GriñánLa marcha del jefe del Ejecutivo andaluz ha sido un alivio. Deja la comarca como un solar, ha pasado olímpicamente de Granada y se quita de encima, de momento, la trama de los ERE de la que dice no ser responsable. Claro, ni yo

Jesús Cascón / GRANADA / 28 AGO 13

Griñán le ha dicho a Rajoy que "tome nota" de su dimisión. Cuando se utiliza tal expresión es porque se desea que otros hagan lo mismo que ha hecho uno porque sus casos son similares. Predicar con el ejemplo, vamos. Pero el caso de Griñán no es el mismo que el de Rajoy. ¿O si? El presidente del Gobierno está enfangado en la trama Bárcenas hasta las cejas, lo niegue o no, lo reconozca o no; sin embargo, Griñán ha dicho por activa y por pasiva que él no es responsable político del escándalo de los EREs, lo dijo en su discurso final, el último como jefe del Ejecutivo andaluz. No tenía culpa de nada, no ha sido responsable de nada. Por tanto, ¿de qué hay que tomar nota, Pepe?.

El ya ex presidente de Andalucía se ha convertido en el dirigente más inepto que se recuerda. No sólo por el estrepitoso resultado de sus inexistentes políticas de empleo, que han colocado a la comunidad en la tasa de paro más galopante de la historia, sino además por haber regentado la consejería de economía y hacienda cuando se mascó el fondo de reptiles y el mangoneo de subvenciones, y posteriormente se destapó toda la trama siendo ya presidente y, en ambos casos, ha conseguido irse de rositas. Algunos piensan que de momento, porque es una realidad palpable que el responsable de la economía de una comunidad autónoma tiene parte de culpa en los desaguisados cometidos y, en este asunto, estamos como en el de Bárcenas: o lo sabías y te callaste, o no lo sabías y eres un inútil. Lo primero se llama responsabilidad penal. Lo segundo, culpa política. Más claro, agua.

Aparte de los escándalos, Griñán ha presidido un gobierno para siete provincias, porque lo que es Granada, nada de nada. Como muestra el gentil, cariñoso y afectuoso gesto del susodicho al decidir no visitar ni la Diputación Provincial ni el ayuntamiento de Granada. Es el caso más bochornoso de división partidista que se conoce ya que los presidentes autonómicos han tenido la costumbre de girar visita a los Consistorios de las capitales de provincia tras los comicios electorales, así como a las Instituciones Provinciales. Griñán, con tal de no verle la cara a Pepe Torres y a Sebastián Pérez ha dado hasta dineros. De todas formas, a Sebas le va a ver la carita en el Senado, porque esa es otra, el ex presidente de la Junta seguirá siendo aforado porque ocupa puesto de senador, nos ha jodido mayo con las flores. En la Cámara Alta tendrá ocasión de explicarle al presidente provincial cómo ha pasado este tiempo siendo jefe andaluz por designación a dedo, manchado por los ERE tras ser titular de la consejería que manejó los expedientes, y cómo sufrió tras perder las elecciones y tener que tragarse a Valderas para impedir que gobernara el PP. También le contará la pócima mágica que utilizó para aumentar el paro a cotas nunca vistas anteriormente o el momento exacto en el que pensó que agotaría la legislatura sin marcharse por la puerta de atrás, haciendo exactamente lo contrario y dándose el piro con el rabo entre las piernas y manteniendo de forma cobarde su blindaje ante la juez Alaya.

Griñán tiene muchas cosas que explicar, y las explicará, le guste o no. A los granadinos, realmente, nos da exactamente igual que no haya querido soltar ni un gesto hacia nuestra provincia, a la que se ha dedicado a bombardear sistemáticamente porque los suyos dejaron de tener el poder provincial, pero lo que nos molesta es que crea que somos tan inútiles, tan ineptos y tan prepotentes como él. Por ahí no paso. Que lleves tanta paz como descanso dejas, criatura.