quizás hubiera programado aquel viaje de otra manera. Ese fin de semana se celebraba el famoso concurso de torres humanas, los Castells de Tarragona, en su plaza de toros. Las colles castelleres estaban a punto para iniciar su espectáculo mientras nosotros regresábamos de nuestro viaje en el tiempo en el Tarraco Talgo.
- TAmpoco me preocupa La
hace 6 horas 29 mins - A ti solamente te preocupa
hace 23 horas 4 mins - Pero la situación habrá
hace 23 horas 15 mins - SIgo pensando lo mismo, la
hace 1 día 6 horas - En cualquier lugar del
hace 1 día 19 horas - Que yo sepa no ha habido
hace 1 día 19 horas - La estación de esquí nace
hace 2 días 2 horas - No solo mienten de manera
hace 2 días 3 horas - A mí sí me interesa esta
hace 2 días 4 horas - Posiblemente la respuesta
hace 2 días 4 horas
Muy bueno Carmen.
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